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Las palabras de los estudiantes que viajaban en el barco 'burbuja'

Una joven de Cádiz relata el viaje de vuelta en el ferri desde Mallorca tras estar cuatro días aislada

Las palabras de los estudiantes que iban en el barco 'burbuja'

Cuando junio languidece y los exámenes de las Pruebas de Acceso a la Universidad son parte del pasado, lo habitual es hacer un viaje de fin de curso. Se hace en muchas ocasiones como despedida al instituto, a una etapa y a una gente que, si bien no se tiene por qué dejar de ver, sí que entra en otra realidad con universidad o grado superior de por medio. Es, además, para muchos el primer verano con 18.

En ese intento de ejercer la normalidad, por mucho que sean tiempos excepcionales, Lucía N. del municipio de San Fernando, en Cádiz, viajó junto a su grupo de clase a Mallorca. Volaron el pasado 24 de junio, cuando el brote ya empezaba a añadir el prefijo ‘macro’ y a hablar de datos de contagios de covid con tres cifras.

Tenían previsto volver el 29 pero perdieron el avión por estar aislados en el hotel covid tras ser notificados como contactos estrechos de algún positivo del virus. Eso fue tras pasar tres noches en el alojamiento que tenían reservado y planificado.

«Lo único que buscábamos era relajarnos y disfrutar, tener unas vacaciones tranquilas, pero ahora lo único que queremos es llegar a nuestras casas», explica la joven desde el barco Sicilia que le transporta a ella y a otros 117 jóvenes desde Mallorca y el hotel covid de Palma hasta València donde un autobús les llevará hasta su casa.

«Nos encontramos bien», dice en un audio de voz de WhastApp ante la imposibilidad por la cobertura de mantener una conversación telefónica. Cuenta que han podido comer en el trayecto en el barco porque tenían acceso a una cafetería en la que les vendieron bocadillos y refrescos. En el salón «donde tenemos asientos como de avión» han pasado el viaje aislados con otros grupos de Madrid, Galicia y Córdoba.

De su grupo de amigos de San Fernando no pudieron llegar todos hasta València ayer. «Nos hicimos un tests de antígenos antes de salir de Mallorca para confirmar que éramos negativos, pero dos del grupo dieron positivo y se han tenido que quedar», lamenta. En realidad, su «desgraciadamente» se convierte pronto en una queja: «Se contagiaron en el hotel, es algo que veíamos que iba a pasar, a alguno le iba a tocar y le ha tocado a mis compañeros que se han tenido que quedar».

A pocos kilómetros de València, aunque todavía todo rodeado del azul del mar, Lucía protesta porque, cree, se les está acusando injustamente de haber hecho algo mal. «Nos acusan de ir a fiestas y macrobotellones cuando esos eventos fueron anteriores, cuando nosotros llegamos no hubo ninguno, nos acusan de que hemos estado en estos sitios y por eso estábamos aislados, pero no es así», protesta la joven.

«Esperábamos que fuera una de las mejores semanas de nuestras vidas, pero no ha resultado ser no como la esperábamos, han sido unas vacaciones desastrosas, lo único que queremos ahora es llegar a nuestras casas», reitera la gaditana que optó por regresar en el ferri burbuja habilitado por el Govern balear para, después, hacerse un antígenos en València y llegar, vía autobús, hasta su localidad.

Y aunque todavía no había pisado puerto, ya pensaba en ese momento. «Cuando lleguemos a casa haremos una cuarentena de 10 días y por precaución todos nos haremos una PCR cuando lleguemos porque no queremos sustos con nuestros padres», expresa la joven. «Nos espera un largo viaje en autobús» es el último mensaje antes de desembarcar, someterse al antígenos y dejarse llevar por los interminables kilómetros. 

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