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«Podría ver a mi padre si hubiera en Xàtiva una residencia»

Carmen, de 72 años y con un progenitor de 94 ingresado en Anna, lamenta la falta de centros públicos y lanzará una recogida de firmas

Carmen Fuster en su vivienda de Xàtiva, ayer | PERALES IBORRA

«Le veo en unas condiciones que me parten el alma. He de hablar con él casi siempre por videoconferencia, y lo veo tan triste... No es justo que me vea separado de él a estas alturas». Son las palabras de Carmen Fuster, vecina de Xàtiva de 72 años de edad. Habla de su padre, que soplará 94 velas en diciembre, ingresado en la residencia para mayores de la localidad de Anna, a unos quince kilómetros de la capital de la Costera. Una barrera enorme para una mujer de su edad, sin autonomía en el transporte, y por la que se plantea una campaña de concienciación con un objetivo: conseguir la apertura de una residencia de ancianos pública en Xàtiva.

Antes, Carmen Fuster podía acudir a visitar a su padre a pie, cuando era residente del centro para mayores de San Antonio, en la calle Caputxins de Xàtiva. El cierre de la residencia a principios del año pasado, por la falta de vocaciones en la Congregación de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados —que gestionaba el asilo—, provocó que cerca de setenta personas hubieran de ser recolocadas en residencias de otras localidades, debido a la falta de habitaciones en los otros dos centros de mayores en la capital de la Costera. Una separación forzada para Carmen Fuster, que traslada que su padre «estaba mucho mejor en Xàtiva que ahora», según sus palabras.

«Me lo explica cada vez que hablo con él: no le gusta la comida, está incómodo en la habitación...», señala Carmen. Unas protestas que son síntomas del problema principal: el malestar de su padre por la lejanía que encuentra ahora con respecto a su casa. «Cuando acudo siempre me recuerda el tiempo que he estado sin ir. Pero es que he de buscarme la vida para poder ir hasta Anna, y casi siempre dependo de que mis hijos puedan», lamenta la vecina de Xàtiva en declaraciones para este diario.

No es la única ciudadana de Xàtiva, sostiene, que se ha visto en esta o en una situación similar tras el cierre de la tercera residencia de la ciudad. A su edad, además, las perspectivas no son halagüeñas. «Hablo con amigos y vecinos, también mayores, y se ven en la misma situación —sostiente—. Que tenemos todos entre setenta y ochenta años, y que pronto tendremos unas necesidades que nuestros hijos no podrán atender. Y habremos de estar pegando bandazos por otros pueblos», señala. Es por ello que Carmen Fuster ya ha empezado a movilizar a sus círculos para plantar su reivindicación ante las administraciones superiores y lograr la reapertura de un tercer asilo en Xàtiva. «Cada vez vamos a ser más quienes nos veamos en una situación así. Y si no estás cerca de casa, no te lo quitas de la cabeza», comenta Fuster, pensando en su padre. «Recogeremos firmas, mucha gente se ha ofrecido ya a darnos su apoyo. Si no puede abrir en un año, que lo haga en dos, pero necesitamos un nuevo centro de mayores», concluyó.

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