A pocos días de que la ciudad de València supere pantalla y entre en la Fase 1, uno de los elementos más importantes del sector terciario busca una solución para hacer viable el regreso a la actividad: el de los bares y cafeterías. Y con ello, la posibilidad de ampliar sus zonas de influencia para poder extender las terrazas lo suficiente como para, al menos, mantener una mínima clientela que realmente justifique la apertura de los establecimientos. Una de las opciones que baraja seriamente el consistorio es la de ocupar la zona azul en algunos puntos de la ciudad, así como los espacios peatonales. No habrá problema en las pedanías y en la Plaza del Ayuntamiento podrán bajar todas las terrazas menos una.

La agenda prevé que mañana se consiga el acuerdo definitivo para que la hostelería sepa con qué reglas puede jugar. A día de hoy, la disposición fundamental por decidir es la forma legal para poder bajar a la calzada las sillas y mesas para que puedan guardar las distancias de seguridad.

El lunes tuvo lugar una nueva reunión entre las partes interesadas: concejalía de Espacio Público, Unión Gremial, Federación de Hostelería y de Vecinos. La concejala Lucía Beamud explicó que el Ayuntamiento baraja opciones diferentes para poder llevar a cabo la medida de bajar las terrazas de la acera a la calzada sin tener que cambiar la ordenanza (un procedimiento que llevaría meses). Ayer Beamud mantuvo varias reuniones técnicas con diferentes departamentos del Ayuntamiento para determinar la fórmula que se usará; y el próximo jueves habrá una tercera mesa de trabajo para concretar en qué espacios de la ciudad se aplicará esta novedad, pues no todos están capacitados para ello. Esta medida se sumaría a las prerrogativas ya alcanzadas, como la eliminación de tasas o la agilización de los trámites para aprobar las concesiones. Russafa, por ejemplo, una zona con poco espacio, es complicado que pueda ganar más terreno para las terrazas, señalaban fuentes municipales.

Fotur, no a alargar horarios

Uno de los aspectos que no se va a cambiar es el del horario. No loquieren los vecinos y además entraría en conflicto con los otros sectores que tienen intereses. Así, la Federación Empresarial de Ocio, Turismo y Juego (Fotur); es decir, bingos, discotecas, pubs, etcétera, no pone peros a «bajar a la calle» ni a aumentar la cantidad de mesas, pero señala como innegociable esa una y media de la madrugada. «Somos solidarios con los compañeros de la hostelería, pero hay que tener en cuenta que los locales de ocio y juego, son también grandes perjudicados en esta pandemia y se encuentran en una situación muy vulnerable al poder abrir sólo en la última fase de la desescalada y con aforos muy limitados. Solo les queda para defenderse la franja horaria del ocio nocturno».

Sandra Gómez, preguntada al respecto, se mostraba partidaria de impulsar iniciativas para ayudar a salir adelante a la economía local pero advertía ayer de que se debe también garantizar «el derecho al descanso», por lo que ha instado a lograr un «equilibrio» en este ámbito.