«Como esto continúe para largo, el 80 % de los negocios podrían estar cerrados en diciembre». Esta es la situación que describe Olga Gimeno, presidenta de la Asociación Valenciana de Ludotecas y Parques Intantiles (Avalupi), sobre el futuro del sector del ocio infantil en la Comunitat Valenciana. «No es viable para nosotros abrir. Estamos cerrados desde marzo», cuenta Juanjo Martínez, propietario de un parque infantil en Burriana y miembro de la asociación. Como él, muchos empresarios están viendo cómo sus negocios se hunden a consecuencia de la pandemia del coronavirus.

El miedo al contagio, las inversiones necesarias para adaptar las instalaciones, los elevados alquileres de los locales y la falta de ayudas económicas son los principales motivos de la quiebra. A ello se une que el verano es la peor época para estos espacios. «Con lo que hacemos el resto de año podemos sustentarnos en verano, pero al haber estado cerrados desde marzo ha sido difícil. Muchos han tenido que cerrar, traspasar o desmontar», afirma Eva López, vicepresidenta de la Asociación de Parques Infantiles y Ludotecas de Alicante (Apila), integrada en Avalupi. Eva López se ha visto obligada a retirar las bolas de su negocio. «En mi parque infantil caben casi 5.000. Para poder desinfectarlas se necesita una máquina especial muy costosa y nadie nos ha ayudado», cuenta la vicepresidenta. Olga Gimeno destaca que algunos negocios han tenido que hacer inversiones de hasta 5.000 euros para comprar estos aparatos. A estos gastos, hay que añadir otros como la luz, el IBI o los seguros, aunque el que más preocupa a los empresarios es el pago de los alquileres. «Los parques infantiles son locales muy grandes, hay quien paga hasta 2.000 o 3.000 euros», cuenta Juanjo Martínez. Además, el respeto de la distancia de seguridad por los menores en todo momento puede ser un reto para ellos.

«Aunque los pequeños entienden muy bien la nueva situación, no nos podemos olvidar de que son niños y quieren jugar», declara Eva López. Así, los miembros de la asociación esperan la vuelta de los colegios para intentar que con los grupos burbuja de hasta 20 alumnos se puedan volver a abrir sus negocios. «La esperanza es hacer los cumpleaños con los mismos niños que están juntos en clase», cuenta Juanjo Martínez.

Temor al contagio

Otro de sus obstáculos es el miedo de las familias al contagio en espacios cerrados. «Nosotros el año pasado organizamos talleres de verano y este no han tenido éxito», cuenta López. No obtante, la presidenta de Avalupi precisa que en la mayoría de negocios «se cumple con la normativa vigente, porque si no no estaríamos abiertos». Además, López lanza un mensaje a padres y madres: «Nuestros locales son sitios seguros donde los niños pueden venir a divertirse». Para superar estos frentes, los empresarios del sector del ocio infantil no han contado con ayudas específicas por parte de las instituciones. «Algunos se acogieron a las de los autónomos, pero muchos estamos subsistiendo por el ERTE», lamenta Olga Gimeno, quien propone igualar los aforos a los grupos burbuja.