La verdad en la guerra de números

La realidad de las cifras valencianas que Generalitat y oposición se tiran a la cara es un territorio dependiente, que necesita o financiación del Estado o deuda

La pregunta real es si cabe menos déficit y mantener el transporte gratis para jóvenes

Arcadi España entrega la cartera de la conselleria de Hacienda a Ruth Merino

Arcadi España entrega la cartera de la conselleria de Hacienda a Ruth Merino / Germán Caballero

Alfons Garcia

Alfons Garcia

¿Cómo de desesperada es la situación financiera de las cuentas públicas valencianas? Mucho, si se atiende a los actuales responsables de la Generalitat. La titular de Hacienda, Ruth Merino, ex de Ciudadanos y profesional de la Agencia Tributaria, dijo el viernes que la deuda por habitante se ha elevado hasta los 12.218 euros y pedía terminar con «la deriva irresponsable de los últimos años». El jefe del Consell, Carlos Mazón, se lamentaba el lunes de «una herencia económica penosa». Los socialistas se revuelven, exigen la condonación de la deuda (la mayor parte, el 83,5 %, es con el Estado a través de los fondos extraordinarios para paliar la infrafinanciación valenciana) y replican que el PP está abonando el terreno para aplicar recortes con los que compensar la eliminación de los impuestos se Sucesiones y Donaciones.

No hay mentiras, pero sí miradas sesgadas, focalizadas en el punto que interesa políticamente. La realidad es que la Comunitat Valenciana es un territorio dependiente, que necesita de una mejor financiación o de los créditos del Estado para mantener los servicios públicos. Y la realidad es que el estirón del déficit estaba llamado a caducar porque la UE ya está en esa pista de aterrizaje.

55.438 millones

Por poner algo de orden, sí, la situación de deuda de la Comunitat Valenciana es preocupante. Son 55.438 millones. Es la segunda en términos absolutos después de Cataluña (85.456 millones) y la primera en relación a su riqueza (PIB), un 43,7 %, pero también es verdad que ha disminuido 0,7 puntos en el primer trimestre de este año y 2,2 puntos en un año en esta variable. Y es verdad que está vinculada a una situación de financiación injusta que obliga a recurrir a préstamos del Estado para cubrir el déficit anual del coste de los servicios públicos.

Es una «losa», en términos de Mazón, que preocupa cuando se acerca el fin de las vacaciones de las reglas fiscales y Bruselas se prepara para recuperar límites de gasto y deuda. Es la segunda ‘conselleria’ valenciana (6.607 millones en 2023), después de Sanidad. Pero también es verdad que creció más en la etapa del PP que en la del Botànic. Según datos del Banco de España, entre 2007 y la mitad de 2015 se incrementó en 28.644 millones, mientras que en los últimos ocho años (la misma franja temporal) ha engordado en 15.374 millones, la mitad.

Las conselleras Salomé Pradas y Ruth Merino comparecen ayer tras el pleno del Consell. | M. A. MONTESINOS

Las conselleras Salomé Pradas y Ruth Merino comparecen tras el pleno del Consell / M. A. MONTESINOS

En este tiempo la Comunitat Valenciana se ha situado en la media de España de gasto en servicios públicos fundamentales. ¿Debería haber permanecido lejos de esa media para no aumentar la deuda? Es una pregunta trascendental a la hora de plantearse la situación financiera.

Es verdad, como dice Mazón, que las cuentas valencianas son irreales porque han llegado a incluir dos partidas ficticias (reivindicativas, se las llamaba en algún momento) para equilibrar la infrafinanciación, pero también es cierto que el presupuesto de la izquierda del último año (2023) no ha sido ya tan expansivo.

¿Es mucho o poco?

El déficit del Consell al cierre de mayo es de 1.039 millones. Real absolutamente. ¿Es mucho o poco? Pues para ser mes de elecciones autonómicas, es menos que el déficit en mayo de 2022 (1.366 millones). Entonces, era el más alto de España. En esta ocasión, Cataluña y Madrid (sí, Madrid, la tierra aspiradora de recursos) han superado a la Comunitat Valenciana. Los números son siempre buena munición para exageraciones. Una prueba más.

El déficit con el que la Generalitat cerró 2022, de 3.800 millones, le parece escalofriante a Merino. Y sí, lo es; en comparación con los años anteriores aumenta. Pero también el Gobierno central puso fin a los ingresos extra por la covid, mientras que hay incrementos de gasto, como el sanitario (seguro que se puede ser más eficiente), que se han consolidado. Y si se compara, los déficits en los años duros de la crisis financiera fueron superiores: 6.709 millones en 2011 y 5.412 en 2010. Todo es relativo, queda claro. En todo caso, la pregunta importante a responder es si se puede atar en corto los números rojos y prorrogar la gratuidad en el transporte público a jóvenes. Conclusión: ¡es fácil retorcer los números! Ahora que cada uno decida qué interpretación le convence más.

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