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Cordones sanitarios: aislar a la ultraderecha con diferente resultado

Los expertos dudan de la efectividad de la medida para frenar a la extrema derecha, pero advierten del riesgo de ‘sorpasso’ de Vox al PP

Los presidentes autonómicos del PP junto a Pons. | JOSÉ LUIS ROCA

Una de las primeras intervenciones de Esteban González Pons como organizador del congreso que dirimirá el futuro del PP fue para llamar a Vox «extrema derecha». Horas después, se sumó el líder valenciano Carlos Mazón con un «ratifico las palabras de González Pons, la vocación del PP es gobernar en solitario». El nuevo PP de Feijóo parece decidido a marcar distancias con Vox y, al menos a priori, evitar pactos con ellos. La posibilidad del llamado «cordón sanitario» regresa.

«Cordón sanitario» son dos palabras que unidas en política quieren decir aislamiento, marginación, dejar de lado. Suele ir dirigida a la extrema derecha y no es un asunto exclusivamente español ni valenciano, ámbitos en los que no se ha practicado ya que, aunque no se comparta gobierno, sí que se ha llegado a acuerdos de investidura o en asuntos concretos con el partido de Abascal.

Ese cordón sanitario ha sido una acción habitual en Europa, con resultados dispares tal y como señalan los expertos consultados, tanto para el avance de la formación que representa la extrema derecha como para el partido del espacio democratacristiano, en este caso, el PP, más próximo en las fronteras ideológicas y con quien podría compartir votantes e incluso ejecutivo.

«Al PP le beneficia a medio y largo plazo hacer un cordón sanitario a Vox», expresa Anna Isabel López, doctora en Ciencias Políticas de la Universitat de València, quien inicia su intervención asegurando que no existe una «fórmula mágica para parar a la extrema derecha». Según detalla la investigadora, al principio Vox aparece como un aliado para el PP con el que llegar a las instituciones, pero «a medio largo plazo es una amenaza» porque «no es cosa de una legislatura».

«En un tiempo de alta polarización, los votantes quieren ideas fijas y reconocibles y acaban prefiriendo al original frente a la copia, en este contexto, la extrema derecha siempre gana», destaca. Pone el ejemplo de Italia, un país en el que la extrema derecha ha formado parte de pactos de gobierno «y los partidos conservadores clásicos han desaparecido». Hoy no solo el La Liga de Salvini la que tiene fuerza sino también Hermanos de Italia.

El ‘sorpasso’, aplicado hasta ahora a la izquierda, no es tan lejano en el caso valenciano. La doctora y experta en extrema derecha recuerda que en las elecciones generales de 2019 Vox fue primera fuerza política en 36 municipios de la Comunitat Valenciana. «Puede ser que todavía esté lejos, pero no es algo imposible que ocurra porque ya ha pasado en otros países», destaca.

El contrapunto es «la fórmula Merkel» en Alemania. Allí, la excanciller fijó una clara «línea roja» entre su partido, la CDU, y Alternativa por Alemania y aseguró que se expulsaría a cualquiera que pactase con la ultraderecha. Con esto, «se ha conseguido contener a la extrema derecha, pero no pararla: AfD sigue teniendo un 10 %, aunque ha bajado desde el 14 % que tenía».

La teoría, llevada a la práctica en este caso, es que como ese partido no va a alcanzar cuotas de poder porque no va a poder pactar con nadie, el voto va a otras formaciones políticas que sí que pudieran llevar a cabo sus políticas.

López, a su vez, también destaca el éxito que se logró en Grecia al marginar, también de los medios de comunicación, al partido neonazi Amanecer Dorado.

«Ya es muy tarde»

El sociólogo Alexis Lara, coordinador de La Comarca Científica, recuerda el caso contrario en Francia. El llamado «frente republicano» en el que se pide votar en segunda vuelta a cualquier candidato que no sea de extrema derecha no ha impedido que Le Pen y Zemmour, dos ultraderechistas, suban en intención de voto y se puedan colar en la ronda final contra Macron en las presidenciales de la próxima primavera.

En el caso valenciano, sin embargo, cree que el debate sobre el cordón sanitario «llega tarde». «El cordón sanitario se ha de aplicar al principio, cuando es un movimiento nuevo, porque cuando ya cuenta con una representación importante puede ser contraproducente y que se retroalimente como la única opción contra el sistema», desgrana. «La bestia ya está alimentada y apelar solo al voto útil es complicado», destaca.

El profesor de Ciencias Políticas de la Universitat de València, Óscar Barberá, exhibe las dificultades del PP para fijar un cordón sanitario con Vox. «Hay muchos votantes de Vox que no se ubican en posiciones de extrema derecha y que podrían votar al PP por eso no puede ser muy duro contra ellos», analiza. Estos son votantes que, explica, se le han ido a los ‘populares’ por cuestiones concretas como la identidad nacional, Cataluña o tener una posición más clara contra el gobierno de Pedro Sánchez.

Más allá de esto, Barberá cree que el nuevo liderazgo de Feijóo dará bastante independencia de los ‘barones’ para decidir sus alianzas, algo que podría dar la opción a Mazón de decidir, en un momento determinado, si pacta o no con Vox en caso de necesitarlos para gobernar. También asegura que podrá utilizar la variedad de perfiles dentro del PP para aglutinar el voto y cortar la hemorragia por la derecha.

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