«Hoy (viernes) tenemos dos mesas para cenar. Más trabajadores que mesas. Un viernes del mes de enero teníamos 93 personas con reserva y cien personas el sábado». Son datos reales del restaurante ‘El Camerino’ situado en el corazón del turístico barrio de Ruzafa. Cualquier otro fin de semana (sin pandemia), este local estaría a tope de reservas y daría tres turnos de cenas; uno de 7 a 9, otro de 9 a 11 y otro de 11 a 1. El primero lo han eliminado porque ya no vienen turistas, con hábito de cenar más temprano, y el tercero no es viable por el toque de queda. Ahora solo tienen un turno, y han visto como prácticamente todas sus reservas se esfumaban por las limitaciones a la movilidad nocturna aprobadas por el Consell.

"Desde la hostelería hemos hecho campañas para que la gente venga antes» apunta Ali Haira Kalout"

La covid ha dinamitado el turismo, pero los restaurantes todavía guardaban la esperanza de que las reservas tuvieran un poco de brío gracias a que los valencianos adelantaran su hora de cenar para evitar el toque de queda. Y, aunque aseguran que las reservas han crecido de forma tímida, la mayoría de restauradores afirman que las restricciones nocturnas han dejado a los valencianos en casa, con lo que, en la práctica, es como si hubieran bajado la persiana.

«Desde la hostelería hemos intentado hacer campañas por redes para que la gente venga antes. Se ha notado un pelín en las cenas, pero como tenemos que cortar tan pronto estamos muy limitados. En un fin de semana normal tengo varios turnos y con el toque de queda solo hemos podido hacer uno. Y piensa que si una persona viene a cenar a las 10 a las 12 tiene que estar ya en casa, en muy poquito tiempo. Es complicado», cuenta Ali Haira Kalout, cocinero libanés de un restaurante que lleva treinta años en el barrio valenciano de Ruzafa.

Tendencia en aumento

Haira asegura que ha podido llenar el interior del local de cara al fin de semana, pero que cuenta con muchísimas mesas menos de lo habitual y no le sale rentable.

Pese a todo, Vicente Pizcueta, portavoz de la Coordinadora de Hostelería de Barrios de València, asegura que muchas personas han ido desplazando sus horarios progresivamente, y que es una tendencia que va en aumento. «A las 20:30 vemos que en València empieza a cenar mucha más gente que antes. Los valencianos nunca hemos cenado a esa hora pero ahora estamos empezando a hacerlo. Antes las terrazas a media tarde se llenaban de turistas extranjeros, que sí que tienen costumbre de cenar más temprano, pero el toque de queda ha hecho que los valencianos se adapten a tomar algo un poco más pronto».

Sábado de restricciones

Los hosteleros, por su parte, no tienen tan claro las declaraciones de Pizcueta. Cándido Andrés, dueño del restaurante ‘La Estrella’, no cree que la ciudadanía haya cambiado sus horarios, al menos en su caso. «La gente directamente no viene. Creo que la mayoría todavía tiene esa sensación de miedo». Para Cándido, la caja que hace el restaurante es casi como si hubieran cerrado. Aguanta el tipo con cuatro empleados que dependen de él.

El presidente Ximo Puig anunció el toque de queda un sábado, en mitad de un fin de semana. Momento en el que los restaurantes, en teoría, deben estar plagados de reservas. Pero para Cándido no fue así. «Cuando decretaron el toque de queda ya llevábamos una semana con el toque de queda, la gente tenía miedo a salir», apunta.

Es la una de la tarde de un viernes, hora punta para cualquier restaurante en un barrio como Ruzafa. Los fogones deberían estar encendidos y el cocinero en plena faena para alimentar a las reservas del fin de semana, cuando más caja hace uno de estos locales. En cambio José Carreras, cocinero y dueño del restaurante ‘De Claire Oyster Bar’, toma el fresco en la puerta, con el establecimiento vacío. Hoy tiene una mesa para comer y otra para cenar, el sábado una para cenar y el domingo dos para comer y una para cenar. «Yo ya había remontado la primera ola, estaba casi cubriendo gastos, pero ahora me he ido otra vez para abajo».

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Sí que coincide en que hay gente que llena las terrazas antes del toque de queda, pero apunta a que son solo jóvenes consumiendo en bares. Los restaurantes como el suyo, con un público de mediana edad no han visto que se adelantaran las cenas por el toque de queda. «En un día de lluvias normal no me preocuparía porque sé que con el fin de semana lo puedo remontar. Pero es que ahora no viene nadie a cenar».

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