Ximo Puig: "No me planteo en absoluto ser ministro. Mi ambición es reconstruir la alternativa"

Expresidente de la Generalitat. No lo esperaba, pero el pasado 28 de mayo las urnas le ordenaron desalojar el Palau de la Generalitat. La ola de antisanchismo fue crucial, reflexiona, para tumbar a un Gobierno sin "pulsión de cambio". Le duele la presencia ahora de la ultraderecha en el Ejecutivo. En su nueva vida aspira a jugar desde el Senado un papel en la España federal. ¿Ministro? No se ve, pero prima "el sentido de servicio".

Puig: "Este Gobierno es legítimo, no voy a hacer lo que ha hecho el PP con Pedro Sánchez"

Germán Caballero

Alfons Garcia

Alfons Garcia

Pasado

Una imagen de Miguel Hernández, una foto de una manifestación en la plaza de la Virgen de València repleta de gente, quizá de las del accidente del metro, un bloc de páginas amarillas con anotaciones a mano, un Quijote en una estantería, algunos libros en la mesa, menos que los que acumulaba en el despacho de president de la Generalitat tras ocho años, que se fueron. Es el paisaje de su despacho de hoy.

¿Echa de menos la vida en el Palau?

Perder la oportunidad de trabajar con gente ilusionada en un proyecto lo noto a faltar, pero he ganado otros espacios.

¿Cuál es el momento más duro vivido en el Palau?

La pandemia, sin duda.

¿Los días de soledad?

Sí. Los días en los que no sabíamos cuál era la dimensión. Toda la dificultad para conseguir mascarillas y respiradores, las noches cuando hablaba con la consellera y me pasaba el parte de las UCI y las muertes. Son momentos que aún ahora, alguna noche, aparecen de nuevo. Creo que aún no somos conscientes de la influencia que ha tenido sobre nosotros.

¿Cree que no se ha valorado el trabajo hecho?

Sí se ha valorado. Hay una parte de orgullo de la sociedad valenciana, que fue capaz de actuar unida y ser corresponsable. En otras partes se tomaron otras decisiones y tuvo otros resultados. Hubo gente (algunos están en la Generalitat ahora) que no lo entendió, pero la inmensa mayoría de la sociedad, sí.

¿Cuesta más asimilar la derrota que la victoria?

Hay que saber ganar y perder. El problema de la derecha es que no sabe ni ganar ni perder.

¿Por qué lo dice?

Por la actitud.

¿Cree que no han sido justos con usted o con su Gobierno?

Hay una mirada tan partidista de las instituciones por parte de las derechas, acentuada además con la incorporación de la ultraderecha. Eso me preocupa. Yo nunca traté al presidente de la Generalitat en los términos que se me trata a mí.

¿Está dolido?

No. Me cuesta entender que no se considere que la política va más allá del tribalismo.

Usted no esperaba perder el 28 de mayo, ¿verdad?

No. Teníamos la convicción del trabajo hecho. Había una aceptación muy importante de la sociedad. No había pulsión de cambio. Solo una vez, en un acto en Sant Vicent del Raspeig, una persona me dijo ‘Que te vote Txapote’. No sabía ni de qué me hablaba. Ese cóctel que se denominó antisanchismo y que muy bien nadie sabe lo que es, excepto una dosis muy importante de odio y de rencor, influyó.

¿Tiene claro cuál fue el error o todo fue ese antisanchismo?

Seguro que cometimos errores, siempre hay sombras en la gestión, pero creo que lo positivo es bastante más que lo negativo.

Algunos le reprocharon no haber roto con Compromís.

Yo siempre valoré la estabilidad, porque nos ha permitido recuperar mucho terreno perdido en lo reputacional. La herencia eran 150 personas condenadas por corrupción y que no se le había pedido perdón a las víctimas del metro. Ahora tenemos la sede de Caixabank o del Sabadell, la gigafactoría más importante que se va a hacer en el sur de Europa...

El Gobierno actual dice que también hay un montón de facturas de Sanidad sin pagar.

Sí, claro. Cuando llegamos teníamos 5.300 millones en sanidad y más de 1.000 fuera de presupuesto. Nosotros hemos llegado a 8.500. Puede ser que haya facturas, claro, porque el gasto sanitario es permanente. Ese es un gran pacto de Estado que habría que hacer para garantizar una sanidad pública con una financiación adecuada y para que no tengan excusas de privatizar, que es lo que quieren.

De momento se está a la espera de auditorías.

Ya. Nosotros habíamos pedido un informe a la Airef que frenó la pandemia para ver cómo podíamos gestionar mejor la sanidad, porque se puede ser más eficaz.

¿Con la privada también?

Claro. Concertamos, por supuesto. Lo que pasa es que la base fundamental es el derecho a la salud, más allá del dinero que tenga cada uno.

¿Piensa que Pedro Sánchez podría haberle ayudado más a ganar las elecciones?

Con el Gobierno de España tuvimos momentos de no entendimiento porque lo que he hecho siempre es defender por encima de todo los intereses de la Comunitat Valenciana.

El presidente actual dice que la suya fue una actitud tibia.

Si el presidente es Pedro Sánchez, estoy seguro de que la Generalitat va a convertirse en un instrumento de Génova contra el Gobierno de España. Si gobernara Feijóo, hubiera cambiado el tono reivindicativo, se lo aseguro, porque ya lo hemos vivido. Nosotros hemos dicho lo mismo. Otra cosa es que no hayamos alcanzado los objetivos, sobre todo en la cuestión de financiación. Pero es que el señor Feijóo está en contra del cambio de modelo que queremos los valencianos. Por tanto, esto va a ser un problema muy difícil de resolver. Lo sabemos, pero el señor Mazón sabe que yo estaré siempre al lado de la posición que acordamos en su momento.

¿El teléfono le ha dejado de sonar?

Suena menos. Y lo agradezco.

¿Con alguna decepción personal?

Siempre las hay. Pero he tenido la suerte de poder asumir esta responsabilidad con una cierta madurez y ya sabes que eso va a pasar, pero en general, no.

Mako Mira, ¿entra en el paquete de decepciones?

No, está haciendo un trabajo para viabilizar una de las grandes inversiones que se van a producir en todo un siglo en la Comunitat Valenciana. Estará el tiempo necesario, es una persona que está claramente alineada con el proyecto.

Ximo Puig durante la entrevista con Levante-EMV

Ximo Puig durante la entrevista con Levante-EMV / Germán Caballero

Presente

Ahora tiene más tiempo de ocio. Se le ve en exposiciones y presentaciones de libros, como el último de Muñoz Molina. Está leyendo Los hombres no son islas, de Nuccio Ordine, uno de sus autores de cabecera. «El retorno a la filosofía como base de la vida pública y personal, diaria, es fundamental», dice. «El utilitarismo, que todo tenga que tener algún tipo de respuesta económica, mercantil, es un atraso histórico de dimensiones extraordinarias». Defiende una mirada más humanista de la vida, como la de Fernando de los Ríos en El socialismo humanista.

¿Le ha sorprendido este gobierno de PP y Vox o está donde esperaba tras casi cien días?

Me produce dolor que la extrema derecha esté en el Gobierno. Es absolutamente legítimo, nunca haré esa política destructiva del PP con el Gobierno de España, que lo declaró ilegítimo, pero me parece una anomalía que la extrema derecha que está contra la autonomía esté en una institución en la que no cree. Y es una anomalía con respecto a Europa. Las próximas elecciones europeas van a ser de parar el ascenso de la extrema derecha, que va a acabar con la Europa de la Ilustración.

El partido de Meloni negocia entrar en el Partido Popular Europeo.

Se está produciendo un adosamiento a los principios de la extrema derecha por parte de la derecha democrática. En el caso valenciano, que un partido de esas características tenga tanta influencia y tenga en sus manos la política cultural, me preocupa. Ya digo, sin quitarle la legitimidad.

¿Cómo ve al presidente Mazón? ¿Qué le reprocha?

No me corresponde. Además, es poco tiempo. Hay cosas que no me gustan porque afectan a la convivencia. Reabrir, por ejemplo, la cuestión lingüística no tiene nombre. Forma parte de esa política de involución de este gobierno de contrarreforma.

¿Ha hablado con él? ¿Le ha llamado en este tiempo?

No, pero creo que tiene mucho trabajo. Me puse a su disposición desde el primer día, pero tiene que hacer aquello que considere oportuno.

De lo hecho hasta ahora por este Gobierno, ¿alguna medida le convence?

Me convencen algunas que habíamos tomado nosotros, como continuar con el transporte gratuito o prolongar la disminución de las tasas.

Usted hizo una rebaja fiscal, ¿la de Mazón no le gusta?

Hicimos una rebaja fiscal pactada con todos en las Corts. Significó un gran revuelo y dificultades con el Gobierno de España, que no pensaba de esa manera.

¿Pero es injusto el impuesto de Sucesiones?

Hay que hacer una gran reforma fiscal en España para garantizar aquello que dice la Constitución, que es la progresividad fiscal y un Estado del Bienestar potente. Las reformas de las comunidades son muy limitadas. Lo que no se pueden hacer son trampas al solitario. En el Senado, donde habito a ratos, el PP ha presentado una cuestión para que desaparezca el impuesto de Sucesiones en todas las comunidades y que el Gobierno de España compense esos ingresos. ¿En base a qué nuevos impuestos? No es muy popular, pero si no defendemos que aquellos que más tienen más deben aportar, lo que se está haciendo es laminar el Estado de Bienestar, que es lo que la derecha en muchos casos quiere.

Su partido está realizando una línea de oposición contundente. ¿No cree que hay que bajar el suflé?

Sí, por supuesto, pero si ve una sesión de control en las Corts, es mucho más respetuoso el grupo socialista que el popular, que dentro de esta involución democrática ha vuelto a preguntarse a sí mismo. Yo le propuse en el debate de investidura cinco pactos sobre cuestiones que creo que son importantes.

El ‘president’ dijo que los aceptaba y aumentaba.

Y hasta ahora, nada de nada, ningún acercamiento. Apelar al consenso y no hacer nada, y después decir como gran aportación a la democracia que con nuestros votos le deja un sitio en la Mesa a Compromís, es ya impresionante. Que no lo revista de democracia ni de dignidad porque no la tiene.

¿Diría que la Comunitat Valenciana está en una situación de excepción política por la presencia de la ultraderecha?

Podría entrar si todos los postulados de la extrema derecha fueran siendo asumidos por el PP. Creo que estamos en un momento muy complicado, porque está contaminando la acción de un gobierno.

¿Entiende al presidente cuando habla de revalencianizar la lengua de la Generalitat?

Lo mejor que se puede hacer por el valenciano es expresarse con esa lengua, porque está minorizada, tiene problemas y hay que protegerla. Tuvimos un gran acierto con Zaplana al pactar sacar del debate político la cuestión lingüística. Eso se había acabado. Por más que se quiera decir, estábamos ya en otro estadio. ¿Se imagina que el presidente del Gobierno le hubiera dicho al presidente de la RAE lo que ha dicho aquí? Es un retroceso enorme. Creo que no darán muchos más pasos allá porque es hacer el ridículo. El problema es que se intenta volver a polemizar sobre la lengua y a decir cosas que están fuera de la ciencia, pero al mismo tiempo no se utiliza nunca. Es terrible. El espacio del valenciano está absolutamente minimizado. Y al tener menos presencia institucional, eso afecta al conjunto de la sociedad.

¿No sería necesario unir fuerzas en torno a la violencia de género?

Teníamos un acuerdo, pero lo que no se puede es dejar en el aire las causas que provocan la violencia de género.

O sea, el concepto de ‘violencia contra las mujeres’ no le vale.

Es que no es lo mismo. Estamos en contra de todas las violencias, faltaría más. Pero la violencia de género parte de la desigualdad y de una cultura machista. No entender que el terrorismo machista es el gran problema que tiene España en estos momentos es perverso. Queremos que el PP continúe en el acuerdo, pero hay que intentar minimizar las causas, que haya hombres que se crean superiores. Y eso es educación, no es adoctrinar, es dar instrumentos de valores a los niños y las niñas.

¿Se ha planteado en algún momento que quizá deberían haber dado su apoyo a la investidura del PP de Mazón para que no tuviera que apoyarse en Vox?

No tuvo ningún interés. No hay que darle vueltas. Si lo hubiera tenido no hubiera hecho el pacto tan rápido. Un acuerdo que describe la catadura ideológica de este Gobierno: la famosa servilleta de los cinco puntos que dio la vuelta a España y nos volvió a situar en el hemisferio del ridículo.

¿Ha hablado con Pedro Sánchez recientemente?

Sí.

¿De la investidura?

Bueno…, claro.

¿Será pronto?

Lo que pasó en las elecciones es que hubo una reacción democrática por parte de la ciudadanía para romper la dinámica de que todo estaba escrito.

Dinámica que a ustedes no les llegó a tiempo, ¿no?

Porque los acuerdos con la extrema derecha fueron también una parte importante del resultado electoral del 23J. A partir de ese momento, lo que lo que pasó es que solo había una posibilidad de Gobierno, por más que diga el señor Feijóo. No es presidente porque ningún partido democrático de España al margen del PP va a pactar con la ultraderecha. Por tanto, solo hay una oportunidad y es que el Partido Socialista, junto a Sumar, sean capaces de armonizar una alternativa con las opciones nacionalistas. Yo creo que sí, que es posible. Es lo mejor.

¿La alternativa pasa por la amnistía del ‘procés’?

Mire, hay un nivel de convivencia mucho mayor en Cataluña, pero lo que pasó fue muy grave y nadie lo puede dejar de cuestionar. ¿Cuál es la salida? ¿Profundizar en la confrontación? La derecha española ha sido una fábrica de independentistas permanentemente. Hay que entender España como la España de las Españas, porque ha sido históricamente así. No es ningún invento. La Constitución del 78 no es el principio del Estado plural.

¿La amnistía entonces es el paso natural, siguiente?

Evidentemente hay que buscar una línea de solución con generosidad.

¿Y con condiciones?

Por supuesto. Un pacto siempre tiene cesiones de una parte y otra. A nadie se le debe impedir ser independentista o neofranquista. Aquí, oiga, hay un vicepresidente del Consell que se ha mostrado reiteradamente admirador de Franco.

¿Debe haber líneas rojas en esa negociación: la unilateralidad, la consulta sobre la autodeterminación?

Los acuerdos tienen que ser en base a la legitimidad que dan las normas y en la Constitución hay margen suficiente para poder buscar puntos de encuentro.

¿Hasta donde usted sabe, el puerto de València, su ampliación, ha estado en la mesa de negociación o va a estarlo?

Nadie del ámbito independentista ha puesto encima de la mesa esta cuestión, creo que tienen otra agenda que les preocupa más. Nosotros hemos defendido siempre una ampliación siguiendo los criterios medioambientales y garantizando la soberanía económica española y valenciana.

¿Con nueva declaración de impacto ambiental o sin ella?

Siempre dijimos que se siguiera el camino legal correcto. Si no es necesario, y parece ser que no lo es, pues no se tiene que hacer. Pero todas las medidas suplementarias para mejorar la dinámica ciudad-puerto son fundamentales. Hacer de esta cuestión un elemento de confrontación territorial es muy irresponsable y no atiende a la realidad.

¿Sabe por qué no se amplía o se toma una decisión en algún sentido?

Porque lo que se quiere por parte del Gobierno es tomar la decisión con todo el apoyo jurídico. Hemos visto ya, por ejemplo, la ZAL.

¿Se ha recompuesto la relación con Compromís después de lo que pasó en la Mesa de las Corts?

Hemos sido socios en un Gobierno y estoy satisfecho de lo que hemos hecho juntos, aunque en ocasiones no hemos tenido puntos de encuentro suficientes. Ahora cada uno tiene que defender su espacio. Nosotros somos un partido de amplio espectro con una vocación mayoritaria y voluntad de ser alternativa, pero siempre intentaremos mantener una buena relación con Compromís.

¿Deben ir a la una en la tarea de oposición?

En las cuestiones centrales es importante. Van a llegar acuerdos de forma bastante natural, y no solo con Compromís, sino con todas las organizaciones sociales y económicas si se pone en cuestión aquello que consideramos fundamental para el autogobierno de los valencianos.

¿Se equivocaron en la gestión de la presidencia de la Diputación de Valencia? ¿Su partido no obró como debía?

El Partido Socialista actuó de manera honesta, pensando que era posible un acuerdo entre fuerzas que consideramos progresistas. Se dieron todas las facilidades. Si finalmente no ha sido así, la fuerza que ha sido responsable, lo deberá explicar.

¿Cuál es su opinión hoy sobre Jorge Rodríguez?

Es una persona que he respetado siempre. Y la opinión política, por los hechos los conoceréis. Sentí mucho lo que pasó y lo defendí hasta el último momento. Pero hicimos lo que teníamos que hacer.

Ximo Puig posa después de la entrevista en la sede del PSPV-PSOE

Ximo Puig posa después de la entrevista en la sede del PSPV-PSOE / Germán Caballero

Futuro

Un óleo de grandes dimensiones de Pepe Azorín, pintor comprometido de Altea, preside el despacho, al que se llega tras una simbólica Alameda Salvador Allende. Es el lugar donde pasa más tiempo en este momento, tras dejar el Palau.

Secretario general del PSPV, diputado, presidente del grupo en las Corts y senador. Para algunos es un exceso de cargos.

Me he quedado en las Corts por responsabilidad, porque no creía que era razonable irme, más allá de mi interés personal. Y estoy en el Senado porque creo que puedo aportar en este momento tan especial de España. Quiero potenciar el papel federalizante que puede tener el Senado y una España más federal. Tanto aquí como allí no sé el tiempo que voy a estar, pero estaré intentando un Senado que sea de verdad territorial. Pero vamos, no crea que tengo tantos cargos. Y solo cobro uno.

Decía que estará hasta cuando esté. ¿Significa que se replantea su futuro?

El futuro siempre llega y yo vivo el ‘carpe diem’. Ahora la ambición más importante para mí es reconstruir la alternativa.

¿Formará el Gobierno alternativo del que habló?

El Consell de la alternativa le llamaremos. Me importa no tanto la fiscalización del actual Gobierno, sino que actualicemos el proyecto de la vía valenciana.

¿Usted se ve de ministro en unas semanas?

No. Me veo como secretario general del PSPV e intentando coordinar este Consell de la alternativa.

¿Le gustaría ser ministro?

Siempre he asumido las responsabilidades de acuerdo con las convicciones y el sentido de servicio y utilidad. En este momento no me lo planteo en absoluto. Además, es una cuestión que el presidente tiene que decidir. Primero hay que hacer gobierno y aún falta un largo trecho. De todas maneras, lo que más me ha gustado ha sido ser presidente, ya no hay nada más importante que pueda ser en la vida.

Podría volver a serlo. ¿Le gustaría repetir como candidato en 2027?

Eso ya es demasiado futuro.

Y en un futuro más cercano, ¿sabe qué va a hacer en el próximo congreso del PSPV?

También es demasiado futuro. En política un año es una eternidad. Estoy en la condición de ayudar y de estar donde sea útil, pero sin ninguna ambición más.

¿Lo razonable sería dejar paso?

Puede serlo. Hay que estudiarlo. Me encuentro bien y hay un plus de experiencia que es importante. He dado todas las oportunidades que he podido a gente joven y a mujeres.

¿Después de usted cree que lo ideal sería una mujer como secretaria general?

A mí me gustaría que hubiera una presidenta de la Generalitat mujer, pero no quiero yo condicionar nada.

Carlos F. Bielsa, Diana Morant, Alejandro Soler, Arcadi España, Pilar Bernabé. ¿El futuro del partido está en esos nombres?

Todos son personas valiosas y van a tener su papel en el futuro, seguro. Ya lo tienen. Tenemos que hacer una gestión de los recursos humanos mejor para incorporar a muchas personas que porque no tienen una excesiva ambición no somos capaces de formularlas como grandes activos del partido.

¿Tiene algo que reprochar a Bielsa por la listas del Congreso y aquel rifirrafe?

No tengo nada que reprochar, porque cada uno tiene su visión de las cosas. En general, una de las cosas que más me ha ayudado a vivir es no tener rencores ni intentar pasar cuentas a nadie.

¿En ese partido del futuro hay que fijar una posición clara sobre temas como la Iglesia, la monarquía o los toros?

Un partido amplio no está exento de contradicciones. Lo que se trata es de ir aminorándolas e ir circulando por los caminos de la civilidad. El dogmatismo no es el recetario socialdemócrata y hay que ser capaces de mantener esa mirada abierta.

¿Y ve a Mónica Oltra de regreso en la política?

No sé, es una decisión que deberá tomar.

¿Mantiene algún contacto con ella?

No lo he tenido en los últimos tiempos, pero tengo el máximo respeto y estoy satisfecho de haber podido compartir un tiempo importante en la política. Hicimos un esfuerzo conjunto para mejorar la sociedad valenciana.

¿Cómo ve España dentro de cinco años: más federal, más rota?

Rota no va a estar si no se empeñan los que quieren apropiarse de España. España ha pasado por momentos muy complejos y no se va a romper. Federar es unir, no separar. Lo que falta no es más competencias de las comunidades, sino dotarlas mejor y más espacios de cooperación.