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"Nunca sabremos cuantos senegaleses han muerto intentando llegar a la costa"

Papa Balla Ndong, presidente de la Federación Unión Africana de España, relata la tragedia de cientos de jóvenes que pierden la vida en el mar

Papa Balla Ndong, en la sede de la Federación Unión Africana de España, en Valéncia. J.M.López

‘Barça o barxac’. Es un dicho extendido entre los jóvenes senegaleses. Quiere decir que, o llegan a Barcelona (Barça), o mueren en el camino (Barxac; el más allá). La migración se ha convertido en un acto cultural en Senegal, donde la falta de trabajo y comida obliga a los jóvenes de este país a embarcarse en un cayuco hacia la ruta canaria, una de las más peligrosas del mundo.

Una de cada 16 personas que lo han intentado han muerto en el camino, según la Organización Internacional para las Migraciones (IOM). Solo la semana pasada perdieron la vida en el mar 480 jóvenes senegaleses, lo que ha provocado que se hayan declarado tres días de luto oficial en el país. Desde España, decenas de organismos han hecho suyo también el luto, entre ellos la Federación Unión Africana de España, presidida por Papa Balla Ndong, un senegalés afincado en la ciudad de València.

« Nunca sabremos cuantos jóvenes senegaleses han perdido la vida intentando llegar a la costa. Todos los días mueren muchos, en pateras que nadie sabe que han salido», lamenta Ndong.

Nadie se sube a una patera si hay alternativa. Entonces ¿Qué ocurre para que los jóvenes senegaleses se jueguen la vida en un cayuco? Las causas, dice Ndong, son varias. «En Europa un kilo de arroz no es nada, lo tienes por un euro, pero en Senegal es mucho. Así que los jóvenes senegaleses solo pueden comer una vez al día. Es cierto que se pueden formar, estudiar una carrera, pero no hay trabajo. Todo eso hace que acaben desesperados. No hay comida ni futuro para ellos». Además, a Senegal también llegan los satélites. «Los jóvenes pueden conocer lo que ocurre en todo el mundo con su teléfono móvil. Igual tienen un conocido que ha llegado a España y les manda fotos mostrando cómo vive, o las sube a Instagram y ellos las ven. Mientras tanto el Gobierno no ha llevado a cabo ninguna estrategia de empleo para darle futuro a la juventud», denuncia.

También explica que la pandemia ha provocado la aparición de nuevos migrantes. «Senegal es un país que depende mucho del turismo en ciudades como Sant Louis o Dakar, pero con la pandemia no viene nadie. Yo tengo un conocido que ganaba dinero con los turistas, pero ahora no le ha quedado otra alternativa que salir».

Pero Senegal tiene otra gran industria, la pesquera, con grandes caladeros que hace treinta años daban trabajo a muchísimos ciudadanos. Hasta que llegaron los mega buques europeos, que comenzaron a fondear y acabaron por agotar todas las bolsas de pescado. Hoy la pesca es una actividad inviable en Senegal, y los hijos de esos pescadores son los que hoy se suben a un cayuco para llegar a Canarias.

Migrantes de segunda

«Si una persona huye de la guerra es un refugiado. Si huye por persecución política es un refugiado. Pero si huye porque no tiene nada para comer es un migrante económico», denuncia Ndong, que urge a que se cambie este aspecto. «Los refugiados reciben protección porque corre peligro su vida, ya sea por una guerra o por persecución política, pero no poder comer también es un riesgo muy grande para tu vida», dice.

Hace dos días explotó el motor de una patera cerca de las costas senegalesas. 140 personas murieron, pero es un cálculo aproximado. Según Ndong «en España nos da igual que mueran tres mil, cuatro mil o cinco mil personas. Hemos acabado por normalizar las imágenes. Lo que debemos reivindicar tras ver esto es que necesitamos rutas legales y seguras para que estos chicos no se suban a un cayuco porque no tienen alternativa». Llegar a Barça, no al barxac.

Más pateras en la costa alicantina

La costa alicantina ha recibido, en lo que llevamos de 2020, un total de 79 pateras con 889 personas a bordo, entre ellas 21 mujeres y 76 menores de edad, la inmensa mayoría procedentes del norte de África. Estos datos arrojan un aumento de llegadas a las costas valencianas respecto al año pasado, cuando arribaron 673 personas en 60 pateras. Destaca que en 2019 llegaron casi el doble de menores de edad (131) y menos de la mitad de mujeres respecto a este año (6). En 2019 se efectuaron un total de 18 traslados de inmigrantes a centros hospitalarios.

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