Caso Gürtel

Correa confiesa y Camps se encara con él: "Me estáis jodiendo la vida"

Dos cabecillas de Gürtel admiten ante el tribunal el trato de favor de la Generalitat a Orange Market, regalos a la familia del expresidente del Consell y el rediseño de la farmacia de su mujer

Pérez, Crespo y Correa, en primera fila. Camps se sienta al final, en la imagen a la derecha.

Pérez, Crespo y Correa, en primera fila. Camps se sienta al final, en la imagen a la derecha. / Levante-EMV

Tono Calleja Flórez

Las confesiones de dos de los cabecillas de la trama Gürtel en el último juicio de la última valenciana, Francisco Correa y Pablo Crespo, enervaron el ánimo del expresidente de la Generalitat, Francisco Camps, durante la segunda sesión del juicio que se celebra en la Audiencia Nacional. Correa y Crespo ratificaron su confesión ante la Fiscalía Anticorrupción en un minucioso interrogatorio de la fiscal Concepción Nicolás. Camps escuchó ambas declaraciones revolviéndose en su silla, según confirman a Levante-EMV abogados de las defensas. Y cuando finalizó la vista se encaró con Francisco Correa en el vestíbulo de la sede de San Fernando de Henares de la Audiencia Nacional

Según fuentes presenciales, Camps le habría espetado a Correa: «Eres un hijo de puta, me estáis jodiendo la vida», según adelantó ayer elplural.com. Sin embargo, otras fuentes señalan que Camps le espetó a Correa: «Eres un mentiroso. No sé por qué dices que me has visto. Me estáis arruinando la vida». Unas palabras que se intercambiaron a escasa distancia y en medio de un pequeño corrillo que se formó, según fuentes presenciales.

Camps también le habría recriminado que Correa declarara que lo había visto tres veces: «En la famosa boda de la hija del presidente [José María] Aznar, en la boda de Álvaro Pérez y en una reunión en el Hotel Fénix [de Madrid]». Según otras fuentes presenciales Camps negaría estas tres coincidencias y que conociera al empresario y líder de la trama Gürtel. «Yo a ti no he visto nunca», negó visiblemente alterado. Y hasta le habría señalado: «Me compadezco de vosotros, pero eso no significa que tengáis que mentir para salir de la cárcel». 

Camps y Correa pudieron coincidir a la salida del edificio de la Audiencia Nacional porque el líder de la trama Gürtel disfruta de un permiso penitenciario que le permite acudir por su propio pie a la sala de vistas. No es el caso de Pablo Crespo y Álvaro Pérez que siguen en prisión por lo que abandonan la sala de vistas escoltados por la Policía y por otra salida distinta al resto de acusados y al público. 

Entre los detalles vertidos en las confesiones de Francisco Correa y Pablo Crespo, que habrían podido enervar al exjefe del Consell, estarían los regalos que recibieron familiares directos de Camps (sus padres y sus suegros) en las navidades de 2007. Así como la grabación, escuchada en la vista, en la que Álvaro Pérez informa a Crespo que «he venido a la ‘farma’ [de la mujer de Camps] para enseñarle el último diseño y ha pasado el Curita [en referencia al expresidente de la Generalitat] para ver a su chica». 

La reforma de la farmacia estaba valorada en 600.000 euros, según desveló la Fiscal Anticorrupción. Aunque sobre esto último, Crespo declaró que «quedó en nada más que los bocetos. No se sufragó ningún coste respecto a este tema. Existía un impedimento urbanístico y no se llegó a hacer». También aclaró que Álvaro Pérez intervino porque «dada la buena relación con Camps, le pidió consejo respecto a una reforma en la farmacia. Álvaro Pérez tiene buen gusto y le pidió a un diseñador que hiciera unos bocetos».

Por su parte, Francisco Correa también declaró que su contacto para acceder a los contratos de la Generalitat fue el expresidente Francisco Camps. «Inicialmente la relación la tuvo Álvaro [Pérez El bigotes] con Paco Camps y a partir de ahí yo creo que Camps le fue presentando a otros miembros del Gobierno, tanto del Partido Popular como de la administración». 

El cabecilla de la trama Gürtel se ufanó de que sus empresas eran «como un brazo del Partido Popular». De ahí que cuando «rompimos con Génova [la sede del PP] con el cambio de José María Aznar a Mariano Rajoy» desembarcaran en València. «Yo presionaba a Álvaro. Tenía que hacer su gestión empresarial y contactar a Paco Camps para que le diera trabajo. Y poco a poco fue introduciéndose y obteniendo algún contrato, como Fitur y la visita del papa, pero no los que yo deseaba».

Tanto Correa como Crespo admitieron la deuda que el Partido Popular mantenía con Orange Market y que por eso presionaban a Álvaro Pérez para conseguir más contratos con la Generalitat. «Para el pago de la deuda pendiente nosotros lo que queríamos era estar ahí y que nos dieran actos». Entre otros proyectos que no cuajaron estuvo la posible organización de los Grammy Latinos en València porque «tenía una infraestructura muy buena. La Generalitat tenía que participar económicamente como en la Fórmula 1 y el papa». Crespo también admitió que estas iniciativas también se sostenían en que "había química con el señor Camps".

Los líderes de la trama confirman el amaño del pabellón de Fitur de 2009

Los empresarios Francisco Correa y Pablo Crespo también confirmaron ayer el amaño del pabellón de la Generalitat para Fitur 2009, que ellos supieron que iban a ejecutar antes de la adjudicación provisional. De hecho, según se revela en una grabación escuchada ayer y confirmó Pablo Crespo, Álvaro Pérez se reunió el 6 de noviembre de 2008 con Dora Ibars, directora general de Promoción Institucional, para hablar del pabellón (dedicado a los grandes eventos y que pagaba cada empresa pública), tres días antes de la adjudicación. «Después vino todo el lío de que había que facturar a cada empresa pública», según Crespo. Alguien de la Generalitat fue quien pidió a dos responsables de Orange Market que el coste del pabellón de Fitur se dividiera "en ocho facturas de 12.000 0 15.000 euros, la cifra de entonces para el contrato menor. Alguien con capacidad de decisión en la Generalitat decidió cómo se debía facturar la totalidad del trabajo", explicó Pablo Crespo en su declaración. L.B. València