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Los conserjes, los únicos que van a la escuela

Durante la alerta sanitaria tienen el tiempo suficiente para reparar desperfectos que solo podrían atender durante las vacaciones de verano

Miguel Ángel Rubio, a las puertas del Federico García Sanchiz. v. m. pastor

Hace más de dos meses que no se marca un solo gol en las porterías de los colegios. Que no se pinta un dibujo. Que no se come un bocadillo. Que no es escuchan las risas de los niños. Con esa imagen de soledad que transmiten los centros educativos conviven hoy sus conserjes, uno de los pocos colectivos que tiene acceso a ellos desde que se decretó el estado de alarma por el coronavirus. Durante estas semanas, aprovechan para realizar tareas de mantenimiento extraordinarias, muchas de las cuales sólo se realizan en verano, cuando no hay alumnos correteando por todas partes.

«Siempre hay algo que hacer»

Uno de los casos más singulares es el del alcireño Miguel Ángel Rubio. Ha quedado confinado en el colegio Federico García Sanchiz, ya que tiene allí su casa. Trabaja en el centro desde 2005. Su filosofía durante estos días es bien sencilla: «Si uno tiene ganas de ser productivo, siempre tiene algo que hacer». Un pensamiento que comparte el también alcireño Paco Masiá, que ejerce como conserje en el colegio El Convent de Alberic. «El que se piense que por el confinamiento, ni maestros ni nosotros estamos sin hacer nada, se equivoca», añade este último.

«Cuando hay niños en un colegio hay una serie de tareas que no se pueden hacer. Por ejemplo, he desmontado, repintado y vuelto a montar la caseta de juegos infantiles, que había perdido su color original por culpa del sol, algo que con las clases en funcionamiento no podría hacerse», detalla Rubio. Algo similar ha estado haciendo Masiá en los últimos días: «He pintado los exteriores del centro y las porterías de las pistas deportivas», apunta.

Pero no es lo único: «Durante las últimas semanas he tenido que retirar hierbas que salen en las juntas de dilatación del patio, he puesto en marcha mecanismos como los grifos de agua o he arreglado cerraduras y persianas», comenta Masiá, a lo que añade Rubio: «Cuando hay clases, sólo puedes dedicarte a las cosas más urgentes. Ahora puedes ir al detalle. Si entras en una aula te puedes encontrar con alguna madera suelta o si vas al taller puedes reparar los desperfectos y poner las cosas en orden», concluye el conserje alcireño.

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