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Una década del 15M, la oleada de indignación que transformó el mapa político

Tomó cuerpo en Podemos pero también impulsó a Compromís

Pablo López, Rocío Segura, Jorge Ramos y Rosana Montalbán, frente al Ayuntamiento. Germán Caballero

Esta semana se cumplirán diez años de la eclosión del movimiento 15M, un vendaval de indignación que en mayo de 2011 tomó las calles de las principales ciudades y transformó por completo la estructura de partidos que emergió de la transición. Levante-EMV rememora con activistas, historiadores y politólogas el aniversario de aquella bocanada de ilusión y excitación colectiva.

Miles de personas participaron en las convocatorias. | F.B

Un movimiento al que dio vida una confluencia de colectivos diversos y al que se sumó una ciudadanía harta de la corrupción, la crisis económica, la precariedad laboral y los excesos del sistema bancario, y que acabó siendo escuela para muchos jóvenes que se politizaron en aquellos días.

Las protestas y concentraciones siguieron durante días. | F.B.

«Fue un momento de soñar que otro mundo era posible, en el que lo colectivo pasaba a estar por encima del individualismo, ese día llamé a mi madre y le dije ‘la revolución ha comenzado’», recuerda la politóloga, socióloga y activista en diferentes movimientos sociales, Rosana Montalbán, que remarca dos ideas de aquellos días: alegría y esperanza.

Una década del 15M, la oleada de indignación que transformó el mapa político

«Me cambió la vida, allí encontré un grupo de amigos que aún conservo», explica Pablo López, participante en el 15M. «Existía la sensación de que algo estaba cambiando y recuerdo los lazos de afinidad que se crearon entre una generación que ya ha sufrido dos crisis en pocos años, la de 2008 y la de 2020; somos la única a la que le ha ocurrido», explica.

El profesor de Historia Contemporánea Jorge Ramos, comisario de una exposición que prepara el Ayuntamiento de València sobre el 15M, apunta que el movimiento supuso toda una novedad porque era distinto y transversal. En su opinión, su influencia ha sido extraordinaria y sigue teniendo aún mucha vigencia.

El historiador Pepe Ruiz contextualiza el 15M en una época de movilizaciones e inestabilidad social que se inaugura en 2008 con la crisis económica y la primavera árabe de 2010, pero que tuvo un ensayo en las movilizaciones del ‘no a la guerra’ de 2004 o las protestas estudiantiles contra el plan Bolonia. «Había cierto músculo anterior que favoreció el surgimiento del 15M, cuyo estallido se produjo por el descontento enorme que existía contra la corrupción, que daba la sensación de quedar impune», analiza Ruiz.

«Abrió debates aún vivos»

La politóloga Rocío Segura, que tenía 20 años, fue una de las que se politizó, en su caso en protesta contra el plan Bolonia. Segura tiene en la retina la explosión de colectividad y la toma de decisiones en comunidad. «Significó el fin de un ciclo, un punto de inflexión que abrió una época de cambios y fue también una respuesta a la desafección política. El 15M activó a una generación», señala.

«Sirvió para cambiar el chip, las mentalidades», añade Ramos, y uno de los grandes logros del 15M fue poner en el centro de la agenda mediática temas como la limitación de sueldos de cargos públicos, la participación ciudadana en los presupuestos, cuestiones como la energía, la banca pública o la prohibición de ERE en empresas con beneficios, debates que aún perviven.

«Había hartazgo -incide Ruiz- en una generación a la que le habían vendido un relato de que si se esforzaba y se preparaba tendría recompensa y que solo veía precariedad por todos lados, todo eso va calando hasta producirse un cuestionamiento sobre si de verdad existe una democracia real y por eso uno de los lemas más coreados del 15M es ‘lo llaman democracia y no lo es’», reflexiona.

«Es la generación que ya no se reconoce en el turnismo PP-PSOE y tiene la sensación de que el sistema de la transición ha entrado en vía muerta», amplía Ramos.

Lo que aún queda del 15M

Aquella indignación tomó cuerpo político unos años después con la aparición de Podemos, pero el movimiento también impulsó a Compromís a escala valenciana. «La coalición también rasca del 15M y llega su eclosión y UpyD y Ciudadanos también lo intentan, pero es Podemos el que se adueña del relato del 15M», dice Ruiz.

¿Y qué queda diez años después? «Queda Podemos, que aún sigue en el Gobierno, quedan medidas como el salario mínimo, queda Más País, que acaba de superar a los socialistas en Madrid, y creo que queda, sobre todo, la conciencia social de compartir y ver cómo se involucró la ciudadanía», reflexiona Rocío Segura.

Montalbán añade que el gran cambio que propicia el 15M es que el sistema bipartidista queda «hecho añicos» y, sobre todo, demuestra que otras fuerzas pueden gobernar. «También que las coaliciones de partidos son sanas y quienes pensaron que eran inestables creo que se equivocaron y pervive también cómo aquel momento marcó a una generación y les enseñó lo que era el compromiso y también a compartir y a encontrarse de una forma comunitaria», remarca Montalbán.

El profesor Ruiz responde que hay muchas cuestiones tangibles en el panorama actual que no pueden entenderse sin comprender el impacto de aquellos días. «Es evidente que no se logró todo lo que se pedía, pero creo que se han conseguido muchas cosas».

«Cambiaron las dinámicas políticas y la estructura de partidos y queda la plataforma contra los desahucios (PAH) y la labor que está realizando y queda un espacio de encuentro de gente muy diversa», añade Ruiz. En su opinión, es probable que sin el espíritu del 15M y lo que significó de rebelión contra el sistema, Pedro Sánchez no hubiera llegado a presidir el Gobierno porque su camino hacia la dirección de los socialistas se impregnó de un relato que de alguna forma bebe del 15M.

«Aquello llevó también a un despertar de la izquierda, fue el principio del fin del PP y abrió la vía para la llegada a las alcaldías de Madrid, Barcelona o València de partidos que sin el 15M no hubieran gobernado », explica el activista Pablo López.

Posibilidad de reactivación

Sobre la posibilidad de reactivación de un movimiento al estilo15M, Segura detecta que hay rabia, pero que se proyecta de forma individual y aquella fue colectiva. «Creo que hay dos grandes movimientos sobre los que van a pivotar cambios, el feminismo y el ecologismo». Con todo, las necesidades de vivienda podrían ser el germen de un nuevo 15M.

Ramos comparte que puede activarse una protesta ciudadana en torno a las dificultades para disponer de una vivienda en condiciones porque hay mucha presión ciudadana. También detecta la posibilidad de un nuevo 15M en forma de movimiento para frenar a la ultraderecha porque el caldo de cultivo que permita agitar de nuevo las conciencias ya existe.

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