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Un 20 % de las firmas textiles paraliza producción por el coste de la energía

El 15 % de las compañías ha tenido que recurrir a los ERTE y un 46 % ha sufrido tensiones de tesorería - La mayoría ha trasladado el encarecimiento de la luz y el gas a sus precios

Empleadas de una fábrica textil de la Vall d’Albaida, en plena producción. | PERALES IBORRA

Todo pintaba bien superado el peor momento de la pandemia. De hecho, el sector textil había conseguido al cierre del año pasado volver a las cifras de 2019 después del esfuerzo de reconversión llevado a cabo para, entre otras cuestiones, abastecer de mascarillas y otras prendas sanitarias tanto a los hospitales como a la población en general. Sin embargo, el fuerte encarecimiento de los costes energéticos se ha convertido en todo un lastre para las empresas. Así lo pone de manifiesto un estudio llevado a cabo por la patronal –con sede en Ontinyent–, del cual se desprende que un 20% de las compañías se han visto forzadas a paralizar líneas de producción en algún momento y un 15% a presentar Expedientes Temporales de Regulación de Empleo (ERTE). También, casi la mitad de las firmas, han visto tensionadas sus tesorerías, en un contexto en el que la mayoría ha tenido que trasladar estos encarecimientos a los precios. La situación, por tanto, se antoja más que complicada, sobre todo teniendo en cuenta que no se vislumbra una solución a corto plazo para la guerra de Ucrania, uno de los principales factores que están empujando al alza las cotizaciones de la electricidad y el gas.

El textil de la Comunidad Valenciana, concentrado principalmente en el clúster formado por las comarcas de la Vall d'Albaida, l'Alcoià y El Comtat, había conseguido facturar el año pasado 2.010 millones de euros, una cifra muy similar a la que se manejaba en 2019, antes de que irrumpiera el coronavirus. A ello había contribuido la capacidad de adaptación del sector, que supo moverse rápido para fabricar prendas sanitarias, y también el buen comportamiento de los tejidos para el hogar, en un momento en el que los ciudadanos aprovecharon el confinamiento para renovar sus viviendas. Todo apuntaba, por tanto, a que se había conseguido salir del bache y que el sector se instalaba, de nuevo, en la senda del crecimiento.

Sin embargo, el estallido de la guerra ha dado al traste con esta progresión porque, más allá de la incertidumbre que ha invadido todos los mercados, los costes de la energía, que ya andaban disparados, han registrado un nuevo acelerón. En este sentido, y con el objetivo de conocer el impacto real sobre las empresas, la patronal textil ha llevado a cabo una encuesta que ofrece conclusiones demoledoras. Así, el 98,1% de las firmas aseguran que su actividad se está viendo afectada, sobre la base de que han tenido que soportar unos incrementos en los últimos doce meses de un 180% de media. De hecho, la electricidad y el gas les están suponiendo un 15% respectivamente de los gastos de explotación, acercándose a los de personal, que se sitúan en el 33%.

Un 20% han tenido que parar alguna línea de producción, lo que ha supuesto renunciar, como media, a un 24% de su capacidad de fabricación. Asimismo, un 15% de las compañías han recurrido a los ERTE para poder hacer frente a estos aumentos, con una variabilidad muy acusada en lo que respecta al número de trabajadores afectados. También destaca que solo un 13% de las empresas han asumido en su totalidad los costes energéticos. Del resto, un 70% los han trasladado de forma parcial a sus precios y un 17% por completo. Las que han optado por la parcialidad, lo han hecho en un 38%. El estudio también señala que un 43% de empresas han tenido tensiones de tesorería y un 32% han recurrido a financiación externa para hacer frente a sus obligaciones. Igualmente, un 46% han sufrido un impacto directo en sus carteras de pedidos.

Temor a una caída del consumo

El presidente de la Asociación de Empresarios Textiles de la Comunidad Valenciana (Ateval), Pepe Serna, destaca que las empresas que más están sufriendo las consecuencias de la escalada de los costes de la electricidad y el gas son las del subsector de los acabados, al ser intensivas en el uso de energía. «Estamos en un contexto muy complicado, también por la fuerte subida de la inflación. Nuestros productos no son de primera necesidad, por lo que nos podemos encontrar con una caída del consumo», advierte.

Por su parte, el gerente de la empresa Comersan, Jorge Sanjuan, lamenta que el incremento de los costes energéticos, así como del transporte y las materias primas, se esté convirtiendo en un lastre para las empresas cuando ya empezaban a ver luz al final del túnel. En parecidos términos se expresa Francisco Jover, gerente del grupo del mismo nombre, que ya hace tiempo apostó por el autoconsumo fotovoltaico para hacer frente a este problema. Con todo, destaca que el gas también se ha puesto por las nubes y que eso impacta «sobre cualquier empresa».

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