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Autocrítica fallera

en Fallas es imposible aislarse de una realidad que se impone sobre cualquier otra. Las calzadas se convierten en aceras por las que se transita con alegría; los semáforos son postes que guiñan los ojos sin que nadie les haga puñetero caso, y los coches son los grandes derrotados. Las calles se llenan de chiringuitos con inacabables reservas de bebidas para atender las necesidades de una masa en permanente movimiento, de tantísimos falleros y falleras que alternan la seriedad del protocolo más estricto con la juerga más monumental. Los monumentos falleros brotan como setas para ser visitados por un gentío curioso que lee rimas y pareados en un esfuerzo considerable por comprender el mensaje que proclaman.

Son las Fallas una fiesta de ruido y colores, pero también de palabras. De versos más o menos ingeniosos que ponen en solfa todo aquello que se mueva a su alrededor. Da igual autoridad religiosa o política, personaje o personajillo? si se forma parte del famoseo local se puede ser blanco de críticas irreverentes y gamberras que a estas alturas a nadie asustan, ni molestan. Y si lo hacen, ya pondrán cuidado en disimularlo, porque nadie está blindado frente a la mirada ácida del mundo fallero, ni a salvo de recibir lo que tenga merecido, sobre todo si durante el año se ha puesto a tiro cometiendo más errores de los permitidos.

Una buena propuesta, aunque quizás algo suicida, sería aplicarle a la fiesta fallera la misma mirada crítica que las Fallas utilizan. Sobre todo porque la diversión no está reñida con la reflexión, y la capacidad de razonar no debiera desaparecer frente a estímulos lúdicos por muy ruidosos que sean éstos. La Universidad de València ha realizado recientemente un informe que analiza las Fallas de la ciudad de València desde una perspectiva de género. Dice el estudio que la presidencia de las más de 300 fallas plantadas la ostentan hombres en el 88% de los casos, con porcentajes similares en las vicepresidencias. La tesorería ya va siendo desempeñada por más mujeres aunque donde ellas son abrumadora mayoría es en la delegación de infantiles. No solo la organización, sino también los monumentos responden a una realidad que pone en el centro a los hombres. En el 48% de los casos, los remates, que es la parte con más visibilidad que corona las fallas, representan a hombres. El 71% de los ninots representan a varones y cuando son figuras femeninas, en el 63% de los casos son hembras, que no mujeres, hipersexualizadas hasta la caricatura.

No estaría de más que desde el propio mundo fallero setabense con apoyo del Ayuntamiento de Xàtiva, se realizara un estudio similar para hacer la foto fija que permita definir algún cambio necesario. Sus conclusiones son relevantes por aquello de que todo educa, y las fiestas populares son precisamente una ocasión inmejorable para lanzar mensajes en pro de la convivencia libre y respetuosa entre mujeres y hombres.No se trata de amargar la fiesta a nadie, ni de negar que en Xàtiva se detectan señales muy positivas de compromiso con la igualdad en el mundo fallero, como la manifestación explícita contra la violencia machista que anualmente se viene realizando. Sino de dar una ración de su propia medicina a la fiesta fallera para que, evitando la autocomplacencia „que anquilosa„afronte su propia autocrítica con la misma frescura y sinceridad que utiliza en sus análisis externos. El esfuerzo quizás pique un poco, pero es sano y asegura renovación. Lo que redundará en una fiesta más igualitaria y, por eso, más justa y con un enorme futuro por delante.

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