Encendida la lucecita de alarma. La última derrota del Olímpic en la Murta nos ha traído, de nuevo, el desánimo. Si se gana todo se olvida, si se pierde, todo se recuerda. El presidente del club, Kike Alcázar, aboga de nuevo por la «tranquilidad», por la «paciencia». Reconoce como principal problema en este inicio de la liga, la falta de acierto porque con solo tres goles marcados, cuando el rival marca, ya saben los jugadores, el técnico y los espectadores, que tenemos difícil lo de remontar y, como reconoce el entrenador, se da por perdido un partido antes de cumplirse los noventa minutos. Mal rollo.
Cada vez hay más anuncios en la Murta, cada vez hay más partidos en la Murta, se va a mejorar su iluminación, la afluencia de espectadores creo que, pese a todo, es buena, y, por poco que se ilusione a los que todavía no bajan a la Murta, será mejor todavía la asistencia a los partidos. Pero, el juego, los resultados, amenazan el nuevo proyecto. Alcázar necesita esos resultados positivos, lo sabe, y creo que su semblante es serio, muy serio en estos momentos.
Ante el Cornellà diez aficionados visitantes se hicieron oír más que los 600 aficionados locales. En otros tiempos, no tan lejanos, seguro que no habría sido así. ¿Qué ha pasado? No tengo una respuesta. Supongo que las conexiones peña-aficionados-plantilla están un poco deterioradas. No se trata en este caso de preguntarse quién debe acercarse a quien. El club pide más apoyo de los aficionados, lo ha dicho el entrenador y lo ha dicho el presidente, pero, el apoyo no es un cheque en blanco.
El apoyo se consigue en el campo con el juego, y entregar partidos no es lo más apropiado, y fuera de él, con gestos, con actitudes, con proximidad, con compartir momentos, con complicidad. Y, hasta ahora, la pretendida «profesionalidad» está cortocircuitando esa conexión. Estaría bien un poco de reflexión por parte de todos, y me incluyo. Si se gana ante el Pobla, alguna lucecita se apagará; si se pierde, otra se encenderá, ¡seguro!
