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La política valenciana pasa por la trituradora

Oltra, Soler, Mata, Bonig, Ferri, Cantó, Dalmau o Ábalos y hasta un partido, el Bloc, dejaron la escena autonómica

El exsíndic del PSPV en las Corts, Manolo Mata, y la exvicepresidenta del Consell, Mónica Oltra; a la derecha los exconsellers Soler y Marzà con el exsíndic, Fran Ferri. | F.BUSTAMANTE/M.A.MONTESINOS

El tiempo de la volatilidad, del cambio constante parece haberse adueñado de la política valenciana en el último año y medio. Ya avisó Bauman que nada era sólido, que todo se volvía líquido en estos tiempos. Una decena de cargos públicos y hasta un partido político, el Bloc, desaparecieron de la primera línea en estos 18 meses marcados por movimientos inesperados que han renovado la escena política valenciana.

Tantos cambios se han producido que cuando en unos pocos meses se convoquen elecciones autonómicas para el 28 de mayo de 2023 solo uno de los cinco candidatos que se enfrentaron a las urnas en 2019, el actual presidente, Ximo Puig, volverá a repetir.

Ya no estarán la que fue lideresa de los populares durante seis años, Isabel Bonig; el exportavoz de Ciudadanos en las Corts, Toni Cantó, que lo fue poco más de 20 meses; el exvicepresidente podemita Rubén Martínez Dalmau, que dejó hace menos de un año el cargo para volver a la docencia universitaria y, presumiblemente, la exvicepresidenta, Mónica Oltra, forzada a dimitir hace algo más de un mes y a la que su partido, Compromís, le reserva la candidatura aunque los tiempos judiciales parecen diluir la posibilidad de que lidere otra vez la lista.

Algunos tuvieron un paso fugaz, Dalmau o Cantó, otras estaban plenamente asentadas, Oltra o Bonig, pero la política no hace distinciones y todos los partidos se han visto afectados por las turbulencias que han frenado carreras políticas, algunas de forma abrupta, otras menos.

Hasta el Consell valenciano, que siempre fue refractario a los cambios acometió hace ocho semanas la que ha sido su gran remodelación y seguramente vaya a serlo en dos legislaturas. Un recambio que provocó la salida del histórico Vicent Soler, uno de los consellers más reconocidos, no solo por su paso por Hacienda, sino por su actividad docente durante lustros. Unos días antes abandonaba el ejecutivo por voluntad propia el titular de Educación, Vicent Marzà, con la intención declarada de fortalecer Compromís para el próximo ciclo electoral. Marzà no ha desaparecido de la escena política, es síndic adjunto de Compromís, pero su exposición pública es escasa.

Ferri, Oltra y Marzà, en seis meses

En seis meses, Compromís ha perdido a su principal capital político, Oltra, sustituida por la actual vicepresidenta, Aitana Mas; al síndic, Fran Ferri, rumbo a la empresa privada y cuyo cargo ocupa Papi Robles, y al conseller de Educación, relevado por la que era secretaria autonómica de Cultura, Raquel Tamarit.

Marzà, que ya había mostrado su deseo de abandonar la conselleria, aprovechó una remodelación de gobierno que había venido forzada por la salida de la portavocía socialista en las Corts de Manolo Mata, por la incompatibilidad evidente que suponía la defensa judicial del empresario Febrer en la trama Azud, que podría afectar a los intereses socialistas, con su papel de síndic. Puig puso el cargo en manos de la exconsellera de Sanidad, Ana Barceló.

Este diario contó que una veintena de cambios llegaron provocados por la salida de Mata de las Corts, incluida la delegada de Gobierno, Gloria Calero, que dejó el testigo a Pilar Bernabé para ocupar el puesto en el Senado que dejaba la consellera de Innovación, Josefina Bueno. Con Gloria Calero caía el último cargo relacionado con el que hasta hace un año era todopoderoso secretario de Organización del PSOE y ministro de Fomento, José Luis Ábalos.

Una salida repentina e inesperada, sobre la que aún hay incógnitas por despejar, y que eliminó toda la capacidad de influencia que el exministro tenía sobre el socialismo valenciano.

Incluso más volátil fue el primer semestre de 2021. Un torbellino. Todos los partidos, los tradicionales y los que enarbolaban la bandera de la nueva política, se veían afectados por los movimientos. Pocas veces seis meses dieron para cambiar tanto.

La víspera de la jornada electoral de mayo de 2021 en la que barría en las autonómicas de Madrid Isabel Díaz Ayuso, el presidente del PP en ese momento, Pablo Casado, decidió que Bonig tenía que irse y que su puesto lo ocuparía alguien más cercano a la entonces dirección nacional, el presidente de la Diputación de Alicante, Carlos Mazón, que será el candidato del PP a las autonómicas. La salida de Bonig convirtió en síndica a la número dos del PPCV, María José Catalá, porque Mazón no es diputado autonómico.

A la expresidenta popular le fueron segando la hierba bajo los pies desde Génova hasta dejarla sin apoyos en el congreso autonómico y forzar su retirada. De haber caído Casado unos meses antes, la historia seguramente hubiese distinta con Feijóo al frente.

Dos meses antes se producía el hundimiento de Ciudadanos con la salida de Cantó hacia el gobierno autonómico de Díaz Ayuso, en el que, tras unos meses de espera, encontró un destino dorado de 75.000 euros anuales para dirigir la promoción del español.

En Podemos hubo más cambios que el relevo en la vicepresidenta de Dalmau por Héctor Illueca. En enero de 2021, Pilar Lima sustituyó a Naiara Davó como síndica, seis meses después de ganarle en las primarias.

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