Muchos de nosotros habíamos puesto muchas esperanzas en 2021, tras un año nefasto como fue el 2020. El comienzo no ha podido ser peor: El intento de asalto al Capitolio por seguidores de Donald Trump, la borrasca Filomena y sus devastadoras consecuencias en media España, el número de contagios disparado, hospitales saturados, UCI sin camas para poder atender enfermos por covid… Y el año no ha hecho más que comenzar.

Ante este panorama tan desolador, todavía hay gente que celebra fiestas y botellones en pleno auge de contagios; incumple con las medidas de seguridad, se salta el protocolo de vacunación,… y les importa una mierda el resto de personas.

Desde las instituciones se apela continuamente a la responsabilidad individual y al autoconfinamiento como medida para detener el elevado número de contagios, sin embargo, todavía hay gente que sigue pensando que esto no va con ellos y se cree inmune.

Hemos visto como un grupo de jóvenes participaba en una conocida discoteca de Madrid, sin ningún tipo de protección; bailando y bebiendo, haciendo caso omiso a todas las medidas de seguridad: mascarilla, distanciamiento,…

Supongo que ahora se les sancionará y poco más, pagarán la multa y ahí quedará todo. Hasta la próxima. Solo que esta vez con su irresponsabilidad habrán contribuido a que el número de contagios aumente.

Aunque la mayoría de los ciudadanos cumple a rajatabla con todas las medidas de seguridad para evitar posibles contagios, falta todavía una mayor concienciación social porque muchos todavía no son conscientes de la gravedad de la situación.

No ganamos para sustos. Vaya comienzo de año. Tras la borrasca Filomena que dejó paralizada media España con su copiosa nevada, le ha tocado el turno a Ignacio con sus vientos huracanados. La Font de la Figuera llegó a rachas de 143 km/hora y Fontanars dels Alforins sobrepasó los 100 km/hora.

Tenía miedo de bajar a la calle y encontrarme con un panorama dantesco, como me ocurrió en la última DANA del mes de enero que se llevó por delante una docena de pinos centenarios y provocó graves destrozos materiales en tejados y muros. Afortunadamente esta vez solo fueron un par de ramas rotas.

Tendremos que acostumbrarnos a convivir con este tipo de fenómenos meteorológicos, cada vez más frecuentes y virulentos. Supongo que es la respuesta de la naturaleza a décadas de maltratar el planeta y hacer caso omiso a políticas medioambientales encaminadas a luchar contra el cambio climático y el calentamiento global.