En el entronque entre la Albereda y la calle Carlos Sarthou de Xàtiv, un cartel a la puerta de Mango comunica el «cierre definitivo» de la tienda de ropa y remite al cliente despistado al establecimiento más próximo, en el Centro Comercial de Carcaixent. La multinacional de la moda ha bajado la persiana del negocio tras una larga trayectoria en pleno centro neurálgico de la capital de la Costera, una decisión que coincide en el tiempo con el cierre de Manuel Mañez en la calle Gregorio Molina, otro establecimiento de ropa de referencia en el núcleo urbano que operaba desde finales de la década de 1980. La pérdida de estos dos «históricos» del comercio local se suma a un goteo de liquidaciones por cierre, sobre todo locales de moda y zapaterías, en un contexto de elevada competencia y pérdida de rentabilidad del sector. Este diario ya se hizo eco hace justo un año de los nubarrones con la desaparición de la franquicia de ropa Benetton. Su local en la Albereda se ha convertido en una jamonería.
Claro que igual que hay comercios que no soportan los elevados alquileres y arrojan la toalla, muchos otros abren sus puertas, en una fluctuación constante entre altas y bajas. La estadística oficial que maneja el área de Promoción Económica del ayuntaimento, de hecho, no deja lugar a dudas: la actividad comercial ha crecido de forma constante desde 2015 en un clima de recuperación postcrisis. En 2017, el número de solicitudes de actividad ligadas al comercio se incrementó un 21% respecto al año anterior, hasta alcanzar las 80. A falta todavía de computar la cifra correspondiente al mes de diciembre, en 2018 las licencias prácticamente se habían igualado (76). Pero el repunte de actividad es más evidente en el campo de la hostelería, que encadena dos años consecutivos con crecimientos de casi el 20% en 2017 y 2018 en el número de negocios abiertos. Y los pocos que se mudan son rápidamente suplantados por otros: el hueco dejado por l'Iberic en la Albereda lo ocupará otra jamonería.
Desde Promoción Económica subrayan otros indicadores favorables, como la tasa de paro, que ha caído casi dos puntos en 2018 (del 18 al 15,97%) o el incremento progresivo de afiliaciones a la seguridad social, junto a las ayudas económicas del consistorio al alquiler de bajos comerciales, que facilitaron la apertura de 6 comercios en el casco antiguo en 2018.
Plaga de locales vacíos
De lo que no cabe duda es de que locales que antes cerraban y se reactivaban en un abrir y cerrar de ojos ahora pueden permanecer largas temporadas vacíos en puntos como Botigues. Entre las colindantes Sant Francesc y Trobat, en pleno eje comercial, se contabilizan una veintena de establecimientos abandonados, por no hablar de la sangría en el Mercat, donde los bares han ido desplazando al comercio tradicional. En Gregorio Molina hay seis establecimientos sin actividad; en Carlos Sarthou, otros dos confrontados: uno de ellos, de 200 m2, se alquila por 1.150 euros, un precio idéntico al de otro local en la Albereda.
Los anuncios de liquidaciones proliferan: los han colgado sendas zapaterías en Vicent Boix y la Baixada de l'Estació, donde también ha bajado la persiana el supermercado DIA, una marca sumida en una grave crisis. Festilandia, en Pere IV, un bazar en Cerdán de Tallada o una espaciosa tienda de colchones en República Argentina, a los pies del céntrico Passatge del Lleó, son otros ejemplos de la misma cara de la moneda. En esta travesía hay un caso de tienda de ropa que cerró para centrarse en las ventas digitales, una competencia en auge que añade un nuevo desafío (y otra preocupación) al comercio tradicional en un mercado cada vez más voluble.
