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Urbicidio: de la «crema» de Xàtiva al turismo que acaba con Venecia

El congreso sobre la destrucción de las ciudades por las guerras o por el capitalismo más feroz arranca con un llamamiento «a combatir el olvido»

El profesor Thiebaut y Xavier Aliaga, ayer por la tarde. perales iborra

¿Qué tienen en común el incendio que destruyó Xàtiva en 1707, el turismo que está matando de éxito a Venecia, los bombardeos sobre Alepo o el vaciamiento de la ciudad de Detroit, que ha pasado de cuna del automóvil a una urbe casi fantasmal tras la deslocalización? La respuesta la tiene el profesor Fernando Carrión y se llama urbicidio, el concepto que intenta explicar «el asesinato litúrgico de una ciudad con premeditación, orden y forma explícita». Así lo puso de relieve ayer en la conferencia inaugural del congreso que acoge Xàtiva bajo el título Urbicidi: la destrucció de la ciutat per la violència humana. Y hay violencias bélicas, pero también las hay económicas o sociales, y esas son más invisibles.

El profesor Carrión, originario de Quito y máximo especialista del mundo en la cuestión, amplió el foco de este mal universal en el que Xàtiva entronca con ciudades como Gernika, Sarajevo, Bagdad, Palmira o Alepo. Por un lado, el urbicidio acontece en ocasiones como resultado de una guerra. Pero también puede provenir de intereses económicos. La gentrificación que coloniza lugares en una ciudad y transforma su fisonomía y formas de vida tras matar la cotidianidad anterior. Los efectos del turismo, que cambia de forma radical el latido cotidiano de una urbe. La violencia callejera que, en ciertas ciudades o barrios de América de Sur, impide pisar determinadas zonas o hacerlo en franjas nocturnas; el temor se convierte en patrimonio urbanístico. También alude Carrión a las medidas simbólicas. «El cambio de nombre mata el pasado. Cambiar el nombre a una ciudad „como ocurrió en Xàtiva tras la quema de 1707, pasándose a denominar Colonia Nueva de San Felipe„ es parte del urbicidio: marca posesión, dominio», advierte Carrión.

Fernando Carrión, profesor de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales de Ecuador, señaló que «el urbicidio conduce a una memoria sin historia». En este sentido, y en el turno de preguntas, reivindicó la necesidad de que ciudades como Xàtiva no olviden jamás lo sucedido con el fin de que el recuerdo de su destrucción pasada sirva como dique de contención para que algo así no vuelva a ocurrir. Y lo que sucede tras un urbicidio, sea por bombas, llamas o siguiendo los intereses del capital en forma de turismo masivo o vaciamiento de residentes de los centros históricos de las ciudades, es de unas consecuencias incalculables. «Entraña el olvido y la destrucción de la memoria ciudadana, supone la erosión del autogobierno y la institucionalidad, y provoca el deterioro de la base material de una ciudad. Por tanto afecta a la civitas, a la polis y a la urbs», concluye Carrión, que añade una última idea ligada al urbicidio: «La memoria es parte del conflicto». A la bomba le sigue el olvido. Y contra ambos hay que batallar.

En ese sentido, la profesora Isabel Palomera, de la Universidad Complutense de Madrid, siguió con la conferencia Sin archivos, sin memoria, con la que aludió a la necesidad de rescatar la memoria perdida frente al olvido. Con la quema de Xàtiva como fondo, por la destrucción de archivos devorados por las llamas borbónica en la capital de la Costera, Palomera invocó un rasgo del urbicidio: el «memoricidio», concepto desarrollado por un investigador croata tras la guerra en los Balcanes. La investigadora hizo un repaso de la destrucción de archivos en todo el mundo y en distintas épocas: desde la destrucción de archivos de la KGB en países exsoviéticos a los aparejados al régimen nazi o a la desaparición de archivos del franquismo. «No son hechos fortuitos, sino deliberados. Destruir archivos es una forma de genocidio. Con la eliminación de los recuerdos de una sociedad, el vencedor impone la amnesia para reescribir la Historia y contarla a su manera. La conquista de un pueblo pasa por conquistar su información», explicó ayer en Xàtiva. Tras un minucioso recorrido por las implicaciones del memoricidio de archivos, la profesora Isabel Palomera reivindicó que «no es posible vivir sin memoria: solo con la memoria se asegura el presente y el futuro de una sociedad».

Destrucción de la identidad

La primera jornada de este congreso de tres días, organizado por el Ayuntamiento de Xàtiva, respaldado por la Universitat de València y la Institució Alfons el Magnànim y que se desarrolla en el convento de Sant Domènec en sesiones de mañana y tarde con entrada libre hasta mañana, se completó ayer con ponencias sobre la destrucción simbólica de la identidad como preludio al Holocausto nazi, acerca del bombardeo republicano sobre la ciudad de Oviedo entre 1936 y 1937, así como conferencias en torno a la conversión de la Ciudad Universitaria de Madrid como paisaje bélico o el conflicto armado en Darfur y la destrucción de poblados y el desplazamiento de su población. El caso de Oviedo fue un curioso contrapunto a los casos más cercanos y conocidos: la ciudad asturiana fue de las pocas en las que el bombardeo lo llevó a cabo el bando republicano, que arrasó la ciudad. La jornada concluyó con una ponencia del profesor Carlos Thiebaut, de la Universidad Carlos III de Madrid, en la que reflexionó sobre cómo el bombardeo de ciudades acaba destruyendo sus formas de vida con el exterminio de la población civil como triste telón de fondo. Guió la intervención y el debate el periodista Xavier Aliaga.

Hoy, las jornadas empiezan a las diez y terminarán tras una conversación, a las 20 horas, con el título Quan el tòpic ve d'Almansa, en torno a la batalla de Almansa y los usos de la Historia que sobre ella se han proyectado. Toda la programación puede consultarse en la web xativacult.com. Mañana intervienen Carmen Pérez y Germán Ramírez, entre otros.

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