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Botifarra, ja ve l’aire?

Xàtiva. Visita del alcalde, Roger Cerdà y la concejala, Raquel Caballerro a la exposición colección etnológica de Pep Gimeno "Botifarra". En Sant Domènec

Xàtiva. Visita del alcalde, Roger Cerdà y la concejala, Raquel Caballerro a la exposición colección etnológica de Pep Gimeno "Botifarra". En Sant Domènec / PERALES IBORRA

Vicent Soriano

Sentarse tranquilamente a la orilla de la chimenea antes de que comience el buen tiempo si no has tenido la suerte de encontrar entradas para acudir a Les Arts a escuchar a Pep Gimeno, «Botifarra» presentando su último disco, «Ja ve l’aire». Sentarse con el CD en la mano y cerrar los ojos para impregnarte de calor, piel de gallina, frío invernal, flores de primavera, cultura de esa que nace y renace en lo más profundo de cada pueblo, y sentir al mismo tiempo que «Botifarra» nos está dando una lección de humildad, de recuperación de las raíces, del chiste fácil que nunca pasa de la vida a la muerte, sino que permanece como un apéndice cabroncete que se resigna a decir adiós a los tiempos de siempre. Sencillamente porque estos tiempos siempre viven todos vivos (y valga la rebundancia)en la garganta de «Botifarra», allá donde se ocultan los misterios de cómo es posible tener una voz tan prodigiosa y un desparpajo tan inexplicable, que el cantaor de Xàtiva ha abierto las puertas para contagiarnos de orgullo y satisfacción (la frase suena a copia rancia del ladronzuelo del emérito, pero nada más lejos de la realidad).

«Botifarra» ha levantado su potencia vocal hasta los límites del grito contenido con aroma celestial. No importa si es un romanç, o una mazurca, o habanera o fandango. Todo nace de sus cuerdas vocales y de la creencia de que esta cultura musical, que se encierra en todo lo que supone «Botifarra», no ha hecho sino comenzar, o si me apuran, a labrar el camino del aire revolucionario que renace de las cenizas de la ciudad, «mira si he corregut terres».

«Botifarra» ha chupado del pezón inagotable de la madre cultura y se ha alimentado visitando casas, calles, plazas y pueblos para impregnarse de letras y músicas. Todas sus tías (la tia Milieta, Rosario, Blanca, y compañía) le han criado a base de creencias para que nada muera y se renazca continuamente de lo inmortal. Genial la colaboración en este disco de Feliu Ventura, por cierto. Hombres, mujeres y niños de esta tierra y este país, forman el puzle perfecto que abre las puertas de la emoción incontrolable cuando canta Botifarra. «Ja ve l’aire, ja ve l’aire!/ Ja ve l’aire del migdia / i ha vingut un pardalet,/a portar-nos l’alegria. /Ací estan les triadores/fortes com els diamants /i les encaixonadores perles fines encaixant».

¿Homenaje a mujeres? Será un homenaje a todas las mujeres, porque Botifarra no se anda con chiquitas ni con medias tintas en este su último disco. Escuchar de nuevo al xativí siempre provoca la misma reacción: «Altra vegada actúa ‘Botifarra’?». Pues sí, señor amo. Y nunca se agota su percepción y la perfecta comunión con un público cada vez más numeroso y más dispar. Recuerdo haber asistido a un mini concierto que llevó a cabo en la librería Blanquerna en Madrid, y pedirle al admirado Emili Vera que explicase en castellano a las dos docenas de personas que éramos allí, la canción «el romanço del casamiento de Maria la Xapa, cuando los invitados comen ratas en el convite». «Es que él lo explica millor que jo en castellano» (dijo). Y los de la capial de la Meseta quedaron con la boca abierta pero sin peligro de tragar una rata. Tragaron fuerza, solidaridad, belleza, voz y una cultura que sigue hablando de una tierra que nos pertenece .

«Les xiques del Bambú no volen/, ja no volen teixidors,/ ara volen als brosseros/ perquè van en camió». Y «Botifarra» se pone lleno de garra y rabia contenida cuando interpreta «la dansà de teranyina» y nos pone la carne de gallina al ladito de la chimenea o en la ultima fila del anfiteatro. Es la fuerza de una voz que palpita al mismo ritmo que un corazón caliente. Patrimonio ya de todos.

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