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Los 'malnoms': patrimonio popular

La Pobla de Vallbona recopila los motes del vecindario para incluirlos en un libro que dé testimonio de la historia y cultura local

Los 'malnoms': patrimonio popular

Los apodos son el título de la historia familiar, pero compone también la genealogía de un municipio y un patrimonio cultural único. ¿Quién es quién? No lo determinan los apellidos, sino los 'malnoms'. En el caso de la redactora que aquí escribe, es «Canya» por parte de abuela y «Nenes» por parte de abuelo. No ha quedado ninguna explicación, solo suposiciones, como en buena parte de los apodos que se heredan. Sencillamente, no suscitaba interés. Sin embargo, en La Pobla de Vallbona luchan contra el olvido nominal gracias a los voluntarios del Centre d'Estudis Locals, entre ellos, Toni Contelles y Mari Ruiz, parte del equipo que trabaja para recopilarlos todos en un libro. Sin embargo, «la realidad nos ha pasado por encima», confiesa Contelles.

Hace cerca de dos años se pusieron en serio con este proyecto que arrastraban desde hacía un tiempo. Como gancho, recopilaron en un video testimonios de vecinos que contaban cuál era su alias. El vídeo corrió como la pólvora y el proyecto arrancó. Sin embargo, el trabajo más duro es el que hacen en su tiempo libre para recopilar estos nombres. «Lo hacemos puerta a puerta, timbre a timbre», dice Ruiz. Y sienten que no acaban nunca, porque al visitar una familia, surgen tres o cuatro apodos: por parte de madre, de abuelo, de la otra abuela y del tío. No terminan nunca.

Los 'malnoms' están vivos y en continuo cambio. Se originan en frases, en dichos, pero también en el aspecto físico. El «Mellado» no era porque le faltaran dientes sino todo lo contrario: pura ironía. También puede suceder que la profesión te defina: si haces «coques», te convertirá en la «cuquera», y otros más comunes que se repiten en cada pueblo: «Cisteller, Cristaler, Castanyo, Allero...». Por contra, hay otros propios de la tierra, como «Nadaleta», en La Pobla, que deriva de Nadal, un nombre propio tradicional de este municipio.

Tampoco entienden de género. La familia de Carmen Pitarch le conocen como «Marta», que era el nombre de su bisabuela. De ahí, todas las generaciones posteriores han sido «Martas» o «Martos».

Es un caso que explica rápidamente el origen del alias. Como explican Contelles y Ruiz, hay ocasiones en las que la imaginación pesa más que la realidad y al apodo 'Gabino', por ejemplo, se le asume una relación del antepasado con las gaviotas. «Sencillamente se llamaba así el hombre».

Esto lo han podido comprobar en múltiples casos tras un trabajo exhaustivo en los archivos municipales, sumergiéndose en partidas de nacimiento en busca de un patrimonio que solo puede conservarse con trabajo, dejándolo por escrito. Sin embargo, parte de las mujeres consultadas por Levante-EMV desconocen cuál es el motivo de su mote. En el caso de Tica Esteve «La Perrucha», supo de dónde venía no porque ella preguntara. Fue su novio el que le preguntó a su padre el por qué: «En lugar de llamar 'perreta' a la moneda, le llamaba 'perrucha'». De ahí, hasta hoy. Sin embargo, hay otros de creación reciente. A Costa Roch la conocen por dos apodos. «La Torda» es el histórico, de la familia. Pero de unos años a esta parte también es Costa «La del Osito», ya que fue la primera mujer en el pueblo que abrió dos negocios en el centro comercial.

Un libro de 'malnoms' didáctico

Por ahora, el equipo del Centre d'Estudis Culturals, en colaboración con el Ayuntamiento de La Pobla de Vallbona, lleva más de 700 'malnoms' recopilados, pero hay más. De hecho, les inquieta publicar el libro y dejarse alguno fuera. Se trata de una obra donde no solo se listarán los alias, sino que será tipo diccionario, por orden alfabético y con la transcripción fonética, su etimología y su origen popular, tantas explicaciones como hayan averiguado.

Contelles explica que en realidad, no son 'malnoms'. Son «apelativos, pseudónimos, alias... La palabra 'malnom' implica una connotación negativa». Sin embargo, Ruiz matiza: «no lo es, sencillamente, no era el nombre real».

Tal vez por eso los apodos se han ido perdiendo en los municipios a medida que crecían y nueva gente habitaba en sus calles. En el caso de La Pobla, todavía los oriundos se conocen por el alias y se utilizan de manera recurrente en ciertos eventos, como un funeral. Tanto es así que el Ayuntamiento de La Pobla de Vallbona, cuando emite un bando por defunción, añade al nombre oficial su 'malnom'. Como explica Contelles, «Nadie conoce a Jesús Martínez, pero si dices 'El Xato', sí».

Jesús Tortajada dispone de un gran archivo fotográfico histórico del municipio que ilustrará el libro. Es otro de los colaboradores de la obra y explica cuáles son sus dos motes. Por parte de padre es «El Pastilla». Explica que surgió por una obsesión de su bisabuelo con el chocolate, que le llevaba a repetir constantemente que quería una pastilla de chocolate y de ahí a la posteridad. Mientras, por parte de madre es «Conole», fruto de la expresión «Ole con ole» que se decía ante un hecho gracioso. Su abuelo recibió ese mote y en su madre derivó a «Conola».Sus tías, más jóvenes, eran «Conoletes».

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