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Las 50 riadas de València

El meteorólogo José Ángel Núñez documenta el medio centenar de avenidas que se han producido desde 1321

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Riada de Valencia de 1957

Ahora que Europa llora y se solidariza con Alemania y Bélgica por las trágicas consecuencias de las recientes riadas, los valencianos observan la situación con una enorme empatía; no en vano es uno de los pueblos más castigados por los fenómenos de lluvias torrenciales. De hecho, en la memoria colectiva todavía sigue viva la pantanada de Tous de 1982. El jefe de Climatología de la Agencia Estatal de Meteorología en la Comunitat Valenciana, José Ángel Núñez, ha documentado 50 riadas en la historia de la ciudad de València, en una serie de artículos publicados en Tiempo y Clima, la revista de la Asociación Meteorológica Española. Esa recopilación (que el autor espera completar pronto con un último capítulo), vuelve a ser un buen antídoto contra la «desmemoria» que muchas veces cultiva el pueblo valenciano, como recuerda Núñez.

Alzira, tras la pantanada de Tous de 1982, que nadie olvida. | LEVANTE-EMV

«En la Comunitat Valenciana, y en particular en la ciudad de València, los periodos de sequía y de precipitaciones torrenciales que dan lugar a catastróficas riadas están integrados en el clima, y, ni presentan una frecuencia fija, ni su duración e intensidad es siempre la misma. No son una excepción ni un castigo divino». Con esa conclusión tan contundente el meteorólogo de Aemet inicia su análisis, en el que repasa las principales calamidades documentadas en el Cap i Casal en los últimos ocho siglos. No es que antes no hubiera episodios calamitosos, que los hubo, sino que solo tenemos indicios, como los depósitos de inundaciones del periodo entre la fundación de la ciudad, en el 138 a.C., y el siglo III d.C., o los de la época musulmana.

Núñez explica que la primera gran riada de la que hay constancia tras la conquista de la ciudad por el rey Jaume I, ocurrió el 16 de octubre de 1321. Esto decía la carta que enviaron el Justicia, los Jurados y prohombres de la ciudad al rey Jaume II, y en la que narraban «la multitut de les aygues pluuials, per la qual ara son cahuts molts alberchs e cases dintre e fora los murs de la Ciutat».

«En casi doscientos años, entre 1321 y 1517, se produjeron nueve avenidas del Túria sobre València, es decir, con un promedio de una cada veinte años», señala el autor, aunque advierte que sin periodicidad fija. La riada más destructora del medievo (y algunos autores consideran que en mil años) fue el 27 de septiembre de 1517, cuando València preparaba para 8 días de festejos para celebrar la llegada del rey Carlos I. Tras 40 días de lluvias, ese domingo dejó de llover. Una doble avenida (como la de 1957) derrumbó cientos de casas y provocó centenares de víctimas y, de los 5 puentes que tenía la ciudad, la fuerza de las aguas derribó tres.

En septiembre de 1581 se produjo uno de los primeros tornados documentados en España, que acompañó a las lluvias torrenciales para desembocar en otra riada catastrófica.

A finales del siglo XVIII comienzan a registrarse las primeras observaciones meteorológicas, que se complementan con los datos históricos. De esa época la riada más importante fue la que se produjo entre el 30 de septiembre y el 1 de octubre de 1870. Se contabilizaron 363 litros por metros cuadrado en ocho días y también las primeras víctimas de las chabolas que se instalaban en el lecho del río, por el que normalmente pasaba un hilo de agua. Ese problema (a la vora del riu, no faces niu) acompañó a la ciudad hasta la riada de 1957, con centenares de víctimas en el camino, la mayoría migrantes pobres del interior.

La riada más catastrófica del siglo XIX se produjo casi al fi nal del mismo, en noviembre de 1897, con 508 l/m2 en 17 días. Con las dos últimas grandes riadas hay memoria selectiva, señala Núñez en su artículo. De la de septiembre de 1949 nadie se acuerda, a pesar de los 41 muertos y las devastadoras consecuencias en la ciudad. Es la gran olvidada por el pueblo, explica Núñez. Solo ocho años después se produjo la riada que cambió la para siempre a la ciudad, la de 14 de octubre de 1957, con 81 muertos y el faraónico Plan Su posterior que sacó el río de la ciudad para siempre. València ganó una zona verde increíble y única en el mundo, pero la herida en la huerta del sur y sus habitantes fue terrible, posiblemente el cambio más extraordinario en la historia de la ciudad.

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