Historia mínima del 14 de abril

El día de la proclamación de la II República es una jornada marcada por el peso de la Historia, ahora señalada además por la ley que preparan PP y Vox

 Fue una jornada de celebración, pero que vivió episodios de represión, también en València

El 14 de abril de 1931, en la plaza Emilio Castelar

El 14 de abril de 1931, en la plaza Emilio Castelar / Levante-EMV

José Luis García Nieves

José Luis García Nieves

En el superventas Homo Sapiens, Yuval Noah Harari escribe que «la historia es algo que ha hecho muy poca gente mientras que todos los demás araban los campos y acarreaban barreños de agua». Por eso, quizá, hay dos historias. Está la Historia: la escrita en caja alta, la de los libros, donde mandan fechas, protagonistas y hechos. Hay otra: en minúscula, con tinta invisible, el reverso humilde de la historia. Son historias como la de María Sales, una niña de 12 años que se convirtió posiblemente en la primera víctima valenciana en la recién nacida Segunda República Española, el 14 de abril de 1931, que hoy cumple 93 años.

La historia de Sales empezó como comedia pero pudo acabar en tragedia. Una multitud reunida la tarde del mismo día 14 en la plaza Castelar (hoy del Ayuntamiento) tomó la calle Barcas y la manifestación acabó convertida en procesión fúnebre en torno a la plaza central de la urbe. En una ciudad que acababa de quemar las fallas unas semanas atrás, a alguien se le ocurrió que la sátira (enginy i gràcia) era la mejor celebración a la valenciana para dar la bienvenida a la democracia.

València había enterrado la monarquía, así que se hicieron con dos ataúdes, cientos de cirios y marcharon por el centro de la ciudad entre lloros de las plañideras frente al bar Barrachina, un despectivo “RIP a Gutiérrez” en referencia al Rey y un retrato de Alfonso XIII entre gritos de “Que se vaya”.

Poeta Querol, Rodrigo Botet, Juan de Austria, Barcas… Recorren la València histórica; la València, también, de Blasco Ibáñez y el diario Pueblo, frente a cuya redacción se detienen. Pero la marcha, que sigue festiva, se complica a la altura del actual Paseo de Ruzafa, entonces Pi i Margall. Un piquete de guardias civiles realiza una carga de máuser contra los manifestantes. Tras la estampida y la huida a los cafés, otro grupo les cierra el paso en la calle Colón. Disparos, contusiones, guardia civil a caballo entrando en los locales y multitud de heridos, consigna el reportero en una columna perdida de la edición nocturna de la ‘Correspondencia de Valencia’

Manifestación en València por la llegada de la República

Manifestación en València por la llegada de la República / Levante-EMV

Una veintena de atendidos en las farmacias del centro, y una de ellas, María Sales, hospitalizada, con fracturas y pronóstico grave tras sufrir una caída y atropello, señala el periodista al final de aquella columna. No se supo qué fue de ella, centrifugada por la efeméride histórica, que todavía hoy sigue dando que hablar, como demuestra la batería de iniciativas legislativas de PP y Vox en varios gobiernos autonómicos, el valenciano entre ellos. 

Esta historia anónima ha sido rescatada por el periodista y escritor Paco Cerdà en 14 de abril (Libros del Asteroide, 2023), una narración alternativa, entre el periodismo y la literatura, de una jornada demasiado condicionada por su impacto en la historia de España, y donde el autor sitúa el foco en los olvidados, un trencadís de historias mínimas (y trágicas) que se sucedieron por todo el país.

El tópico de la proclamación feliz

“Sobre ese día, que a la vez es apasionante y desconocido, pesa demasiado la Historia, todo lo que sucedió a partir del 14 de abril. Lo que me interesaba era qué ocurrió en ese día, el lado más humano y anónimo de ese punto de inflexión, ese tajo histórico”, señala Cerdà.

¿Y qué ocurrió? Ocurrió mucho más que el tópico de la proclamación feliz, que lo fue, con alegría, bailes y júbilo, pero “no fue del todo así”. “Hubo quien pagó con su vida, con su sangre, la llegada de la República, y eso es lo que más me ha conmovido”, señala. Por eso, rescata historias como la de Emilio Arauzo Honorio, un encuadernador en paro tiroteado y que muere desangrado la madrugada del 14 de abril; el joven telegrafista Pàmies, tiroteado aquella noche; Antonio el jornalero, Francisco el manifestante, o el militar Eduardo. “Todos ellos, vidas rotas en aquel 14 de abril. Es un esfuerzo por restituir su memoria”, concluye el autor de 14 de abril, ganador del Premio de No Ficción de Libros del Asteriode (ya va por la sexta edición).

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