Día Mundial contra el Cáncer

"El cáncer me ha enseñado a valorar las pequeñas cosas del día a día"

La enfermedad impacta también en las voces silenciosas, los familiares de los pacientes, como Samuel y Eva que vieron sacudidas sus vida cuando su hija y su marido fueron diagnosticados

Samuel Garrote, el padre de Carla, es miembro activo de la asociación Aspanion y posa con dos supervivientes de cáncer.

Samuel Garrote, el padre de Carla, es miembro activo de la asociación Aspanion y posa con dos supervivientes de cáncer. / L-EMV

Lluís Pérez

Lluís Pérez

El cáncer afecta a 31.928 nuevas personas cada año en la Comunitat Valenciana. La enfermedad irrumpe directamente en sus vidas, pero también en la de su entorno personal: sus familiares, amigos y conocidos. Una red, en muchos casos, invisible; pero que no está al margen de la enfermedad. Lo padecen de forma indirecta, sufren el impacto psicológico y laboral. A ellos también les cambia la vida. Con motivo del Día Mundial contra el Cáncer, Levante-EMV quiere dar visibilidad a los convivientes silenciosos. 

«Hemos hecho muchos sacrificios porque era importante mantener fuerte la familia para que Carla estuviera bien». Quien habla es Samuel Garrote, el padre de una familia numerosa con seis hijos, a los que el cáncer infantil les sacudió a mediados de 2022, tras semanas en los que la pequeña estaba siempre cansada. Carla, de cuatro años, se recupera de una leucemia linfoblástica que ha cambiado la vida de su familia por completo. Durante un tiempo, han renunciado a la vida social, a los cumpleaños de amigos y se han centrado en ser familia. Samuel ha dejado temporalmente su trabajo en los hospitales para cuidar de su hija y, también, para evitar el contacto con otras patologías, aunque eso no les impidió pasar la covid

« Somos una familia muy grande y cada uno ha aprendido a llevarlo diferente»

Samuel Garrote

Además del cambio en su vida, cada uno de los siete ha tenido que aprender a sobrellevar la noticia. “Somos una familia grande y cada uno lo afronta a su manera —, relata— aunque siempre hemos sido muy naturales a la hora de transmitir la enfermedad de Carla al resto de la familia». El mayor tiene 14 años, la pequeña dos, y a todos ellos les insistieron en que «no acudieran a Internet, que nos preguntaran que si no sabíamos algo, ya nos encargaríamos». La montaña rusa en la que se convirtió su vida ha ido muy ligada al estado de salud de Carla. «Los peores momentos que hemos pasado ha sido cuando ella ha sufrido y nosotros, simplemente, hemos podido estar ahí». 

Samuel Garrote cuenta la historia de Carla en el Día Mundial contra el Cáncer.

Samuel Garrote cuenta la historia de Carla en el Día Mundial contra el Cáncer. / L-EMV

Ansiedad, hipocondría y miedo

El cáncer también le cambió al vida a Eva, quien ha decidido prestar solo su voz y no aparecer en fotografía: «Me bloqueé completamente cuando a mi marido le diagnosticaron un mieloma múltiple». Su esposo, un hombre de 40 años, deportista y de hábitos saludables padece un tipo de cáncer incurable, que afecta a los huesos —«similar a un carcoma que se los va comiendo», explica— aunque tiene un buen pronóstico para convivir con él a largo plazo. Ella ha estado a su lado desde el principio. Dejó de trabajar, no sólo para estar con su marido que puede valerse por sí solo, sino porque era incapaz de ejercer de dependienta cada día: «No me centraba ni en mis propios hijos —tienen cinco y dos años— cuanto menos iba a poder atender bien a una persona que viniera a comprar», relata. 

Convive también con las secuelas psicológicas. Sufre episodios de ansiedad, hipocondría y hubo una etapa, al inicio de la enfermedad, en la que tenía miedo hasta a entrar en casa o coger el móvil. «Me enteré sola, al recibir los análisis en el móvil y ver las cruces en los apartados de marcadores tumorales», explica emocionada.

«Encontré refugio en una comunidad de Facebook y se han portado muy bien»

Eva

Decidió no compartir sus problemas personales con su marido, «por aquello de que el enfermo es él», y sigue sin hacerlo. Se apoyó en sus padres, probó con la ayuda psicológica aunque no conectó con la primera profesional a la que recurrió y no lo ha vuelto a probar; sí toma antidepresivos

Apoyo fuera del entorno familiar

Al final, encontró refugio en una comunidad de Facebook, en la que ha hallado un «apoyo grandísimo»; explica que «se han portado muy bien conmigo, resolviendo todas mis dudas». En su historia, se cruzó también con la Asociación Española contra el Cáncer que los ayudó a financiar un piso para el ingreso domiciliario. A nivel económico, «nos hemos podido ir defendiendo», aunque han rebajado su nivel de ingresos porque ambos han dejado de trabajar. Su marido cobraba unas comisiones adicionales que ahora ha dejado de ingresar y ella, aunque cobra una prestación «buena» por desempleo, lleva un año y medio desempleada. Al menos, su vivienda habitual la tienen ya pagada. «No vivimos como antes, que se podía decir que lo hacíamos de maravilla, pero nos vamos apañando», comenta. 

En el caso de Carla y su familia, la asociación Aspanion ha sido un pilar fundamental; también las familias de otros niños con cáncer. El contacto con ellas les ha permitido comprobar que «lo primero son los niños y todos tenemos en la cabeza que Carla salga adelante». Ella lo está haciendo y «ya la vemos contenta». Al final, el cáncer reordena «muchas prioridades familiares» y deja atrás «las mil tonterías con las que ocupamos nuestra cabeza en el día a día», incide. 

Samuel comparte esta filosofía de vida con Eva. «Ahora disfruto más de las pequeñas cosas —, confiesa—. Vivimos agobiados y, al final, lo único realmente importante es la salud». Tras año y medio, ha decidido que es el momento de pensar en ella y «de retomar las riendas de mi vida».