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Una reforma integral de 20 millones "humanizará" el macrogeriátrico de Carlet

Oltra pone la residencia como ejemplo en la lucha contra la pandemia tras registrar sólo un fallecimiento pese a contar con 300 personas ingresadas

Una reforma integral de 20 millones "humanizará" el macrogeriátrico de Carlet

La vicepresidenta y consellera de Igualdad y Políticas Inclusivas, Mónica Oltra, destacó ayer que el trabajo realizado por la residencia de personas mayores de Carlet para esquivar el coronavirus ha sido un ejemplo que pretende exportar al resto de la red asistencial -el mayor geriátrico de la Comunitat Valenciana arrancó la pandemia con 311 residentes y sólo ha registrado una víctima mortal tras dieciséis positivos entre las personas ingresadas y ocho entre los 260 trabajadores que la atienden- y, a la vez, anunció que el cambio de modelo que promulga el Consell hacia centros más «humanizados» se concretará en Carlet en una inversión de más de veinte millones de euros en un «ambicioso» proyecto que plantea «separar los cuatro módulos actuales en tres residencias independientes con unidades de convivencia, pequeños apartamentos que permitan tener la sensación de estar en un hogar y no en un hospital o en una institución». En caso de necesidad, dijo, sería más fácil el aislamiento por unidades de convivencia. Oltra señaló que la conselleria ya ha licitado la redacción del proyecto que se pretende acometer en tres fases, aunque evitó dar fechas para esta reforma integral que arrancará por los elementos comunes. Se trata de un proyecto a largo plazo, dijo.

Mónica Oltra comentó que, en previsión, se han vuelto a congelar los ingresos -salvo casos muy urgentes, dijo- para, llegado el momento, poder reubicar a los residentes a medida que avancen las obras sin necesidades de traslados a otros centros.

El geriátrico de Carlet tiene capacidad para 420 residentes, aunque acoge a cerca de 300, de los que 77 son válidos y el resto dependientes. El estricto confinamiento para evitar contagios ha provocado quejas de los usuarios, especialmente de aquellos que tenían mayor libertad de movimientos -uno de los residentes expresó ayer ese malestar desde su balcón al grito de «a ver cuándo nos dejáis salir a la calle»-, que hoy se acabará de levantar. El gerente del centro, Juan Carlos Quintana, reconoció el «miedo» a que se produzcan rebrotes y dejó entrever los estragos que una persona asintomática puede causar en un complejo de estas dimensiones. Si bien dijo comprender las quejas, también señaló que el confinamiento había sido una de las claves para controlar el brote que se produjo. Otro factor de peso ha sido la posibilidad de disponer de plantas vacías para reubicar a las personas enfermas y a los casos sospechosos.

«Hubiera podido ser muy grave»

«Hubiera podido ser muy grave debido a la gran cantidad de mayores que tenemos», indicó Quintana, que detalló entre otros factores del éxito que la plantilla ha trabajado «hasta la extenuación»; la colaboración de la «inmensa mayoría» de los residentes y el hecho de disponer de equipos de protección para afrontar la primera embestida de la Covid-19. El proceso de desescalada comenzó con salidas al jardín por tramos horarios, posteriormente se han autorizado visitas de familiares y, a partir de hoy, está previsto que los residentes válidos puedan salir del centro a realizar gestiones en bancos o algunas compras.

Mónica Oltra eligió de forma simbólica la residencia de Carlet para realizar esta primera visita tras el estado de alarma y plantear el reto que supone el cambio de modelo residencial. Se trata del centro donde en el año 2018 se puso en marcha el programa «L'alegria de conviure» para decidir cuál era el sistema hacia el que se quería caminar ya que tanto Oltra como el gerente dejaron claro que el modelo «macro» que caracteriza al centro de Carlet no les gusta.

Oltra animó a la dirección del complejo a plasmar en una memoria las actuaciones realizadas frente al coronavirus -«es obvio que el virus entró, pero el control ha sido muy bueno», dijo- como modelo de buenas prácticas que se puedan trasladar a otros centros. La consellera destacó que las residencias son «espacios sociales, de convivencia, no espacios sanitarios».

Oltra recordó a la patronal del sector que ya existe un protocolo de actuación que determina qué se debe hacer en cada situación -las residencias deben presentar planes individualizados de contingencia antes del 1 de octubre o tener un «stock» de material para cuatro semanas, entre otros aspectos- y, frente a las peticiones de nuevos protocolos, dijo que «otra cosa es que algunos lobbies o algunos sectores no quieran aplicar los protocolos cuando son tan minuciosos y preventivos, pero han de entender que la salud y la vida están por encima de los beneficios empresariales».

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