LA CIUDAD DE LAS DAMAS

Brecha salarial

Mar Vicent

Mar Vicent

Esta semana es el día de la Igualdad Salarial y se descuelgan los sindicatos como CCOO con sesudos estudios que demuestran que las mujeres cobran menos por realizar trabajos de igual valor. Pero quien lee los estudios en este país? Casi nadie, porque es más fácil cuestionarlos de entrada desde la sensación absolutamente subjetiva y errónea de que a estas alturas en un país moderno y civilizado como el nuestro, esto no puede pasar.

Pero pasa. Lo dice la EPA que no es sospechosa de afiliación sindical y mantiene año tras año que del análisis de la tozuda realidad se desprende que ellas cobran una media de 4.300 € menos de salario medio. Un 18,6% que no es nada despreciable.

Y las razones las dan los sindicatos, centrándose en tres fundamentales e incuestionables, porque se apoyan en datos estadísticos de los que no se cocinan ni se prestan a interpretaciones sesgadas. Aunque siempre hay alguien que conoce a alguien que es mujer y cobra un pastizal y de ahí generaliza alegremente. O también quien opina que las mujeres se han vuelto demasiado reivindicativas y protestan por costumbre y tradición sin que haya razones que lo sustenten. No hay peor ciego que el que no quiere ver.

Son tres las razones fundamentales de esta injusticia tan flagrante como antigua. Primero, las mujeres soportan mayores tasas de trabajo parcial, ocupaciones sólo de algunas horas para cobrar un poquito. Falta decir, que así es, no porque quieran sino porque no tienen otro remedio para atender sus otras y numerosísimas responsabilidades. Cómo si no, con los caóticos y absurdos horarios de este país, se podrían atender los horarios escolares, extraescolares, postescolares y demás? Solo si trabajas a media jornada por lo menos hasta que no se descubra el don de la ubicuidad. Solo si eres mujer y es tu obligación, aunque tal cosa ya no se diga en voz alta aunque permanece escrito con letras de oro en la conciencia social colectiva.

Segundo porque en las nóminas aparece el sueldo base acompañado de diferentes complementos que premian determinadas características del trabajo desempeñado. Y que casualidad que la mayoría de estos complementos premien rasgos habituales de los trabajos que realizan mayormente hombres (esfuerzo físico, penosidad, nocturnidad) frente a cualidades que se precisan para trabajos de mujeres (atención, precisión, resistencia), que por lo que se ve no merecen ningún reconocimiento, ni en la nómina.

Por último y no menos importantes, las mujeres, como media, aunque existan las correspondientes excepciones, cobran menos salario en cálculo anual, porque más del 80% de las excedencias por cuidado de hijos las «disfrutan» ellas al igual que las reducciones de jornada. Lo tienen así mucho más difícil para ocupar los puestos mejor retribuidos y que también conllevan mayor responsabilidad y disponibilidad.

Soluciones las hay. Y de hecho, la aplicación de algunas medidas sindicales propuestas han reducido la brecha de forma manifiesta pero insuficiente. Acabar con la parcialidad femenina, valorar justamente los requisitos asociados a los trabajos que realizan las mujeres, elaborar y aplicar planes de igualdad en las empresas son algunas de ellas. Y sobre todo, avanzar en la conciliación y la corresponsabilidad. Erradicar definitivamente la peligrosa, ancestral e interesada idea que viene muy bien a algunos, de que las mujeres son las reinas de la casa, garantes del bienestar doméstico porque esa es su mejor opción, para la que están mejor dotadas y que por supuesto no tiene precio. Ni salario, claro.

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