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Documentación

Vicent Soriano bucea en los entresijos de las adopciones con la historia de su tío Felín

Murió en 1990 sin mucha curiosidad por conocer los detalles de su ingreso en la inclusa en 1941 y el periodista de Xàtiva ha localizado todos los detalles

Vicent Soriano bucea en los entresijos de las adopciones con la historia de su tío Felín

En la dura posguerra, pese a contar ya 44 años y con tres hijas, José Ginés está empeñado en tener un hijo varón. Convence a su esposa, Rafaela, para acoger a un neonato de la inclusa. Y en 1941 adoptan a Prudencio Sánchez López, que se llamaría Rafael (y que conservaría esos apellidos porque el párroco de Sant Pere se negó a rebautizarlo con los de sus padres adoptivos). Hasta aquí, como una de tantas historias de aquellos años de penurias y niños abandonados. Pero algo tan natural como adoptar un niño lo supieron las tres hermanas, los padres y las tías nada más. Al niño nunca se le dijo hasta casi de adulto. Y tras la sorpresa tampoco tuvo curiosidad alguna por conocer su origen.

Aquel bebé trasladado de Valencia a Xàtiva creció feliz junto a sus hermanas y sus padres. Pero moría joven, a los 48 años, tras una larga enfermedad: el 9 de abril de 1990. Muy conocido en Xàtiva por su motocarro, con el que desempeñaba tareas de todo tipo, con su fallecimiento parecía que ya nadie estaría interesado jamás en saber cuándo y de qué manera vino al mundo. Pero un sobrino periodista, sí. Fruto de esas indagaciones hoy se presenta El tio Felín. De la «inclusa» al carrer de l'Ardiaca de Xàtiva, de Vicent Soriano.

El Arxiu General de la Diputació de València ha sido el principal aliado de Soriano. «Es un archivo como pocos hay en España: conserva la inscripción de todos los niños abandonados desde hace 500 años », explica. En esos cinco siglos ha habido épocas horrendas y situaciones muy duras para la infancia y las familias. Pero la última de ellas es la Guerra Civil y su posterior posguerra, tan relativamente cercanas aún. Y en ese contexto es donde se fraguó la adopción de Felín. «No hace tantos años de ello „explica Soriano„ y la mortandad, por ejemplo, era increíble. El 40% de los niños abandonados solía morir durante el mes siguiente».

Otra curiosidad es que, en contra de la opinión generalizada, el hecho de abandonar a un niño en el torno no era un acto tan anónimo a veces. «En muchos casos el bebé iba acompañado de un papel escrito con los nombres y apellidos de los padres», explica Soriano. No fue el caso de Felín, «de padres desconocidos». No obstante, el registro estaba perfectamente detallado en el resto de aspectos. Y el autor explica que sintió una «rara emoción» al comprobar «el verdadero origen de mi tío», explica el autor de este trabajo.

Según la documentación que obra en los archivos, Prudencio Sánchez López fue abandonado en el Hospital Provincial de Valencia tras nacer e «inscrito en el Registro Civil número 3 de Valencia. Entró a las 22 del 26 de abril de 1941 procedente de Cirugía, entregado por Concepción Planas». La ficha prosigue: «el 28 del mismo lo bautizó el señor vicario don Juan Santamaría en el oratorio, siendo madrina María Sáez Sancho y testigos Vicente Albert Vidal y Miguel Cervera Muñoz. Sin ropa. Salió el siete de julio de 1941 para lactancia [las madres de leche, que se decía] con Rafaela Marí García, consorte de José Ginés Camarena, vecinos de Játiva con domicilio en calle Atriarca (sic) nº 47». Fue «presentado en el registro civil de padres desconocidos», añadirían.

El detalle de la lactancia no es menor. Para frenar la mortalidad de bebés, las religiosas de los hospicios e incluso las autoridades potenciaron la llamada adopción de niños para ser amamantados. Más que adopción permanente era una especie de acogida temporal hasta robustecer al pequeño con la leche materna y devolverlo. Pero nadie se preocupaba mucho de esa devolución. Según Soriano, «los trámites para la adopción eran muy sencillos. Y la garantía de que tras amamantarlo, el niño sería devuelto era casi nula. De hecho, era ya una adopción definitiva casi siempre», asegura.

Pero hubo más sorpresas en la búsqueda. Y gracias a que su tía Nieves (la única de las tres hermanas de Felín que vive) se lo ha corroborado, en realidad hubo dos bebés anteriores. Es decir, que Rafaela y José adoptaron ya antes. «Pero en el contexto de esa miseria y esa hambre, muchos bebés estaban enfermos y no remontaban. Y murieron a los pocos días». Ese fue el argumento para que los abuelos de Soriano acudieran de nuevo a Valencia y les dieran a Felín.

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