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Guerra defiende el modelo de las autonomías y critica las peleas territoriales

El exvicepresidente del Gobierno del PSOE señala que las comunidades «no deberían generar enfrentamientos de unas contra otras»

El exvicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra, interviene ayer en Repensar España. | M. A MONTESINOS

Alfonso Guerra luce el prefijo ex sobre cada cargo político ocupado como un símbolo que justifica cada pregunta que se le pueda hacer sobre la actualidad. Especialmente si es sobre algo que toque el consenso de la Transición, el modelo territorial o las decisiones de Pedro Sánchez, a quien debería llamar compañero por haber compartido militancia socialista y del que, simplemente dice, que «no tiene relación». Y los tres se unen cuando se toca el tema de las autonomías.

Lo hizo ayer en València en la jornada «Repensando España» del CEU Cardenal Herrera en una defensa de lo que se hizo antaño, pero con bronca a cómo se hace hoy. Porque para Guerra, rememorando la Transición, «se ha hecho una buena labor con las autonomías», por la que España es el tercer país más descentralizado del planeta (tras Canadá y Australia, aseguró), aunque después no parase de tirar piedras contra el cómo se gestionan hoy.

En esa línea comenzó preguntándose «en España, ¿qué somos?». La duda podría considerarse trampa ante tan amplia variedad de respuestas posibles; y más si la hace alguien con carrera política en el PSOE que acumula más aplausos de los rivales de los socialistas que de sus antiguos colegas. «¿Somos la suma de 17 comunidades o somos algo más?», se cuestionó para remachar que, obviamente, «algo más importante».

Con esa respuesta desenmarañó la siguiente en la que criticaba que las «diferencias entre comunidades perjudican al conjunto de España» y que «no se puede aceptar que alguien para afirmarse lo haga negando el conjunto». Pero sobre todo, dijo preguntado por las tensiones territoriales respecto a la financiación, que «las comunidades no deberían crear núcleos de enfrentamiento unas con otras». Nada agregó sobre la posibilidad de dar café a nadie.

No fue la única sacudida contra el modelo actual o contra cómo se gestionan estas. Señaló que hay «problemas con los nacionalistas catalanes» de los que aseguró que «son una minoría con privilegios que intenta convencer a la gente que ellos menosprecia para decir que las víctimas son ellos». Se le notaba el cariño. Casi tanto como para apuntar un error del pasado: el artículo 150 de la Constitución que permite seguir transfiriendo competencias a las comunidades.

Sin posibilidad de consenso

Pero el repaso de actualidad y la comparación con lo vivido en los 70 y 80 no se quedó en el funcionamiento autonómico. También voló hacia la manera de hacer política de uno y otro momento. De los de hoy, Guerra lamentó que en el actual panorama político «faltan líderes con carisma» y que en el parlamento «hay mucha bronca y pocos argumentos». Tanto es así que la llegada de «este Congreso» más enfangado que él admite que vio venir fue el motivo por el que «dimitiera» de uno de esos escaños en el Congreso que él ocupó durante más de tres décadas: «Tengo olfato, no quería estar en el parlamento que venía».

El que fuera mano derecha de Felipe González también opinó de la situación del Gobierno del que aseguró que «nunca ha tenido estabilidad» porque «los gobiernos de coalición son complicados y, además, se trata de una coalición con un partido que en sí mismo es inestable». «Ese es uno de los grande problemas que tiene actualmente el Gobierno, su propia estabilidad», indició. Asimismo, añadió que el PSOE «no debería apoyarse para gobernar en partidos independentistas, en herederos del terrorismo ni en partidos nihilistas».

Por su parte, aseguró que no volverá a València por el Congreso Federal del PSOE en dos semanas porque «no tiene relación» con Pedro Sánchez y admitió que su figura, la de Alfonso Guerra, «siempre ha creado un buen malestar en determinadas zonas del país», pero que es «infinitamente mayor» el número de personas que le apoyan.

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