Salud Mental

Sanidad gasta 175 millones en ansiolíticos y antidepresivos, una cifra disparada tras la pandemia

El comisionado de salud mental de la Generalitat Valenciana, Rafael Tabarés, alerta del "uso masivo" de estos fármacos, sobre todo los antidepresivos, desde 2018 | Uno de cada cinco adultos valencianos los consume

Marta, una joven valenciana de 21 años, sostiene los ansiolíticos y antidepresivos que toma cada día

Marta, una joven valenciana de 21 años, sostiene los ansiolíticos y antidepresivos que toma cada día / German Caballero

Gonzalo Sánchez

Gonzalo Sánchez

“Tengo 21 años. Con 21 no puedo acabar enganchada a las ‘benzos’. Es muy heavy”. Marta está tomando tres pastillas diarias; ansiolíticos y antidepresivos. Antes tomaba zolpidem, pero le generó tolerancia y ahora necesita algo más fuerte, así que su psiquiatra le recetó lormetazepam, un medicamento similar a una benzodiazepina. Lo toma cada día. Cuenta que ha perdido la libido por los efectos secundarios de los medicamentos, y que tiene algunas pérdidas de memoria que la asustan mucho.

La primera vez que Irene fue a urgencias porque no podía respirar le recetaron ansiolíticos y antidepresivos a diario y la mandaron para casa. “Me dieron cita para el médico de cabecera en un mes. Pero nadie me explicó nada, así que no me tomé ninguna pastilla porque me daba miedo. Yo quería saber qué le iba a pasar a mi cuerpo si empezaba a tomar medicación tan potente”, explica. Irene tenía entonces 27 y ahora lleva un año yendo a trabajar con antidepresivos. Los toma a escondidas, ni siquiera su compañera de piso lo sabe. Lo que le da 'yuyu' ahora es dejarlos

Paula reconoce que “hizo trampa por la desesperación” y no está orgullosa. Toma ansiolíticos sin receta para calmar la ansiedad desde hace meses. “Es una solución rápida cuando la realidad se me come”, confiesa. Es la historia de muchas jóvenes, le intentaron subir el alquiler y decidió comprar un piso. Ahora ha subido todo -incluida su cuota de autónomos-, y la ansiedad se la está volviendo a comer. Ha decidido trabajar más para facturar más, “¿Pero a qué precio?”, se pregunta. Vive cada día “con la sensación de no llegar, de no poder, de ahogarme”. Y se toma una pastilla.

Conselleria de Sanidad ha gastado este año 175 millones en psicofármacos (ansiolíticos, antidepresivos, antipsicóticos, hipnóticos..). Eso supone la mitad del presupuesto de Conselleria de Vivienda y la cifra está completamente disparada desde el año 2018. Solo en ansiolíticos y antidepresivos se gastaron 78 millones en 2022, mientras que en 2018 fueron 61.

Marta abre la caja donde guarda sus ansiolíticos y antidepresivos.

Marta abre la caja donde guarda sus ansiolíticos y antidepresivos. / German Caballero

Incremento "brutal" de antidepresivos

La sociedad está cada vez más medicada. Personas yendo a trabajar con antidepresivos en el cuerpo o que solo pueden dormir con la ayuda de benzodiazepinas es una postal muy común en las ciudades. La realidad, el trabajo precario, la carestía de la vida y las expectativas inalcanzables son un monstruo que se engulle a las personas que necesitan pastillas para ir a currar.

Así lo advierte el comisionado de salud mental de la Generalitat Valenciana y psiquiatra, Rafael Tabarés, que denuncia que hay un "uso masivo" de antidepresivos desde hace años. "En Atención Primaria estos fármacos se recetan como chuches", explica.

"No es normal que alguien acepte que para funcionar en la vida necesita una muleta en forma de pastilla"

Rafael Tabarés

— Comisionado de Salud Mental de la Generalitat Valenciana

Hay que aclarar que esta no es una realidad exclusivamente valenciana, ni española, se da en todo el mundo occidental (aunque España sea de los países que más psicofármacos consumen). Estamos quemados y usamos la química para no abrasarnos con el sufrimiento emocional que produce seguir en la rueda. Un sufrimiento emocional que, en muchísimos casos, se curaría con terapia y no con pastillas.

"No es normal que alguien acepte que para funcionar en la vida necesita una muleta en forma de fármaco", denuncia Tabarés. El gasto en estos fármacos ha llegado a ser tal que, según cuenta Tabarés "se estima que entre un 15 y un 20 % de los valencianos toma algún psicofármaco para funcionar en la vida". En países como Reino Unido, por ejemplo, la estimación es similar.

Tabarés explica que hay muchísimo sufrimiento emocional (que no es lo mismo que trastorno mental), que se acaba resolviendo con pastillas cuando se puede resolver fácilmente con terapia. "Estamos medicalizando el sufrimiento. Y eso no es gratis", cuenta.

Marta enseña a cámara los ansiolíticos y antidepresivos que consume cada día.

Marta enseña a cámara los ansiolíticos y antidepresivos que consume cada día. / German Caballero

"En un estudio reciente en Cataluña vemos que se recetan muchos más antidepresivos que las depresiones diagnosticadas que hay, y no sería extraño que ocurriera lo mismo en València", cuenta Tabarés. La mayor parte de estos fármacos se recetan en atención primaria y esto tiene una explicación. "Los profesionales está desbordados porque el tiempo de atención por paciente es el que es, y tiran de lo fácil, recetar una pastilla porque no da tiempo a más", cuenta el psiquiatra.

Más psicólogos en la pública

Esto tampoco quiere decir que la Generalitat Valenciana no esté haciendo un gran esfuerzo. El propio Tabarés es el encargado público de revertir esta situación y explica que cada año se están contratando psicólogos clínicos para los centros de atención temprana, con el objetivo de que haya al menos uno en una de las 216 áreas de salud. En 2022 se han contratado a 39, en 2023 serán 36 más, en 2024 tocan 47, en 2025 también 47, igual que en 2026.

El esfuerzo está ahí, sobre la mesa, pero Tabarés sigue siendo consciente de que quizá no es suficiente para enfrentar esta ola de problemas de salud mental. Lo que preocupa especialmente al comisionado es el "incremento brutal de antidepresivos. El consumo está cambiando. Antes era más común que se recetarán ansiolíticos o hipnóticos, ahora hay un crecimiento enorme de antidepresivos", cuenta.

Los efectos secundarios de estos medicamentos tan fuertes también son una consecuencia a tener en cuenta. "Además de disminuir la libido y poder causar pérdidas de memoria, acarrea una pérdida de la capacidad de reacción. Esto para camioneros o personas que trabajan con maquinaria pesada por ejemplo puede ser muy peligroso", explica.

El uso de ansiolíticos y fármacos no solo se reduce al plano de la salud mental, cada vez hay más niños y jóvenes que los consumen. "Los ansiolíticos se recetan cada vez más para tratar el Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH). Antes solo los usaban los psiquiatras en los centros ,pero ahora su uso se está popularizando mucho en pediatría.

Para Tabarés existe un gran problema de base, y es que esto es un problema social. "Estamos paliando las consecuencias, pero no pensamos cómo resolver las causas, muchas de ellas que tienen que ver con nuestro ritmo de vida y el trabajo tan precario extendido por la sociedad". También tiene que ver con una generación de jóvenes "maltratados, haciendo prácticas sin cobrar, viviendo en una ciudad donde es imposible ahorrar porque el alquiler se come todo el sueldo", cuenta. En su opinión, el sentir social ha cambiado en los últimos años. "Hace dos décadas había mucha más ansiedad y miedo por las cosas. Ahora lo que yo diría es que hay un decaimiento, una sensación de hundimiento. De ahí el consumo de antidepresivos".