Incendio de València

Los vecinos de Campanar, un mes después: "Tenemos la esperanza de volver a nuestras casas algún día"

Los afectados piden que no les olviden y reclaman a la administración que agilice el papeleo para la reconstrucción si se dan las condiciones 

El precio de los alquileres en la ciudad hace imposible que la mayoría pueda volver a vivir en el barrio

Valencia. VLC. Un mes del incendio de Campanar, cómo les ha cambiado la vida a los afectados. Varios afectados por el incendio en la parte de atrás del edificio donde se inicio el fuego

Valencia. VLC. Un mes del incendio de Campanar, cómo les ha cambiado la vida a los afectados. Varios afectados por el incendio en la parte de atrás del edificio donde se inicio el fuego / M.A.Montesinos

Gonzalo Sánchez

Gonzalo Sánchez

El periodista Manuel Vicent escribió en una columna que el tiempo no existe, y que en realidad, el tiempo solo son las cosas que nos pasan. Hoy hace un mes del incendio de Campanar. Un fuego que arrasó 130 pisos, mató a 10 personas y dejó sin nada a cientos. Un mes agotador que a los vecinos les ha parecido un año.  

Con todas las cosas que les han pasado, el tiempo ha corrido a distinta velocidad para Purificación, Jesús, Ana y José Javier. «Es raro. Aún nos levantamos de la cama y pensamos que estamos allí, en nuestras casas, y que todo ha sido una pesadilla», cuenta Puri. 

Treinta días después del shock empiezan a atisbar algo que se parece un poco a la rutina. Pero el edificio quemado no se lo sacan de la mente ni de la agenda. «Yo salgo de casa a las 7 de la mañana y no vuelvo hasta las 21. Seguimos haciendo papeleo sin parar, y el que nos queda, porque lo hemos perdido todo. Ahora he caído en que mi hija no tiene la cartilla de vacunación, por ejemplo», explica José Javier Abarca, que trabaja de profesor. Las dos primeras semanas tras el suceso tuvo que pedírselas libres para gestionar la ingente cantidad de burocracia que había que hacer «vete al registro de la propiedad, a hacienda, a hacerte el DNI... Era un no parar», recuerda. 

Valencia. VLC. Un mes del incendio de Campanar, cómo les ha cambiado la vida a los afectados. Varios afectados por el incendio en la parte de atrás del edificio donde se inicio el fuego

Valencia. VLC. Un mes del incendio de Campanar, cómo les ha cambiado la vida a los afectados. Varios afectados por el incendio en la parte de atrás del edificio donde se inicio el fuego / M.A.Montesinos

Como todos los vecinos, José Javier tiene su vida hecha en la zona, y varias veces por semana tiene que dejar a su hija en una extraescolar. «Muchas tardes tengo que pasar por la rotonda, y si miro arriba no puedo evitar que se me siga escapando alguna lágrima. No creo que ningún vecino haya encajado esto todavía», cuenta. 

Esperanza tras la tragedia

Han pasado 30 días y ahora los vecinos tienen dos principales objetivos; el primero es reconstruir sus casas, y el segundo es que no les olviden. «Tendrán que hablar los expertos, pero tenemos la esperanza de volver a vivir en nuestras casas algún día. Todos queremos reconstruir», explica Purificación Camacho. 

Jesús Sánchez, el marido de Puri, explica que esas viviendas eran una inversión para muchas de las familias. «Elegimos el piso por la accesibilidad que tiene el barrio (él es tetrapléjico) pero también como algo que pudiéramos vender el día de mañana si nos tenían que cuidar en una residencia», cuenta. 

Valencia. VLC. Un mes del incendio de Campanar, cómo les ha cambiado la vida a los afectados. Varios afectados por el incendio en la parte de atrás del edificio donde se inicio el fuego

Valencia. VLC. Un mes del incendio de Campanar, cómo les ha cambiado la vida a los afectados. Varios afectados por el incendio en la parte de atrás del edificio donde se inicio el fuego / M.A.Montesinos

Todos los propietarios están de acuerdo en reconstruir, el problema ahora son los inversores. «Un 50 % de los propietarios somos gente que vivía en los pisos, un 20 % los alquilaba y el resto eran de fondos de inversión. Veremos si estos últimos quieren volver a construir. Pensamos que sí porque con los precios de la zona sale más rentable». 

Lo que piden ahora los vecinos son ayudas económicas para poder sacar adelante las obras, y sobre todo que la administración no ponga trabas y las agilice lo máximo posible. «No podemos estar tres años pagando un alquiler y una hipoteca. Sencillamente no podemos, no tenemos tanto dinero», lamenta Purificación.

La mayoría de los vecinos afectados están en el edificio de viviendas sociales de Safranar habilitado para acogerles temporalmente, pero unos pocos ya han encontrado alquileres en la zona. Sin embargo, no son alquileres que todos puedan pagar. «Ayer le di me gusta a un piso por la mañana de 1.200 euros, y a la tarde lo habían subido 300 euros», denuncia José Javier. «¿Cómo vamos a estar pagando 1.200 euros de alquiler y una hipoteca? Sobre todo cuando las ayudas se van a acabar», denuncia Purificación. 

El problema es que Campanar es su barrio, y sobre todo el de sus hijos e hijas. Ahí tienen el colegio, las amistades, la falla, o las extraescolares, y no se quieren ir a otro, pero los alquileres son totalmente prohibitivos para cualquier familia de clase media. 

Mi amiga Carmen

«Yo vivía en la novena planta, y mi amiga Carmen en la esquina. La veía casi todos los días. La mala suerte quiso que el incendio le pillara en casa. Se quedó dentro siguiendo las indicaciones de los bomberos», recuerda Ana. Para José Javier era la mujer que aparcaba todas las mañanas el coche al lado del suyo en el garaje. 

Valencia. VLC. Un mes del incendio de Campanar, cómo les ha cambiado la vida a los afectados. Varios afectados por el incendio en la parte de atrás del edificio donde se inicio el fuego

Valencia. VLC. Un mes del incendio de Campanar, cómo les ha cambiado la vida a los afectados. Varios afectados por el incendio en la parte de atrás del edificio donde se inicio el fuego / M.A.Montesinos

Esta mujer vive en uno de los pisos con su hijo y su nuera, que se pasan la mayor parte del año en Tailandia, y dice que conocía a todo el vecindario. «Nos avisó un chico de un bar cercano del fuego, nos llamó al verlo y gracias a eso bajamos por el ascensor. Creo que nadie pensaba que podía pasar aquello, menos mal que bajamos», cuenta. 

No quedó nada

Después de la tragedia lo más duro fue volver a por lo poco que quedaba y que bajaron los bomberos. El procedimiento era a través de una videollamada con la familia, para que les pudieran decir donde buscar, pero el panorama que encontraron todos fue desolador. «Las plantas no tienen ni paredes. No queda nada de nada. Los bomberos tenían que guiarse con el plano. Cuando vi mi casa así, sin paredes, sin muebles, sin cosas... Me derrumbé», cuenta Purificación. Algunos vecinos ni siquiera quisieron hacer esa videollamada advertidos por sus compañeros de rellano de lo que se iban a encontrar. Se ahorraron ese mal trago. 

Valencia. VLC. Un mes del incendio de Campanar, cómo les ha cambiado la vida a los afectados. Varios afectados por el incendio en la parte de atrás del edificio donde se inicio el fuego

Valencia. VLC. Un mes del incendio de Campanar, cómo les ha cambiado la vida a los afectados. Varios afectados por el incendio en la parte de atrás del edificio donde se inicio el fuego / M.A.Montesinos

Del incendio quieren recordar poco, prefieren enseñarse fotos de cómo eran sus antiguas casas y cómo estaban decoradas, en lugar de la montaña de polvo en la que se han convertido. «Esto tiene que investigarse bien ¿Cómo es posible que diera la vuelta a la fachada en 45 minutos?», lamenta José Javier. Lo que más les duele haber perdido son las cosas que no valen dinero. «Al final es todo material y estamos bien, pero el otro día me saltó en el móvil un vídeo de mi hija bailando en el salón y me dio un vuelco el estómago. Todo se ha perdido. Tenía su cordón umbilical, la primera huella, recuerdos de viajes... Todo», lamenta. 

Los pisos, de una constructora que se jactaba de ofrecer «las mejores calidades», pero que acabó quebrando víctima de la burbuja inmobiliaria, se construyeron en 2008 pero se vendieron en 2014 a través de la inmobiliaria de un banco que trataba de dar salida a esos activos tóxicos de sus balances. Muchos compraron las viviendas con grandes descuentos respecto a su precio inicial. Un piso de dos habitaciones rozaba los 400.000 euros.