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Una Fira menguada tras la pandemia

El recorrido ha perdido cinco espacios que se pusieron en marcha en 2017 como la feria de automoción, el mercado valenciano o la zona «gamer» - La voluntad municipal es recuperarlos en futuras ediciones

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La Fira d'Agost continúa registrando una notable afluencia de visitantes Fotos: Perales Iborra y Mariola Sánchez

El recorrido de la Fira d’Agost siempre ha estado sujeto a constantes cambios, en función de los vaivenes en las modas, del ciclo económico y político, del atrevimiento y la querencia por la innovación de los gobernantes o de otras variables de fuerza mayor. En 2017, el Ayuntamiento de Xàtiva diseñó una transformación del trazado para modernizar y sectorizar el evento que prolongó la superficie ocupada un 30%, hasta los 2,6 kilómetros. Pero muchos de los espacios que entonces se pusieron en marcha en las inmediaciones del zoco clásico de la Fira han desaparecido en la edición de este año, que es a primera desde el estallido de la pandemia y ha vuelto en un formato más reducido.

En las avenidas Acadèmic Maravall y República Argentina, el tráfico circula con normalidad y no hay ni rastro de la «miniferia» dedicada a la automoción que hasta 2019 invadió estas calles durante las fiestas. La falta de «stock» que sufren los concesionarios por la crisis de suministros está golpeando con dureza al sector, hasta el punto de que este año las firmas que operan en la ciudad han declinado el ofrecimiento municipal de volver a montar la muestra expositiva de vehículos. El regidor de Fira de Xàtiva, Pedro Aldavero, subraya en todo caso que la voluntad del consistorio es recuperar este evento en un futuro.

El mercado de productos autóctonos y de la tierra que se instaló el primer año de la renovación en la plaza Santa Ana es otro ejemplo de iniciativa que no ha regresado en 2022. En 2019 las paradas se reubicaron en la Glorieta José Espejo ante las quejas de los agentes de la Policía Nacional por el bloqueo de sus salidas en coche. Pero este año el consistorio ha desistido de montar el mercado debido a las obras de remodelación proyectadas en el citado parque. Dado que los trabajos no han comenzado aún, a última hora la zona se reservó para dar cabida a las actividades del nuevo espacio de animación infantil «corresponsables», dedicado a mantener entretenido al público de 3 a 9 años.

En el marco del proceso de modernización de la Fira, en 2018 hubo otra novedad orientada a los adolescentes que causó furor y que tampoco ha regresado después del parón de dos años de provocado por la emergencia sanitaria: la «zona gamer» con decenas de videoconsolas y pantallas de todo tipo se emplazó en la plaza Santa Ana y en 2019 la carpa tuvo que ampliarse debido a las colas que se formaban, con torneos diarios de FIFA y Fornite, sesiones de realidad virtual, simuladores de conducción y «material profesional» para los jugadores. En este caso, Aldavero subraya que existían dudas sobre la ubicación, aunque la intención también es retomar la iniciativa una vez se le encuentre un emplazamiento más adecuado. Prácticamente en el ecuador de la gran fiesta de Xàtiva, el regidor destaca la ausencia de incidentes de relevancia y se muestra «muy satisfecho» por la respuesta que están teniendo los actos programados.

Más huecos vacíos

A nadie se le escapa que el recorrido ferial de este año presenta más huecos vacíos que en la época precovid. En la Baixada del Carme quedó vacante la superficie que se abrió en 2017 dedicada a la promoción turística, con la participación de ciudades como Gandia, Dénia o Xàbia exponiendo su oferta. Otra zona libre de actividad es la que se reservaba hace años para que los comercios locales montaran puestos en el punto de encuentro entre la Albereda y la plaza Sant Francesc. Aunque hay muchos establecimientos dentro o en los alrededores del recinto ferial que abren sus puertas estos días, otros siguen optando por cerrar porque no les termina de compensar.

El espacio de las atracciones se ha visto igualmente mermado este año respecto a 2019. La zona «gourmet», gastronetas y de tapas que se diseñó en 2017 en la Glorieta José Espejo es otra de las que ha desaparecido de la vista, reducida ahora a unas pocas casetas de productos gastronómicos elaborados que permanecen sobre la acera.

En la edición de este año no solo se han perdido antiguos espacios, sino también algunas paradas de feriantes, un colectivo fuertemente tocado por la crisis. «La gente este año tiene muchas ganas y alegría de volver y está habiendo una buena afluencia, pero los clientes se miran mucho más el bolsillo que antes. Estos últimos años han afectado mucho a los vendedores», señala Joaquín Martínez, uno de los comerciantes veteranos de la Fira desde su puesto de bastones artesanales.

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