La mayoría de veces que se habla, escribe o enseña acerca de la conquista del Reino de Valencia bajo la hegemonía musulmana se hace desde la óptica y perspectiva del vencedor, el bando cristiano, y se mitifica y glorifica la gesta de Jaime I, incluso por la progresía presuntamente intelectual y culta, ocultando, ignorando o desconociendo la versión de los vencidos de lo entonces acontecido. Poco se ha hecho por contrastar ambas versiones, recuperar la memoria de aquella etapa importante de la historia de Valencia.

Entrada de Jaime I en la capital

Lo de Jaime I fue una Guerra de Religión, una Cruzada bendecida y privilegiada hasta con Bulas por Roma - un cardenal Legado de la Santa Sede impuso sobre los hombres del monarca aragonés la Enseña Santa del cruzado-  y los cristianos entraron a saco y saquearon, llevándose un buen botín, a la salud de la nueva religión que se iba a “reaposentar” en tierras valencianas, religión que anteriormente había sido casi desalojada del reino.

Bajo el grito de arenga de “¡Guerra al islam!” y con el beneficio de las Sagradas Bulas Pontificias, se sumaron a la Cruzada de Jaime I tropas cristianas llegadas de distintos puntos de la península, principalmente aragoneses y navarros, y menos catalanes, territorios de la hoy Europa. Bajo la excusa de ganarse las indulgencias plenarias debidas para poder entrar en el cielo, llegaron para echar a los infieles valenciano-musulmanes de sus propiedades, casas y tierras con que lograr también la felicidad en la tierra.

Entrada de Jaime I en Valencia.

La versión de la historia contada siempre por los cristianos ha sido la de que Jaime I actuó duramente contra los muslimes para mayor honra y gloria de Dios. El mismo monarca lo dijo (Chronica real, cap XLVI) en Cortes preparando sus andanzas bélicas: “Vos pregam molt charament per dues rahons: la primera per Deus, la segona per la naturalea que nos havem ab vos, quens donets consell e ajuda,… que aquest feyt puixcam cumplir a honor de Deus”.

Las tropas conquistadoras cayeron sobre Morella, Ares, Jérica, Torres Torres, toman Burriana en nombre de Dios y para la gloria de Dios,  pacta en Peñíscola, planea atacar Alzira y Cullera, acampan en El Puig, conquistaron el castillo de Foyos, vencieron en la batalla del riu sech, y asediaron y reconquistaron –antes ya lo había hecho el Cid-  Valencia. Jaime I hizo ondear su Senyal, su bandera, sobre la torre de Ali-Bufat 7 para sabessen los Christians que nostra era Valencia·. Se bajó del caballo y besó la tierra “per la gran merce que Deu nod havia feyta”.

Estatua ecuestre del Rey Don Jaime en Valencia.

Este sentido y significado religioso de la conquista para los cristianos del reino Moro de Valencia perduró en el imaginario colectivo durante mucho tiempo. El Consell de la Ciutat, en el quinto centenario de la efeméride hacía constar en los papeles oficiales anunciadores y organizadores de las fiestas que se debían “a la infinita piedad tan especialissimo favor (sin merito alguno nuestro) de justicia nos estimula el reconocimiento; asi por las devidas gracias a haver libertado a esta Ciudad, y a su Reyno de la mahometana esclavitud, como por concecedernos vida para poder manifestar con la expresión de los regocijos, los que tan finamente ocupavan nuestros corazones, y para satisfacer en alguna manera con reverentes cultos a lo que se merece un assumpto tan Christiano que no puede aver otro que lo sea más”.

Hoy, la rememoración oficial ha convertido el recuerdo de la “gloriosa entrada de Jaime I en Valencia” en una procesión oficial cívica, desprovista de cualquier aditamento religioso por los nuevos aires que corren en los centros de decisión de poder civil, calificando aquel acontecimiento falsamente del “naiximent d´un poble” –cargándose eso sí de una tajada toda la prehistoria del pueblo valenciano cifrado en los tiempos de las tribus edetanas- pero en realidad, si el análisis lo hacemo críticamente serio, lo que se conmemora en estas fiestas del 9 de octubre es la victoria cristiana contra el Islam. Cuando comenzamos a echar a patadas a los valenciano-musulmanes arraigados aquí ya de siglos y a sustituir una religión por otra, que costó lo suyo. Y al final hubo que empujarlos y sacarlos a la fuerza de aquí. No se esto la progresía de la historia y la cultura como lo calificaría a la luz de las corrientes sociológicas de la actualidad.