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Las tormentas torrenciales de 50 l/m2 en una hora aumentan en dos décadas

Las precipitaciones son más cortas pero de mayor intensidad, con fenómenos extremos de calor a frío en apenas 24 horas

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El nuevo cauce del río Turia lleno, de nuevo, por el temporal de lluvias en València F. Calabuig

Entre veinte y cincuenta litros por metro cuadrado en el espacio de una hora, o menos. Ese es el tipo de precipitaciones que empiezan a predominar en el litoral valenciano. Son las denominadas lluvias explosivas o tormentas tromba, un fenómeno que está estudiando el Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante. «Se detecta una tendencia a este tipo de chaparrones intensos de unos cincuenta litros por metro cuadrado como máximo en una hora, situación que genera muchos problemas», señala el catedrático Jorge Olcina.

La investigación no está aún finalizada, apunta Olcina, porque se ha incorporado a expertos iberoamericanos para un análisis comparado. «En mayo podríamos tenerla concluida», confía. «En cualquier caso, el proceso de calentamiento global es bastante patente en todo el planeta y más aquí en la zona mediterránea», razona. «Está cambiando la forma de llover», enfatiza el profesor de Análisis Geográfico Regional en la UA, donde imparte clases de Ordenación del Territorio, Climatología y Riesgos Naturales.

«Cada vez vemos más episodios y más seguidos de tormentas muy intensas, no muy cuantiosas, pero la intensidad horaria provoca anegamientos e inundaciones muy problemáticos sobre todo en las zonas pobladas», remarca.

La Universidad de Alicante está colaborando con otros centros académicos del litoral valenciano para la realización del estudio. En la investigación se ha corroborado que las lluvias que más han aumentado, hasta un 25 %, son las de la franja comprendida entre 20 y 50 litros por metro cuadrado en una hora. «Ya no llueve como en la década de los años ochenta del siglo pasado», resalta.

Adaptar los entornos urbanos

Olcina lleva tiempo haciendo pedagogía sobre la necesidad de adaptar los entornos urbanos, con tanques de tormenta que recojan el agua hasta poder conducirla a las depuradoras, colectores, depósitos de agua, pavimentos drenantes o parques inundables, como el que existe en San Juan en Alicante. «Esta década es decisiva, lo que no hagamos ahora para adaptarnos a este tipo de fenómenos extremos lo pagaremos después», incidía a preguntas de este periódico, reiterando lo ya expuesto hace unas semanas en un acto de Hidraqua en el parque natural de l’Albufera.

Lo cierto es las lluvias explosivas que ahora analiza Olcina volvieron a darse la madrugada del miércoles, en localidades de la Ribera Alta como Benifaió, con una virulencia que sorprendió incluso en una zona habituada a este tipo de fenómenos. Según Olcina habrá que acostumbrarse a estas oscilaciones en el tiempo, pasando del calor al frío y viceversa en apenas veinticuatro horas, como ha sido el caso. Hace unos días se rozaban los treinta grados, para desplomarse los termómetros el miércoles hasta nevar en Aitana.

Estos episodios tan desmesurados incluyen las rachas de viento repentinas y muy fuertes, como ocurrió la noche del miércoles con la entrada de una borrasca por Ibiza que provocó ráfagas cercanas a los ochenta kilómetros por hora. «Algo está cambiando, especialmente en el Mediterráneo», reitera Olcina, quien advierte de que el mar está cada vez más cálido y cargado de energía. «De estos procesos tan acusados no tenemos antecedentes», afirma.

La suelta de agua de los embalses mantiene un caudal fluido en el Túria

Las lluvias persistentes de las últimas semanas, unidas a las que volvieron a caer martes y miércoles, mantienen un caudal de agua fluido y permanente en el nuevo cauce. Los principales embalses del sistema Túria «están almacenando su volumen máximo, considerando los correspondientes resguardos para la adecuada gestión de las crecidas». Así lo confirmaba la Confederación Hidrográfica del Júcar a preguntas de este periódico.

Las presas de Benagéber y Loriguilla registran 221 y 40 hectómetros cúbicos, respectivamente. La primera al máximo de su capacidad de almacenar agua, la segunda a un 50 %.

No requeridas por el regadío

Desde el organismo de cuenca apuntan que como consecuencia de las numerosas precipitaciones, deben liberarse «recursos hídricos similares a los que entran». «Estas sueltas, dadas las frecuentes lluvias, no son requeridas para el regadío de los usuarios por lo que circulan hasta el cauce nuevo del Turia»,explican.

«Teniendo en cuenta las actuales lluvias, estos caudales, incluyendo los correspondientes a las cuencas vertientes situadas agua abajo de los mencionados embalses, se incrementarán en los próximos días», adelantan los responsables de la demarcación. Con una nueva borrasca a las puertas, prevista para este fin de semana, la fauna empieza a proliferar en el tramo final del Túria en una estampa inédita a estas alturas del año.

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