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El PP quiere un plebiscito autonómico a Sánchez

Los populares de Mazón enseñan sus cartas para el 28M: fundir a Puig y al presidente del Gobierno. Empieza además a germinar en parte de la izquierda la idea de un Sumar valenciano con Baldoví al frente y sin dependencias centrales para salvar votos ‘morados’

Mazón y Puig, en un acto en las fiestas de Alicante el pasado mes de junio Jose Navarro

El PP ha enseñado sus cartas esta semana. Se vio sin filtros en la última sesión de control en las Corts a Ximo Puig: todo fue ‘sí es sí’, sedición y Bildu. O sea, la cartera de la actualidad española. Es una estrategia que no inventa, pero que se ha hecho presente ahora con toda su fuerza. El PPCV intenta que las próximas elecciones autonómicas (posiblemente el 28 de mayo) sean un plebiscito a Pedro Sánchez. O sea, los populares de Carlos Mazón creen que tienen más posibilidades de ganar si consiguen trasladar a la ciudadanía que están votando para tirar al Gobierno de España. Para empezar a hacerlo. Que Sánchez y Puig son la misma cosa y, por tanto, apartar a este es el primer paso para hacerlo con aquel.

La buena noticia para el Gobierno valenciano de izquierdas es que el mensaje encubierto de la estrategia es que la gestión del Botànic no debe ser tan negativa. La mala es que es un discurso que cala fácil, una mecha que prende rápido dada la potencia mediática de la agenda estatal, en especial gracias a las televisiones y las radios. Ya se ha demostrado en el pasado: nada es igual, pero algunas circunstancias actuales evocan las del cambio político a mediados de los 90 que llevó a Edurado Zaplana y a José María Aznar al poder aquí y allá.

El PP tiene además los tiempos a favor. La olla a presión mediática y social aumentará a medida que se acerquen las elecciones generales. Y en mayo deberían faltar seis meses para ello.

Para situarse, la ciudadanía tendrá el 28 de mayo (el adelanto electoral no se contempla a día de hoy) dos papeletas: una autonómica y otra de su municipio. Y en la cabeza tendrá que hacer balance de la situación en España, en la C. Valenciana y en su pueblo o ciudad. Los ‘populares’ consideran que irá mejor para ellos si lo que pesa más es la agenda española, mientras que los socialistas y el resto de izquierdas entienden que ganan si cuenta más lo local.

Es una de las grandes razones por las que Puig en esta ocasión no ha valorado el avance electoral, la singularización del voto autonómico. Porque la dirección socialista piensa que puede favorecerle el impulso municipal, donde el dominio de la izquierda es aplastante. Entiende que le beneficia que el elector piense que también está votando a su alcalde o alcaldesa al votar a Puig. Esa tensión entre lo español y lo local y autonómico es la que decidirá los resultados el 28 de mayo.

¿Qué pasa a la izquierda?

La semana ha dejado también claro que, a pesar del paso fugaz de Yolanda Díaz por Valencia para relanzar Sumar (con menos brillo que hace un año), no hay ningún movimiento al respecto por aquí. Más bien hay guerrillas, como las de EUPV (un clásico). Pero la posible confluencia a la izquierda de los socialistas suma pocos avances (o ninguno).

Dicen las direcciones que todo se deja para febrero. Pero en política, como en el campo de labranza, no hay fruto si no se riega antes. Toca el tiempo de regar, si es que se quiere cosechar algo.

De momento, la dirección de Compromís (y de Més, especialmente) es reacia. Se mantiene en sus trece con el sustento de las bases locales, donde la idea de una agrupación autonómica con Podemos y EU atrae poco (o nada). Enemistades ancestrales.

No obstante, existe un elemento poderoso llamado pragmatismo, y en sectores cercanos al posible candidato Joan Baldoví empieza a germinar la idea de liderar esa posibilidad. La clave pueden ser las expectativas valencianas de Unides Podem: si las encuestas empiezan a decir que la barrera del 5 % puede no salvarse. Hasta ahora, la mayoría dice que sí la superaría, pero con estrecho margen, en torno a un punto.

La cuestión será hasta qué punto arriesgar si la victoria electoral de la izquierda (incluido ahí el PSPV) puede depender de si esos miles votos ‘morados’ se pierden. Cuestión de pragmatismo porque no hay red. Al otro lado está posiblemente la llegada de la ultraderecha al poder.

A favor puede estar también el componente de reilusión tras circunstancias difíciles, como la salida de Mónica Oltra. En contra, la máxima de que la suma de siglas casi nunca es suma completa de votos. En todo caso, los que cerca de Baldoví ya vislumbran esa opción advierten que sería viable con ese rostro y con independencia de todo lo que se cuece en España alrededor de Yolanda Díaz.

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