Cuando la exconsellera de Infraestructuras, Isabel Bonig, inauguró en julio de 2014 la nueva estación intermodal de Albaida puso las obras como ejemplo del «compromiso» y la «apuesta» de la administración autonómica y del Ministerio de Fomento con el mantenimiento y la conservación de la línea ferroviaria que une Xàtiva y Alcoi. Un año y medio más tarde, las instalaciones „que costaron a la Generalitat 1,37 millones de euros y fueron bendecidas por Bonig como «una maravilla de la modernidad»„ son víctimas del saqueo, el abandono y la degradación. Un escenario de película apocalíptica donde los vándalos campan a sus anchas.

El emplazamiento del inmueble, junto a la rotonda de acceso a la ronda de l'Aljorf, a las afueras de la localidad, no ayuda. Tampoco la falta de seguridad y de mantenimiento de la que se quejan los vecinos, indignados con el estado que presenta un complejo cuyo titularidad recae en la Administradora estatal de Infraestructuras Ferroviarias (Adif). La estación está equipada con un local multiservicios alejado de las vías, preparado para dar cabida a una cafetería y lavabos. Sin embargo, el edificio no tiene ningún uso y permanece cerrado, con las ventanas tapiadas con tablones de aglomerado después de que unos desconocidos rompieran los cristales para acceder a su interior. Como consecuencia de los asaltos, la cocina ha sido desvalijada y todos los extintores del recinto fueron vaciados por pura diversión.

Los grafitis y pintadas se han adueñado del entorno. El símbolo de la anarquía en el cartel que informa a los pasajeros de que han llegado a la parada de Albaida adquiere de pronto significado como parte de relato que narra la transformación de esta moderna infraestructura en un espacio degradado. La estación se ha convertido en un punto de reunión perfecto para los jóvenes deseosos de practicar el botellón. La prueba es palpable: restos de alcohol desperdigados por el suelo donde a uno se le quedan pegadas las zapatillas y botellas esparcidas un martes por la tarde por los espacios ajardinados, secos y sin ningún mantenimiento aparente. La hierba crece sin control, como la suciedad. Las farolas del complejo no se han librado de los destrozos. Los vándalos han roto a pedradas las bombillas y la falta de iluminación en la zona ahuyenta a los vecinos de coger el tren cuando cae la noche. Las barandillas han sido arrancadas y dobladas y cuesta encontrar una papelera en su sitio.

La única obra en la línea

Pero aún hay más: en las marquesinas donde los viajeros se sientan a esperar al tren no hay rastro de los cristales, que pueden observarse esparcidos por las vías. El parque de juegos habilitado junto a la estación también ha sido víctima del incivismo y una de las máquinas de deporte ha desaparecido. La estación de Albaida es una de las pocas intervenciones de calado desplegadas en la línea Xàtiva-Alcoi en los últimos años. Aunque no es la titular de la vía, la Generalitat promovió la infraestructura para «revitalizar» el trazado. La obra se licitó en 2007 pero tardó 7 años en poder inaugurarse, tras numerosos atrasos.