Cuando empezó a popularizarse el uso de los dispositivos móviles, distancias que antes parecían insalvables en las relaciones humanas empezaron a estrecharse. La invención de nuevos sistemas de comunicaciones, la irrupción de conexiones mucho más rápidas y la aparición de aplicaciones y terminales más modernos han borrado las distancias. Hoy es posible estar en dos partes muy alejadas del mundo mientras se conversa en tiempo real y se observa al interlocutor en la pantalla. La tecnología lleva años implantada en los hogares y esas herramientas ya no son ningún secreto para los niños y las niñas, que casi nacen sabiendo manejar teléfonos móviles, tabletas y ordenadores. Sin embargo, pese al potencial que ofrece, esa tecnología no ha sido suficientemente explotada en el ámbito de la educación.
Un estudio llevado a cabo por investigadoras del Campus de Gandia de la Universitat Politécnica de València (UPV) revela que el 53% de los centros educativos no estaban preparados para ofrecer una formación a distancia. Eso significa que la mayoría de unidades de primaria y secundaria (objeto del análisis) ha tenido que adaptarse a marchas forzadas para salvar el curso ofreciendo los contenidos académicos y exámenes de manera telemática.
Recurso apenas utilizado
El trabajo ahonda en la escasa importancia que hasta ahora se le daba a la posibilidad de que los alumnos pudieran asistir a las clases desde sus propias casas. Del 47% de los centros que declararon que sí disponían de tecnología para ofrecer los contenidos a distancia, un 17,5% reconocía que no lo utilizaba apenas.
Juegan un papel muy importante los recursos de los que dispone cada centro. En ese punto se aprecia una notable diferencia en la percepción que tienen los alumnos de centros públicos, concertados y privados. La investigación revela que son estos últimos los mejor valorados. «Las respuestas indican que los privados interactúan mucho más con los alumnos, están pendientes de ellos, trabajan más horas y los alumnos tienen más relaciones entre ellos en las aulas virtuales», señalan desde la universidad.
Menos horas de trabajo
La educación a distancia también se traduce en menos trabajo por parte de los alumnos del que realizan en las aulas. En un 58% de las respuestas se asegura que los estudiantes dedican menos tiempo a las tareas académicas. Para más concreción, un 19% del alumnado le dedica entre una y dos horas de media al día, un 43% entre dos y cuatro horas y un 24% de cuatro a seis horas. Y muchos de ellos -un 44%- necesitan de explicaciones para saber qué es lo que tiene que hacer.
El estudio no deja de lado una problemática que ha aflorado durante estas semanas en las que los estudiantes se han visto obligados a abandonar las aulas: la brecha digital. En el caso de la Comunitat Valenciana, por ejemplo, el gobierno autonómico y algunos ayuntamientos han puesto en marcha un plan para que todos y todas estén en igualdad de condiciones a la hora de recibir el material académico y afrontar la fase final del curso con la instalación de routers y la entrega de tabletas.
En este aspecto, el 93% de los encuestados afirma que tiene varios dispositivos en casa. Respecto a la conexión, un 35% asegura que la que tiene «es buena, pero si nos conectamos todos es lenta» y un 57% no tiene ningún problema a la hora de navegar por la red, independientemente de los que accedan a ella, indican desde el politécnico.
El trabajo buscaba conocer la valoración que el alumnado tiene de la educación a distancia. Un 60% de los encuestados le dan un notable o sobresaliente, mientras que un 23% un aprobado. El estudio ha sido elaborado por Marga Cabrera, Rebeca Díez y Alberto López, del departamento de Comunicación Audiovisual del Campus de Gandia. El objetivo era conocer la percepción de las familias sobre la educación en línea. Para ello, se envió un cuestionario a 2.770 hogares de España.
