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L'aljub

Las placas de VPO ¿Exaltación de qué?

La orden de retirada de las placas identificativas de las viviendas de protección oficial promovida por el Ayuntamiento de Xàtiva es una estupidez. La presencia en dichas placas de un símbolo del gobierno franquista „en realidad, del anagrama del Ministerio de Vivienda de la época„ ni es una exaltación de ningún régimen (es información técnica pura y dura: hay que ser muy tonto para considerarlo exaltación de algo) ni creo que la legalidad en la que se ampara el tripartito gobernante para arrancarlas de paredes privadas soportara un análisis más exhaustivo que el que habrán hecho sus servicios de cámara. Pero ahí está este gobierno municipal, malgastando energías y dinero con sus gestos para la galería y sus ocurrencias. Gandia, Alcoi, Ontinyent, Valencia... han dejado las placas tranquilas.

El abyecto régimen franquista se merece un borrado igual o mayor al que el PP practicó a sus discos duros. Pero no es lo mismo, ni parecido, una estatua del dictador, la repugnante presencia de los retratos de Franco y José Antonio en el Casino Gran de Canals (señor Ricardo Requena, ¿no le da vergüenza las explicaciones que dio el otro día?), las pintadas en las paredes de las iglesias con aquel «caídos por Dios y por España» o la calle de Millán Astray en Madrid que una inocente placa de carácter técnico que, miren por dónde, resulta que debería servir de ejemplo. Y es que resulta verdaderamente curioso que en una dictadura tan execrable como la que padeció este país, un derecho como la vivienda protegida (barata y al alcance de la mayoría) fuese una garantía del gobierno. Y eso, ni más ni menos, es lo que reflejan esas placas plateadas colocadas desde hace entre 35 y 50 años en las puertas de las humildes finques de Xàtiva, para sonrojo de gobernantes recientes o actuales que no alumbraron bajos sus mandatos „ni por acción ni por omisión„ más que la vivienda de renta libre.

Cuando Pep Gimeno «Botifarra» accedió „no sin pensárselo dos veces„ al puesto que actualmente ocupa en la Regidoria de Memòria, en un loable gesto del consistorio para apartarle de la rutina de la brigada, el cantaor expresaba sus dudas al respecto de la seguida que le ofrecía este nuevo puesto de trabajo y se preguntaba si habría suficiente volumen de actividad para completar una jornada laboral tras otra. Al ver al bueno de Pep patearse Xàtiva de punta a punta, libretita en mano, para inventariar las placas mandadas arrancar se comprende su preocupación inicial.

Las más de cien placas presentes en los portales de Xàtiva llevan ahí desde los años 60 las más antiguas. Las hay incluso de 1980, las últimas que se colocaron. Su presencia, inofensiva para la inmensa mayoría menos para gobernantes desficiosos y bastante tontos, es hoy día más un interesante resto etnográfico; una prueba de inmenso valor sociológico que nos ayuda a comprender cierto pasado (como el entrañable taulellet de las casas del casco antiguo con aquel «Asegurada de Incendios por a Setabense», hoy casi un objeto de culto) que no un símbolo de nada. Pero los incansables intérpretes de lo que ha de ser y lo que no, parece que no cesan en su tontuna. Y todo eso en una ciudad que debería estar preocupada por lo más de 3.000 parados que tiene, que diría Ignacio Reig.

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