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Los aprendices de la pandemia

La situación sanitaria visibiliza estas dos ramas muy desconocidas al público general

Los cinco residentes de La Fe en Intensiva y Preventiva (Ilan Cultrera, Juan Juaneda, Gema Vignoly, Ángela Poquet y Javier de Ancos) posan frente al hospital. | FERNANDO BUSTAMANTE

Podría darse la circunstancia de que el lector se encontrase frente a un preventivista o frente a un intensivista y no saber muy bien a qué se dedica ninguno de los dos profesionales más allá de vaguedades extraídas a partir del nombre. Podría darse esa situación, además, después de haber tenido en boca y en el ruido de las manos aplaudiendo su trabajo y sus pronósticos. ¿Alguna pista?

Medicina preventiva y medicina intensiva son dos especialidades que la pandemia de la covid ha puesto en pantalla, sin embargo, los futuros expertos que portarán junto a sus apellidos el conocimiento de estas materias admiten que su elección por estas ramas ya venía de antes. Aunque si siguen siendo sinceros reconocen que la pandemia ha reforzado sus intenciones previas. «O por lo menos no me ha asustado», bromea uno de ellos.

Son los casos de Rocío Tempelsman, Pablo Estrella, Juan Juaneda e Ilan Cultrera, residentes de primer año todos (y por tanto, recién aterrizados en los hospitales) excepto Juaneda, de segundo, que se decantaron por Medicina Preventiva y Salud Pública; y Javier De Ancos, Ángela Poquet y Gema Vignoly que este pasado miércoles estrenaron sus plazas como R1 en medicina intensiva de La Fe.

Su entrada como MIR esta semana coincide con una pandemia y con el momento de mayor exposición de epidemiólogos y de quienes trabajan a pie de UCI. Porque, efectivamente, preventivistas e intensivistas son, por una parte y entre otras muchas cosas, aquellos que monitorizan y vigilan situaciones de pandemia, crisis sanitaria y respuestas como la vacunación; y por otra, los que están en la atención de aquellos pacientes más graves; seguramente los dos perfiles de profesionales médicos más consultados desde febrero de 2020.

«Es una especialidad muy desconocida, a veces nos confunde con los de riesgos laborales o medicina de trabajo», expresa Cultrera, R1 de Medicina Preventiva y Salud Pública en La Fe. «Creo que hay pocos especialistas y nos hemos dado cuenta ahora de lo importantes que son para manejar situaciones como esta», añade este joven chileno. «Si todo va correctamente, nadie se da cuenta que los de salud pública están detrás trabajando, cuando hay problemas es cuando nos hacemos más visibles, parece que seamos los de las malas noticias», le complementa Pablo Estrella, R1 en el Hospital Clínico de València.

Nombres como Salvador Peiró, Ildefonso Hernández o, por supuesto, Fernando Simón (que no hizo esta especialidad en España) se han vuelto habituales en tertulias, redes sociales, artículos de prensa y hasta en conversaciones de bar. Hasta ahora, no obstante, admiten que cuando comentaban que se iban a decantar por esta formación les miraban sin saber muy bien de qué se trataba.

Según detalla Rocío Tempelsman, residente en el Peset, una explicación en la que todos inciden, en la Medicina Preventiva «nuestro paciente no es el individuo, sino que son poblaciones». «Es algo mucho más macro, que va más allá del tratamiento», señala. Juaneda lo explica con una pequeña historia. Varios médicos se paran frente a un río en el que ven que se está ahogando gente. Mientras todos se lanzan a socorrer a los náufragos, el epidemiólogo anda río arriba y ve que el problema está en un puente roto. «Nosotros vamos a la causa de los problemas más allá de tratarlos», sentencia.

Su primer año ha estado marcado por las limitaciones hospitalarias de la pandemia que han obligado a focalizar la atención en las tareas derivadas de la covid. Sin embargo, la crisis del coronavirus creen que servirá de revulsivo para su especialidad. En palabras de Ilan Cultrera, «mi impresión es que esto va a marcar un antes y un después, para el futuro va a ser fundamental contar con perfiles que sepan cómo gestionar y prevenir estas crisis sanitarias, creo que es un aprendizaje que hasta se ha quedado en la población en general».

De momento, no obstante, Juaneda señala a partir de datos del ARES (Asociación de Residentes de Medicina Preventiva y Salud Pública) que en la Comunitat Valenciana este año las primeras plazas las han escogido personas que estaban entre el 2.000 y el 3.000 en la lista del MIR mientras que el año anterior fueron dentro de los 1.000 primeros. «Es un dato que cambia mucho, en esta especialidad es muy relativo», matiza al tiempo que asegura que sí que se ha notado más interés en preguntas sobre la especialidad.

Cuidar de los más críticos

En la parte casi opuesta, con una atención focalizada en su totalidad en el individuo, están Javier De Ancos, Ángela Poquet y Gema Vignoly, los tres residentes de primer año en La Fe, aunque también se han encontrado con la situación de tener que explicar exactamente a qué se dedica un intensivista. «Yo les digo que somos los que atendemos a los que están más malitos en el hospital», expresa De Ancos, quien eligió La Fe desde Toledo por la recomendación de su servicio en UCI.

Ni en su caso ni en el de sus dos compañeras les influyó la pandemia en su elección. «Ni más ni menos», dice Poquet quien se determinó por esta especialidad porque es muy completa, con tratamiento de todo el cuerpo humano y con atención a las situaciones más críticas. Similar a Vignoly a quien su experiencia en la UCI de Sagunt le marcó: «Toca todas las ramas y ver los efectos de los tratamientos directamente en pacientes es muy emocionante».

Pese a que todavía tengan que añadir la coletilla de las UCI para explicar la figura del intensivista, destacan que la crisis de la covid ha visibilizado el trabajo de este profesional. «Creo que se ha dado a conocer para bien su labor, que hubiera personas en situación crítica se a valorado mucho», señala Ángela Poquet. «Se ha visibilizado mucho la especialidad», agrega De Ancos. «Los hemos estado viendo continuamente durante toda la pandemia», expresa Gema Vignoly.

Para los próximos cinco años esperan que la situación de la covid no influya aunque saben que acabarán viendo y atendiendo a pacientes con situaciones como las tantas veces narradas durante la pandemia. «Lo que espero es aprender mucho porque este es un servicio muy práctico, de aprender haciendo», insiste Vignoly. Si los peores pronósticos se cumplieran y otra pandemia volviera a colapsar el mundo, ellos habrán estado estos próximos años tomando buenos apuntes.

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