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Premios

la Mancomunidad de Municipios de la Costera-la Canal celebró por segundo año consecutivo, un acto en conmemoración del 25 de Noviembre, Día Internacional Contra la Violencia de Género, en el que premió a las entidades propuestas por sus respectivos ayuntamientos. Fueron éstos los que debían facilitar el nombre de las asociaciones existentes en sus localidades con destacada actividad en la lucha por la igualdad y contra la violencia de género. Algunos ayuntamientos se inclinaron por las asociaciones de Amas de Casa. Otros, como Montesa, por asociaciones como les Tàperes, que inician su andadura llenas de proyectos y energía. En algunos casos se optó por Asociaciones de pensionistas o de carácter medioambiental. El Ayuntamiento de Xàtiva propuso a la EPA, que recientemente celebra su 40 aniversario y cuya implicación permanente en la lucha contra la violencia de género es bien conocida.

Además, la propia mancomunidad reconoció la iniciativa de otra nueva asociación surgida en Canals, Peroleres per la Igualtat, alentando así su trabajo, y también a otras dos asociaciones setabenses, Fent Camí (constituida en 2016) y Xateba-Asociación por la Igualdad y contra la Violencia de Género que, nacida el 8 de Marzo de 2004, lleva a sus espaldas casi 15 años de esfuerzo y dedicación, casi todos a contracorriente y muchos en una solitaria travesía por el desierto de la indiferencia institucional.

Tan bonito es recibir premios como entregarlos. Sobre todo si se reciben estando en posesión de los merecimientos necesarios y se entregan con espíritu de justicia y absoluta transparencia, sin mediatizarlos con ningún otro tipo de condicionamiento. Y aunque un premio no deja de ser un reconocimiento externo, siempre es de agradecer, en la medida en que respalda el trabajo realizado, dando apoyo en el caso de las asociaciones de mujeres, a una faena frecuentemente oscura que pasa inadvertida a las administraciones. Por ello, es de celebrar la iniciativa de la mancomunidad: por lo que tiene de poner el foco sobre quienes no suelen disfrutar de atención mediática y reconocimiento social.

Con todo, no son los premios, como todo el mundo sabe, lo que mueve a las asociaciones a trabajar en ningún ámbito, y menos en el de la lucha por la igualdad y contra la violencia. Y eso, porque nunca jamás el reconocimiento externo podrá igualar la satisfacción que produce en las integrantes de una asociación la percepción de los avances realizados. Cuando una asociación, tras muchos meses de preparación especializada consigue articular un grupo de acompañamiento capacitado para dar ayuda real y concreta a quienes viven el doloroso trance de escapar del agujero negro de la violencia, el premio es presenciar cómo un ser humano recupera su dignidad y su autoestima. Cuando una asociación ha visitado los institutos, año tras año, cuando nadie lo hacía y a casi nadie preocupaba, logrando conectar con jóvenes que necesitaban tanto como el respirar que alguien les planteara un modelo de relación distinto, ajeno a la violencia y la humillación, no hay sensación más gloriosa y triunfante que compartir su confianza en conseguir un futuro mejor con todas las opciones abiertas. Cuando el trabajo en una asociación, aun siendo pesado, duro y a veces imposible, permite la convivencia con otras personas que están dando lo mejor de ellas a cambio de nada, el premio es recuperar la confianza en la generosidad del ser humano.

Sean bienvenidos los premios y reconocimientos. Ojalá hubiera más para satisfacción de quien los concede y los recibe. Pero ninguno es mejor que el del trabajo hecho con corazón e inteligencia porque legitima la íntima convicción de que el esfuerzo valió la pena.

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