Un SOS por el último horno de Otos

Uno de los dos hermanos que gestionan el negocio en la actualidad se jubila el 2 de marzo y han decidido traspasarlo 

La familia adquirió las instalaciones, que funcionan con leña, hace 60 años y cuentan con una clientela «constante y fiel»

El único horno de Otos se traspasa por jubilación

Perales Iborra

Un nuevo horno podría bajar la persiana en una población de la comarca Vall d’Albaida. La crisis del sector no cesa. La diversificación de la competencia y el aumento de costes desangran a unos negocios que han estado ahí toda la vida. El carrusel de cierres es imparable. En muchos pueblos pequeños ya no hay panaderías. O, en el mejor de los casos, solamente aguanta una.

Así, el único establecimiento de este tipo que opera en la pequeña localidad de Otos, que apenas roza los 500 habitantes, podría cerrar en unas semanas.  

Actualmente, el negocio está gestionado por dos hermanos: Elíes y Pep Pla. El primero se jubilará el próximo mes de marzo y el segundo ha decidido que no sigue solo. «Es lo que hemos hecho toda la vida, lo que nos han enseñado. Da un poco de pena, pero es momento de descansar», reconocieron ayer a Levante-EMV mientras atendían a su fiel clientela o preparaban magdalenas o cocas de tomate.

 Durante la mañana de ayer, el trajín de personas fue constante. En muchas ocasiones las compras se apuntaban en una libreta con su correspondiente ticket en la cuenta de la clienta de confianza o los consumidores dejaban su bolsa de tela con el pan en un espacio con ganchos habilitado para tal uso. Prácticas muy alejadas del día a día de grandes superficies y pago al instante. Una vida, la de los pueblos, muy diferente en muchos aspectos a la de la gran ciudad, donde las prisas y la falta de confianza son habituales.

«Tenemos una clientela fija y constante. Los viernes y los sábados ofertamos más piezas de bollería, incluso viene gente de fuera», explicaron los responsables del último horno del pueblo.

Un mosaico tradicional

Un mosaico compuesto por diferentes azulejos que representan un dibujo tradicional que emula a un panadero puebla la entrada del local, junto a un escueto mensaje en valenciano: «Forn de pa i dolços». Un cartel con un fondo naranja chillón rompe la armonía estética. La semana pasada colgaron un mensaje de «se traspasa» en el otro lado de la fachada. 

Una publicación en la red social Facebook ha causado que varias personas se hayan interesado:«Hemos recibido algunas llamadas, es un negocio ideal para un matrimonio joven. Además, la casa de nuestros padres está en el mismo edificio. Puede ir todo en un pack. Ya han preguntado cuadro o cinco personas, ahora debemos conocerlas y hablar con ellas, estudiar su interés. Creemos que sí puede haber posibilidades de que el horno aguante», explicaron. Aunque la principal razón de su decisión es la jubilación de uno de los dos hermanos, no esconden que sufren la crisis del sector. Es una historia que se repite. «Muchos jóvenes no comen pan. Otros lo hacen en el supermercado o en gasolineras incluso. Los bares compran pan congelado. Aunque la calidad es más peor, estos negocios nos hacen la competencia con precios muy bajos. ¿Cómo va a estar igual un pan cocido con ingredientes de toda la vida y en un horno de leña que otro que se hace en un horno industrial minimizando gastos», expusieron los responsables del establecimiento de Otos. 

Así, confirmaron que siguen manteniendo los estándares de calidad y la forma de producir artesanal que les enseñaron:«Todo ha subido mucho, pero nosotros mantenemos los precios, no los hemos aumentado tanto. Antes gastábamos hasta 60 kilos de harina en una semana y ahora podemos estar en unos 20». 

Pan, bollería tradicional, monas, rollos... en el pequeño mostrador se pueden ver todos los productos a disposición. La verdad es que su manufactura difiere de aquellos mucho más industriales que pueblan estanterías en grandes supermercados.

Aún hay esperanza para que el horno de Otos perdure: «Venimos de Bufali. Mi padre trabajaba el campo y compró el horno en 1964. Son más de 60 años los que estamos aquí, para nosotros ha sido toda una vida», apostillaron.