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Son esas pequeñas cosas

Hay asuntos que más valdría no saber nada de ellos ni cuando se convierten en noticia. El alcalde de Madrid, el popular Pepito C.P. ha renunciado a ingresar en las arcas municipales la friolera de 25 millones de euros porque tenía que contratar a un procurador que llevase la reclamación contra los fondos buitres que se zamparon toda la pasta por obra y gracia de la Botella. El procurador le costaba al Ayuntamiento 5.000 euretes que parece ser es toda una barbaridad frente a los 25 kilos que se pierden. Al fin y al cabo es dinero de todos, y así, hasta el más tonto como Pepito C.P. puede llegar a ser alcalde de Madrid, Nueva York o donde se tercie. Anuncia que traerá los juegos olímpicos y para ese viaje no hacían falta tantas alforjas. Es una decisión que también podría tomar el más tonto y de esos hay muchos. Sí, esos a los que hay que darles dos medallas, una por imbéciles y otra por si pierden la primera. Ruiz Gallardón hizo lo mismo: empeñó medio Madrid con obras faraónicas con dinero del banco y luego a tanto por uno san Bruno. No terminarán de pagarlo en su vida.

Y aquí corto de raíz los asuntos sin importancia de la meseta y volvemos a la cruda realidad de que el próximo año los impuestos municipales en Xàtiva nos saldrán por un ojo de la cara. Claro, así yo también soy el más machito que lanza la progresista idea de unos presupuestos participativos. Pongo una mesa en medio de la Albereda (con cuidado de que no me caiga una rama de esos plataneros podridos por dentro), hago un cartelito a mano que ponga: «deje su petición dentro en la urna». La urna la pido prestada de las que sobraron en el referéndum por la república catalana. Coloco una sombrilla para que no me queme el sol traicionero del mediodía e invito a todo el mundo a votar. Abrimos la urna cuando caiga la noche y vemos resultados: una piscina cubierta, una nueva casa de les dones, un centro de salud por el campo de la murta, una proyección internacional de los Borja, una Fira d'Agost que salga en À Punt, un núcleo histórico que deje de estar abandonado y muerto de asco... y aquí pedimos un receso para cenar y ya lo tenemos bien para este año.

Son las cosas, las pequeñas cosas las que quedan ignoradas en los grandes y faraónicos proyectos. Son las cosas de la calle, del arte, el comercio, la cultura, la economía, los contratos justos y coherentes los que deberían ocupar el espacio de la sensatez y la inmediatez. Días atrás un particular entregaba al Ayuntamiento un cuadro del setabense Joaquín Tudela, uno de los pintores impresionistas españoles más importantes en el siglo XX. Los receptores mostraron su agradecimiento, hicieron notas de prensa (tenemos director de comunicación, (que, que?), se mostraron satisfechos??y otra obra que se queda guardada en los bajos del Museo y dormirá el sueño de los justos. No es de recibo reconocer obras y hechos puntuales y poco después que todo caiga en el olvido. En Pollensa, Mallorca, donde Tudela vivió su etapa más fructífera como pintor, siguen deteriorándose dos cuadros de gran tamaño en el calvario de la localidad: Els ermitans baixant la sang des del Calvari y Jesús és baixat de la creu. Los lienzos, regalados por el pintor en su momento al pueblo de Pollensa, presentan agujeros provocados por acciones incívicas y por los bichitos que comen pintura. No estaría de más que el consistorio de Xàtiva tomase cartas en el asunto y solicitase una cesión o la propiedad de los mismos. Allí se la trae floja que sean de Tudela o de Paquito Martínez.

Sería un detalle de recuperación importante que no es tan difícil de llevar a cabo. Ahora bien, si verdaderamente preocupa el estado de estos cuadros y pudiesen llegar a Xàtiva por favor que alguien los vigile. Porqué esa es otra historia que podrán conocer próximamente. Y no se la pierdan.

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