En la Font de la Figuera, los plenos de investidura nunca defraudan a los amantes de las emociones fuertes. Hace 4 años, Vicent Muñoz (Compromís) salió elegido con mayoría absoluta gracias al apoyo del PSPV y de una concejal de Ciudadanos (Cs) que desoyó a su partido, se integró en el gobierno y terminó como tránsfuga. Ayer, Muñoz volvió a ser proclamado alcalde, pero esta vez lo hizo con una mayoría simple muy ajustada, empatado a 4 concejales con el PP y sin el respaldo de ninguna otra formación. La falta de entendimiento respecto al reparto de sillones ha frustrado la posibilidad de reeditar un pacto de gobierno estable entre Compromís y PSPV que diera cabida a la exedila de Cs Purificación Lluch (ahora independiente), distanciada de Muñoz y señalada por éste como pieza clave de una operación supuestamente tejida por el PP para desbancarlo de la alcaldía, algo que los populares negaron ayer. Al final, Lluch se votó a sí misma en la investidura, como hizo la candidata del PP, mientras que el PSPV se abstuvo.

La legislatura se le plantea muy cuesta arriba a Muñoz, puesto que la oposición prácticamente doblará en número concejales (7) al nuevo ejecutivo en minoría, con solo cuatro. En esta circunstancia incidió ayer la portavoz del PP, Mª José Penadés, que recordó los procesos judiciales pendientes «que se le vienen encima» al alcalde a raíz de sus denuncias en los tribunales y anunció una oposición «en la misma línea». Lejos de arrugarse, sin embargo, Muñoz se vio con fuerzas para «profundizar en el cambio progresista» y abrió la puerta al PSPV para seguir negociando y explorando consensos. El alcalde acusó al PP de «obstaculizar la gestión» con contenciosos «sanguinarios» y a sus potenciales socios de interesarse más por el «quién» que por el «qué». «Aguantaré dos años más o los que hagan falta Estoy aquí por dignidad y para trabajar por la Font, pero no me aferraré al sillón a ningún precio», remachó.