? El optimismo sobre el futuro de Sempere que muestran los candidatos a la alcaldía contrasta con el pesimismo que expresan sus habitantes de mayor edad. «Aquí no hay nada de trabajo y quedamos cuatro gatos. Mucha gente del pueblo se fue a Alfarrasí cuando se movió la industria», explica Emilio Ortolà, que comenzó como alcalde en 1961 y se mantuvo en el cargo casi cuatro décadas, mayoritariamente bajo las siglas del PSOE. Ahora tiene 91 años y lleva 20 apartado de la política, pero conserva una memoria de hierro que le lleva a acordarse de cuándo gestionó la llegada del agua o la transformación urbana del pueblo. En su etapa en el ayuntamiento, el padrón municipal superaba los 100 habitantes, aunque el presupuesto siempre ha dependido de las ayudas de la diputación. «Yo trabajaba en una fábrica y no cobraba ni un céntimo de alcalde», recuerda Ortolà. En Sempere, el ayuntamiento abre dos días a la semana y el médico solo pasa consulta una mañana. No existen bares ni negocios: el panadero visita el pueblo todas las mañanas con una furgoneta, el verdulero una vez por semana y la iglesia abre exclusivamente los domingos.
