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Industria

Las pieles que han arropado Canals

El negocio de los curtidos y los «pelleros» ha sido motor económico del municipio más de un siglo

Las pieles que han arropado Canals

Si Sagunt ha tenido en la siderurgia su motor económico; Manises en la cerámica; Vila-real, la azulejera; o Alcoi y Ontinyent con la industria textil; en Canals este propulsor económico fue el del curtido de pieles y los pelleros. Una tradición que ahora no vive su mayor esplendor en la localidad, pero que durante décadas „más de un siglo„ fue el gran motor industrial en el municipio de la Costera, con numerosas familias dedicadas a esta producción, e incluso expandiéndola a otros puntos de la geografía española.

La industria textil y del curtido de pieles, con los pelleros „los primeros «artesanos» de esta cadena industrial„, se mantiene en Canals desde el siglo XIX. La historia de esta tradición centra el conenido de La Revista de Canals, cuya última entrega cuenta con un magnífico artículo de José María Sancho Navarro. El autor detalla los inicios, la evolución y las sagas familiares dedicadas a este oficio desde su origen hasta la actualidad. Un completo aunque „según el propio Sancho„ inconcluso trabajo documental sobre el curtido. Los pelleros, recolectores de pieles, que las adquirían y trataban para venderlas a otros o a las factorías, empiezan a consolidarse en el siglo XIX, cuando, según José María Sancho, la unión de las familias Colomer y Ferri para relanzar el Molí Vell en el año 1876, sirvió para fundar la primera fábrica de curtidos de Canals, en 1899.

Desde entonces y hasta la actualidad, unas quince sociedades curtidoras han operado en la localidad. Hoy solo se mantiene Industrias Peleteras SA (Inpelsa), que realiza todo el proceso, del bruto al acabado; y una cooperativa, Curtitex, proveedora de Inpelsa, y que mecaniza pieles para terceros, según se explica en el reportaje.

Los pelleros también han menguado respecto a los años de bonanza en la producción, y actualmente en Canals solo pervive Franciso Penadés Blaya, quien sigue el negocio implantado en 1888 por su abuelo Francisco Penadés Garrido; y que mantendrán en los próximo años sus hijos, Francisco y Susana, en activo ya en la empresa familiar. Los Penadés se han trasladado a la vecina l'Alcúdia de Crespins, donde tienen las instalaciones en el polígono El Canari. Actualmente también siguen la tradicional familiar pelleros establecidos en Andalucía, Castilla la Mancha, Murcia, Catalunya y Madrid, donde sus padres o abuelos, originarios de Canals, implantaron sus negocios en los años de esplendor del oficio.

El comercio de pieles, tal como detalla Sancho en el número 5 de La Revista de Canals „que se presentó ayer en el Centre Cultural Ca Don José„ se expandió a finales del XIX, cuando los pelleros compraban a los carniceros las pieles que estos secaban y deshidrataban tras la matanza de los animales. Los pelleros adquirían las pieles secas de cabra, cordero y conejo, y las revendían a otros pelleros, a almacenistas y exportadores o a las fábricas de curtidos. La llegada del ferrocarril a l'Alcúdia de Crespins en 1857 hizo despegar el negocio, con mayor rapidez en el transporte de la mercancía. El negocio también vivió buenos años durante la I Guerra Mundial, en la que creció la demanda de cuero; y en la II Guerra Mundial, en la que España aprovechó el declive del sector en países como Italia, Alemania y Francia.

A mediados del siglo XX la matanza de animales pasa a realizarse en mataderos municipales, y los pelleros acuden a estas instalaciones para recoger y tratar ellos mismos las pieles, que a partir de entonces comienzan a secar en sus instalaciones, con un secado a la sombra y con las pieles dobladas por la mitad con el pelo hacia adentro, explica el artículo.

La desaparición de ciertas costumbres y tradiciones, unido a los cambios tecnológicos, han hecho evolucionar el negocio de la recogida de pieles y el curtido: los mataderos han pasado a concentrarse en grandes ciudades, con instalaciones gestionadas por empresas privadas; los pelleros recogen las pieles, que tratan con sal y conservan en cámaras frigoríficas; y ahora las adquieren en subastas mensuales en macromataderos, que ofertan las pieles de todo un mes, y que se queda quien más puje. Con todo, y aunque en menor medida que en los años de esplendor del siglo XX, la industria del curtido y el negocio de los pelleros pervive en Canals y otros territorios, con un trabajo casi artesano. Como el de José Mª Sancho en La Revista de Canals.

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