María Cinta, la cajera de Consum, me mira impasible pero esperanzada mientras le pago la compra y me lo suelta a bocajarro: «¿Quieres donar un euro para el banco de alimentos?». La pregunta me incomoda y mucho, y tengo pocos segundos para pensar. Si le digo que sí, le daré el euro que ella entregará a su superior, quien a su vez lo dará al departamento central, que al mismo tiempo organizará un acto para la colaboración y, al final, ya no sé donde estará mi euro. Y si le digo que no, creerá que soy un tacaño insolidario e impresentable. Así que le digo tranquilamente: «me lo pienso y la próxima vez que venga te digo algo». Para mis adentros ya sé cuál será mi decisión futura.

Y es que, cuando uno se desayuna con la noticia de que van a contratar a una empresa para que monten el Belén de Xàtiva por 35.000 del ala, más IVA, y van a iluminar la plaza del Mercat y adyacentes por 69.931,95 euros más, todo ello para unas navidades felices, a uno, digo, se le revuelve el estómago. Así, cerrando cuentas arriba y abajo, se van a dilapidar 105.000 euros por capricho y orgullo de quien manda, en una situación de alarma generalizada en el país en la que los muertos y los ingresados por covid-19 se cuentan por miles; ls hospitales piden socorro; las UCIs están desbordadas y la gente pasa hambre, porque quizás no se han enterado que ya se está pasando hambre, y los bancos de alimentos agonizan ante la indiferencia y el pasotismo de los diferentes gobiernos: central, autonómicos y municipales. Así que 105.000 euros es imposible que los sume la cajera. No somos tantos en la ciudad.

Pensaba uno que el gobierno de izquierdas equivalía a un mejor estado de bienestar, pero parece ser que los votos que se depositan en las urnas cada cuatro años son carta blanca para que quienes salen elegidos por voluntad popular se pongan la venda en los ojos y despilfarren, engañen, mientan todo lo que está escrito y un poco más y además lo hagan con premeditación, alevosía y... a plena luz del día.

Destinar 35.000 euros a un belén bajo la mentira, la excusa barata y barriobajera de que no hay personal en el departamento de parques y jardines es ruin. Que hay muchos jubilados desde el pasado año, dicen. El único jubilado es el alma mater del Belén, mi admirado amigo Pere Pau Ibáñez, quien ha dirigido con brillante currículum el montaje en estos 30 años y le ha dado una característica de autor, una obra de arte personal que ahora se pierde.

35.000 euros en un Belén simplemente para su montaje y desmontaje de unos elementos que se guardan en el almacén municipal. Aparte habrá que pagar los complementos como pueden ser la arena, plantas, gravilla, etcétera y no se dice que dos empleados municipales deberán vigilar y dirigir el montaje. El caprichito nos sale por un ojo de la cara, pero sarna con gusto no pica, y el contemplar una obra magna, no sabemos si con orgasmo incluido, vale todo el oro de mundo, aunque por otro lado se vayan pidiendo euros para que la gente pueda comer. Que pregunten a Cáritas, Cruz Roja o Gent de la Consolació y ellos les leerán la cartilla.

Y uno se pregunta: si han prorrogado el confinamiento perimetral de la ciudad hasta el 2 de diciembre, ante la incapacidad de frenar los contagios, y además confiesan sin pudor y con poca vergüenza que se incrementará la vigilancia policial (¿Hasta ahora no había vigilancia o era escasa?) y se mantienen cerradas todas las instalaciones municipales y los eventos culturales, lúdicos, festivos, turísticos y deportivos, que alguien nos explique para que se va a montar un Belén e iluminar una ciudad tal vez cerrada. Mi cajera de Consum no tiene la culpa, pero en la próxima compra que haga le explicaré cuales son mis verdaderas razones. Y seguro que las entenderá.