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BIBLIOTECA DE FAMILIAS

A la memoria de José Chocomeli

A la memoria de José Chocomeli

Ver reducida la labor de José Chocomeli Galán por la ciudad de Xàtiva a la mera mención de «un quintacolumnista que envió información al cuartel general de Burgos para que la aviación italiana no bombardeara los edificios de la ciudad donde se guardaban las obras de arte», o la de ser «un competidor en el cargo de director del museo», como se ha publicado recientemente en el libro de la feria de Xàtiva, nos obliga a escribir en defensa de su memoria, recordando lo mucho que hizo por la ciudad que le vio nacer a él y unas cuantas generaciones más.

Ensalzar la figura de Sarthou, reconocer y conmemorar toda su fecunda labor en la defensa y conservación del patrimonio histórico, con motivo del aniversario de su muerte, es una obligación, pero no justifica que se haga a costa de denigrar la obra de José Chocomeli Galán, el arqueólogo e historiador que tuvo la desgracia de morir prematuramente en 1946, después de sufrir la Guerra Civil y de tener que salir huyendo de su amada Xàtiva, para no acabar ejecutado, como Gonzalo Viñes, por su condición de hombre de derechas e hijo de la burguesía terrateniente de la calle Moncada. Veamos un poco de su historia, cuya biografía escribimos y publicamos en 2006, para conmemorar el 60 aniversario de su muerte, como ahora se conmemora el óbito del que fuera cronista de Xàtiva durante tantos años.

Sin ley de memoria histórica, ni democrática, la familia luchó por poner en valor la figura del apicultor, arqueólogo e historiador, que yacía muerto, enterrado y olvidado, y sólo era recordado por los retazos de comentarios, de puño y letra de Carlos Sarthou, donde cargaba contra el que tendría que haber sido un compañero, y no un enemigo. Y durante lustros, y parece que en el presente también, Chocomeli sólo se recuerda en base al poco aprecio que le tenía Sarthou, y ahora de él se añade que es un quintacolumnista, sin más.

La «quinta columna» es una expresión que se atribuye al general Emilio Mola, que en declaraciones radiofónicas tras el golpe de estado, afirmaba que cuatro columnas de su ejército avanzaban hacia Madrid, y una quinta de simpatizantes con la sublevación trabajaba desde el interior para la victoria final de los golpistas. Un término totalmente inapropiado y puesto de moda recientemente por la extrema derecha en la crisis marroquí de Ceuta, y que, utilizado fuera de un contexto belicista, se puede interpretar como que a Chocomeli no le importaba en absoluto que muriese gente inocente, siempre que el patrimonio histórico de Xàtiva no sufriese daños. No creo que ninguno de los dos desease el bombardeo de la ciudad a la que dedicaron buena parte de su vida, sino más bien señalaban rincones donde esconder patrimonio religioso de la furia de incontrolados que se dedicaban a matar personas y quemar obras de arte.

José Chocomeli nació un 13 de setiembre de 1913 en la calle Moncada. Su padre fue el poeta y propietario Rafael Chocomeli, famoso por el poema El paso de Aníbal, y su tío y además padrino, Antonino, lo fue entre otros muchos, por el de Xàtiva, almorávide, aunque fuese un autor teatral y traductor de talla nacional. El abuelo de José, y padre de los poetas, fue el último alcalde de Xàtiva de la época isabelina. El apellido de raíces italianas se asentó y prosperó en la ciudad a mediados del siglo XVIII como cereros, y a lo largo del siglo XIX se convirtieron en grandes terratenientes, teniendo fincas repartidas por las comarcas centrales como la del Matet en Chella, lugar donde fue enterrado el poeta setabense más universal.

Con aquel pasado familiar, realizó un gran acopio bibliográfico y desarrolló un gran amor por la naturaleza, que le llevó a desarrollar disciplinas tan dispares como la agricultura, apicultura y arqueología. En el primer aspecto defendió la necesidad de mejorar las condiciones del campo español para evitar el éxodo rural, experimentó nuevos cultivos como el trigo Ardito, con el objetivo de incrementar la productividad de un cereal vital para la vida, inventó la colmena Tolva premiada en la feria apícola de Lyon en 1927, promocionó la miel como sustitutivo del azúcar. Se formó como arqueólogo de la mano de Emilio Gandía, en las excavaciones de Ampúries, delimitó la estación palafítica de la Ereta del Pedregal en Navarrés, yacimiento al que dedicó doce años de su vida. Fue miembro y fundador del SIP, naciente servicio de investigación prehistórica de yacimientos valencianos, y precursor de los museos, no como almacenes de antigüedades, sino como laboratorio de estudio y de didáctica del pasado, e intentó convertir Sant Feliu en un museo de arte medieval.

Fundó la revista Saitabi, localizó la capital del mítico reino de Tartessos, escribió una historia del papel en Xàtiva jamás publicada y desaparecida del archivo familiar, por avatares de la vida, y fue también precursor de la publicación del primer libro de feria, en el formato que actualmente conocemos, o de la Institución de Estudios Setabenses Jaime y Lorenzo Villanueva. Regaló trabajo y tiempo a la ciudad y a la comarca a manos llenas. Casado con Amparo Lera Gassó, natural de Moixent, fue padre de siete hijos, y con el estallido de la guerra trabajó como vocal técnico de la Junta de incautación, fue nombrado delegado del Institut d’Estudis Valencians, hasta que decidió huir de Xàtiva tras una visita de milicianos armados en marzo de 1938.

Tras numerosos avatares se pasó a la zona nacional para denunciar los atropellos, y adherirse a la causa franquista para salvar el patrimonio. Fue nombrado Agente o delegado del Servicio de Defensa del Patrimonio cuya misión era informar para, pasada la guerra, sacar de los escondrijos y devolver a sus lugares de origen todo el patrimonio escondido, como ocurriera con la imagen de Santísimo Cristo del Carmen de Xàtiva, que jamás se hubiera salvado ni recuperado, de no ser por la labor de José Chocomeli.

En fin, en nombre de la familia, y como biógrafo de la saga, consideramos inexactas, injustas y muy desafortunadas las palabras de Germán Ramírez, y ya hartos de que a Chocomeli se le recuerde sólo en función de sus diferencias con Sarthou, tienen que soportar ahora que se le califique de quintacolumnista, sin más. No hay derecho, es injusto e irrespetuoso con el recuerdo de un hombre que hizo tanto por Xàtiva a cambio de nada. Y cuyas consecuencias pagó Amparo Lera, que tuvo que malvender todo el patrimonio familiar para sacar adelante a sus hijos.

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