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El parque solar de la Costera: ¿energía o negocio?

El parque solar de la Costera: ¿energía o negocio?

La noticia de la llegada de un proyecto para la construcción de un parque solar fotovoltaico en la comarca de la Costera ha puesto en pie de guerra a las poblaciones de Montesa, Vallada, Moixent y la Font de la Figuera. De nuevo, el oeste de la comarca paga un alto precio por su natural ubicación como eje de comunicaciones. Autovías, líneas de ferrocarril, tendidos eléctricos, y ahora, una gigantesca instalación de placas solares, que en caso de ejecución, alterara su paisaje natural con la proliferación de paneles, torres e infraestructuras.

El proyecto esta avalado por el gobierno central y autonómico en su obsesión por desarrollar un plan alternativo a las fuentes de energía tradicionales, consecuencia de la reciente aprobación de La ley de Cambio Climático y Transición Energética, que obliga a que en 2030 al menos el 45% de la energía generada, principalmente eléctrica, tenga su origen en fuentes de energía renovables, lo que va a implicar la proliferación de megaparques solares o de aerogenedadores a lo largo y ancho del país.

En el caso de la Costera, los proyectos contemplan la instalación de una enorme granja de placas fotovoltaicas en el término de Montesa, junto a una subestación eléctrica con todo su tendido de conexión con torres de alta tensión de hasta setenta metros de altura, que se extenderá en dirección a las vecinas poblaciones de Moixent y la Font de la Figuera, según viene informando el periodista de Levante-EMV Adrián Gisbert. Lo que supone toda una agresión al patrimonio paisajístico de la zona, como le comentaba amargamente al redactor Analía Juan, la alcaldesa de la población de Montesa, «...entristece muchísimo la posibilidad de que subas al castillo y todo lo que veas sean placas solares».

El proyecto fue presentado hace unas semanas a las poblaciones afectadas, dejando tan sólo un mes para la presentación de alegaciones, lo que ha indignado a las máximas autoridades municipales y a los grupos ecologistas, que ven peligrar el modelo de desarrollo agrícola sostenible, impulsado por la que se ha denominado como la Toscana valenciana, y caracterizado por su particular patrimonio paisajístico de espacios naturales donde se combinan viñedos y masías históricas, con parajes naturales de relevancia regional.

Inquieta que este boom de las fotovoltaicas acabe derivando en un fenómeno especulativo ligado a un negocio verde, y más cuando las licencias para la explotación las otorga un órgano ministerial, y no una administración más próxima. Temor del que se hacía eco Guillermo Jorques, alcalde de Moixent, en declaraciones a este rotativo, en el que afirmaba que «al final es la historia de siempre. Fondos de inversión, y empresas extranjeras que vienen a aprovecharse de lo que es nuestro».

Muchas de ellas parece que han nacido o crecido bastante al calor de la nueva legislación, y son de reciente creación, como entidades creadas con un propósito concreto y temporal, según figura en el Registro Mercantil. Uno de los propietarios afectados pudo comprobar, por ejemplo, que la sociedad que se había dirigido a él, se había constituido apenas hacía dos años, y tenía detrás una multinacional de capital francés. Grandes empresas muy solventes que no tendrán ningún problema en conseguir tierras o derechos de paso a golpe de talonario, aprovechando la coyuntura de crisis del campo valenciano.

La reciente visita del conseller de Hisenda y Model Econòmic, Vicent Soler, no calmó los ánimos al afirmar categóricamente que el gobierno respaldará sin ambages los proyectos empresariales que sigan las líneas marcadas por los acuerdos del Pacto Verde Europeo.

El anteproyecto presentado no convence a las autoridades locales de los ayuntamientos implicados, ya que entienden que todas las opciones propuestas para la ubicación de la infraestructura implican un impacto medioambiental excesivo. No aceptan que invadan parcelas agrícolas o superficie forestal. Sin estar en contra del Plan de Transición energética, proponen otras alternativas no tan agresivas contra su patrimonio paisajístico, como la de tendidos eléctricos subterráneos, que discurran por la mediana de la autovía, o aprovechando las infraestructuras ya existentes.

En esta línea, las asociaciones ecologistas se muestran más tajantes al rechazar totalmente este tipo de parques solares, al considerar que no es un proyecto de energías renovables sino de depredación del territorio diseñado desde el despacho de una lejana empresa que no tiene en cuenta la opinión de los que habitan el territorio. Apuestan por un modelo más pausado que fomente el autoconsumo, con la instalación de placas solares en los tejados de las casas, lo que postulan como un modelo de transición ecológica más idóneo, y menos agresivo con el medio agrario y natural.

El debate también se ha trasladado a la sociedad civil, iniciando los consistorios de las poblaciones afectadas, campañas de recogidas de firmas, que acompañadas de informes técnicos de incompatibilidad con respecto a las normativas locales de desarrollo sostenible, formaran las alegaciones para intentar frenar el proyecto tal y como está concebido. Nosotros participamos de la polémica proponiendo a los alumnos de Moixent, como habitantes del territorio y para desarrollar sus competencias hacia el respeto del medio natural, una reflexión sobre las ventajas e inconvenientes de los parques solares, y cómo se podría diseñar un modelo de transición energética que fuese justo para las personas y respetuoso con el medio ambiente. Ejercicio, la verdad, bastante complicado.

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