«¿Vienes a vacunarte? Pasa, pasa». Sara admite estar nerviosa, pero las enfermeras le tranquilizan. Menos de cinco minutos después ha recibido un pinchazo en el brazo y su cuerpo comenzará a generar protección contra la covid-19. «Estoy muy contenta, era más el miedo a la aguja», comenta. A la salida, otras compañeras de recepción también presumen de haber recibido la vacuna de AstraZeneca. «Yo ya he enviado un mensaje a la familia, somos unas afortunadas», añade Sara.

La escena se repite en varios hospitales privados. El objetivo está claro: inmunizar a sus plantillas contra la covid después de la llegada de 9.000 dosis entre Pfizer, Moderna y AstraZeneca. Esta última comenzó a inocularse ayer al personal de segunda línea después del retraso del miércoles, cuando la falta de un protocolo de inyección que dictaminase la pauta dejó las cajas con la producción de Oxford en las neveras.

Son en torno a las 11 de la mañana y en el hospital IMED sube desde la farmacia del centro a la décima planta, a los boxes de preoperatorios, una de las dos cajas que guardaban bajo refrigeración. «COVID-19 Vaccine AstraZeneca», se lee en ella. El tamaño es poco mayor que el de una caja de medicamentos habitual. En él hay diez viales, botecitos de cristal que protegen un líquido transparente que parece agua y que también significa vida, futuro tras una pandemia. De cada uno de estos botes se extraen hasta diez dosis en jeringuillas de 0,5 mililitros.

«Hemos comprado hasta unas especiales para que no se desperdicie nada», explica Lidia Gil, directora de Enfermería del centro, mientras enseña que las utilizadas para esta vacuna cuentan con una forma alargada para que en la punta final de la jeringuilla no se quede una parte sin expulsar. «Es una parte insignificante, pero no podemos dejar nada sin utilizar», añade.

A su lado, Rafael Giménez, director médico del hospital, explica que el objetivo del día es inyectar las 100 primeras dosis de AstraZeneca destinadas al personal de segunda línea del centro y que apenas 48 horas antes han vacunado a una gran parte de la primera línea con Moderna, así como a los que superan la edad indicada para la vacuna de Oxford. «Las recibimos el lunes y las pusimos todas el martes, vacunamos a 200 personas y podríamos haber hecho más porque nos lo tomamos con calma. Cada vacuna es menos de cinco minutos, pero no nos falta tiempo, nos faltan dosis», dice el facultativo.

Una enfermera del Imed prepara la vacuna de AstraZeneca para inoculársela al personal del centro. F. Calabuig

La organización es fluida, indican. «Me han avisado hace una hora que me podía vacunar», explica Juan, cocinero del centro, que indica que es un alivio. «A ver si salimos de esta», añade Pilar, higienista dental del hospital. «El primer día fue más emocionante, había más expectación», comenta Ana Valera, enfermera encargada de la inoculación.

«Tenemos las dosis justas»

Cuenta que se han abierto cinco viales, es decir, para 50 personas y en todo el día se esperan otras 50 más y dejar las otras 100 dosis restantes para el día siguiente. «Una vez se abren no pueden pasar más de 6 horas a temperatura ambiente, por eso es importante tener cuidado con las del final para que no se malgaste ninguna porque tenemos las dosis justas», expresa la directora de Enfermería. «Al ser gente del centro es más fácil de organizar porque vas preparando 10 jeringuillas y avisando a 10, luego cada persona vacunada se introduce en el registro nominal de la conselleria», añade Giménez.

En la misma mañana, en el IVO (Instituto Valenciano de Oncología) se ultima la vacunación (de la primera dosis) del personal del centro con las dosis de Moderna.

IVO: «Todos somos primera línea»

«Todo el personal del hospital somos considerados de primera línea por el tipo de pacientes que tratamos», expresa el director médico, Tomás Quirós, quien indica que los trabajadores vacunados han de esperar 15 minutos por si hay efectos adversos.

Admite que la logística es más compleja que la de la gripe, «pero al ser un hospital no es nada insalvable». Las enfermeras se cubren con epis y le añaden pantallas como protección extra a las mascarillas. Los primeros brazos desnudos del día sienten el pinchazo y el ARN mensajero comienza a ser su función a la espera de una segunda dosis que refuerce la protección. «Da tranquilidad», señala uno de los trabajadores vacunados.

Tras las inyecciones de ayer, en la Comunitat Valenciana se habían administrado 210.530 dosis de las 243.580 entregadas, es decir, un 86 por ciento de las que han llegado se han administrado. Gracias a estas, 91.910 personas ya cuentan con una inmunización completa frente al virus.

Sin embargo, el plan de vacunación no convence a todos. Desde el Colegio de Farmacéuticos denunciaron la desprotección de los profesionales de más de 55 años al ser incluidos en el grupo 3B al que le corresponde la vacuna de AstraZeneca, que no está recomendada para quienes superen esta edad. En la misma línea, los fisioterapeutas reclaman ser considerados dentro del grupo 3A para recibir Moderna o Pfizer por su «alto riesgo de exposición».