Nervios, incertidumbre, inseguridad e incluso esperanza. Son algunas de las emociones que los aspirantes a maestro de Educación Infantil y Primaria expresaban minutos antes de entrar en el IES Isabel de Villena esta mañana. El centro de la Malvarrosa, en València, es una de las sedes que acoge esta mañana la primera prueba de las oposiciones docentes en las que la Conselleria de Educación ofrece 1.228 plazas a las que se presentan un total de 19.820 aspirantes, 9.592 optarán a un total de 1.228 plazas de Infantil y Primaria. A estos se suman otros 228 que ya son docentes funcionarios pero desean sumar una especialidad nueva a la que ya tienen.

Se trata de unas pruebas que han estado en boca de todos. Se atrasaron un año por la covid (al posponerse las oposiciones precedentes, las de Secundaria) y después se anunció la reducción de plazas ofertadas. Una de las opositoras esperaba nerviosa justo delante de la puerta del IES y contaba a este periódico que "se jugaba mucho", pues se había pedido una excedencia en el trabajo para poder presentarse.

Durante el proceso, y aunque en el inicio se anunciaron más plazas, la aprobación de la ley estatal para reducir la temporalidad hizo que Educación reservara parte de esas 2.500 plazas iniciales a un concurso extraordinario en el que está trabajando la conselleria y que cubrirá 9.000 puestos. "Durante el proceso de estudio anunciaron la reducción de plazas en oferta, lo que me desmotivó bastante, me planteé si valía la pena el esfuerzo", completa esta candidata.

Decenas de aspirantes aguardaban en la puerta. Algunos comentaban con el de al lado, otros, estaban concentrados leyendo apuntes y había un tercer grupo que escuchaba música o miraba al horizonte, expectante. Pero todos tenían algo en común. Se les podía ver las caras (a excepción de personas contadas que llevaban puesta la mascarilla), pues esta es la primera oposición educativa en "normalidad", tras dos años condicionados por la covid, en los que la mascarilla, la distancia obligatoria y el gel hidro alcohólico eran aliados imprescindibles para cualquiera de estas pruebas.

"Quiero asegurar mi plaza"

Sheila Gómez se apoyaba en una pared y leía mientras aguardaba. Cuenta a este periódico que siente inseguridad, pero también ganas de pasar el examen. "Soy interina y quiero asegurar mi plaza", explica y matiza que "lo que parecía que iba a ser un gran año con muchas plazas, ha resultado ser menos de lo que se dijo en un principio, lo que obviamente creó inseguridades, miedos y desmotivación en muchos de nosotros".

María José y Ángela eran compañeras de carrera. Ahora son profesoras interinas y quieren afianzar su plaza. Vienen tranquilas. "No es la primera vez que nos presentamos y ya conocemos el proceso y a lo que venimos". Una de ellas apunta que se ha reducido la jornada para estudiar y "he dejado muchas cosas de lado". A pesar de la reducción de plazas, "me propuse seguir y conseguir la plaza".

Eran las 8:57 y se abrieron las puertas. Los acompañantes daban los últimos abrazos y palabras de aliento y dejaban ir a los opositores, que entraban uno detrás de otro. "Bon dia", decían los organizadores. A las nueve, como un reloj, empezaban a llamar a gente.

Novedad: papel autocopiable

Este año hay una novedad: los aspirantes realizarán parte del desarrollo del temario con papel autocopiable para poder llevarse una copia de su respuesta ya en mano, con esto se ahorran solicitar de forma formal una copia de su examen.

Una medida que valoraron positivamente los opositores que aguardaban en la puerta. "Me parece muy bien, pero no creo que vuelva a mirar el examen que he hecho, me pondría más nerviosa", apuntaba Sheila Gomez. Varios aspirantes dijeron que era positivo, pero que tampoco cambiaba demasiado el proceso.

A las nueve empezaron a entrar en las aulas y, tras un año de retraso por la covid, comenzó el gran día para demostrar todo lo estudiado.