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Y parece que fue ayer

Veinticinco años ya, y parece que fue ayer cuando el Centro de Salud de Ausiàs March abrió sus puertas, tan nuevo y flamante: oliendo, como es obligación de todo inmueble que se estrena, a pintura, a cera y a renovación. Veinticinco años que han pasado en un fum para una infraestructura que más pronto que tarde, mostró sus vergüenzas porque la cantidad de gente que debía atender no se correspondía con el espacio dedicado a ello, con lo que aparecieron las estrecheces y las apreturas, las ampliaciones improvisadas, las salas de espera milimétricas, las consultas raquíticas, la dispersión de servicios?

Porque atender, como hoy sucede, a 40.000 personas no es moco de pavo. Más, cuando el envejecimiento de la población incrementa la demanda y presiona a una plantilla de 14 médicos y seis pediatras, más otro tanto de personal administrativo y sanitario que debe mantener el tipo y el servicio con dedicación y entrega nunca suficientemente recompensada. Y es que, si algo es fundamental para la ciudadanía, es un sistema público de salud que garantice una atención de calidad, que sea eficiente y sobre todo rápida. Cuando no es así, cuando, maltrechos e incapacitados, no tenemos acceso rápido a cuidados médicos o las consultas superan el retraso soportable y el profesional que te atiende parece que necesita más medicación que tú, porque padece claramente el síndrome del quemado, la percepción ciudadana se ennegrece y la sensación de vulnerabilidad crea enfado y descreimiento.

Y es que 25 años son muchos. Unos pocos menos son los que se lleva pidiendo, en todos los tonos y formatos posibles, un nuevo centro de salud para la zona este de la ciudad que descongestione y amplíe servicios, acercándolos a una parte de la ciudad a la que todo pilla lejos. Es fácil encontrar en las hemerotecas la petición, casi exigencia, de este centro en las propuestas de los partidos que hoy gobiernan, reiterada siempre durante los largos años que pasaron en la oposición. Aunque, al parecer, no han perdido memoria al saltar al otro lado y detentar el poder. Era una especie de letanía, añadida a otras, siempre presentes, o mucho tiempo reclamadas. Ahí está la recuperación de Santa Clara, hoy una realidad, la línea de Alcoi que sigue siendo una quimera, la antigua estación del tren?

A ver si es verdad

Este año, al parecer corren vientos favorables que parece que indique que la idea echa a andar. Así se ha anunciado en la celebración del 25 aniversario del centro de Ausiàs March, que era realmente el sitio y momento oportuno para revelar lo del nuevo centro de salud. Esperemos que el proyecto progrese con trotecillo valiente, porque asegurar fechas en las que el primer usuario o usuaria de dicho centro podrá utilizar sus servicios es especialmente arriesgado. Lo incluido en los Presupuestos, es, como se explica en la letra pequeña, la redacción del proyecto. Buena noticia sin duda, aunque no suficiente para contrarrestar ese escepticismo cultivado a lo largo de lustros de desengaños. Esos que han enseñado que las obras y proyectos tienen un día de inicio, el de la foto, la primera piedra (y los canapés si hay nivel), pero un misterioso e imprevisible día de finalización a causa de innumerables imprevistos, misteriosos bloqueos y demás tropezones posibles en la accidentada travesía burocrática.

Véase el ejemplo del espacio multidisciplinar del Attilio Bruschetti, que avanza, sí, pero a velocidad de tortuga coja y con enfisema, haciendo temer que se jubilen los maestros más jóvenes y se gradúen los alumnos más pequeños cuando sea realidad el deseado espacio multifuncional que, sin embargo, recibió un apoyo popular indiscutible en los presupuestos participativos del 2017.

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